Día 23 de abril, a las 20:00 horas via Zoom R. Badenas y X. Pikaza: Un adventista y un católico reflexionan sobre la resurrección

R. Badenas y X. Pikaza
R. Badenas y X. Pikaza

¿Cuánto sabes sobre la resurrección? 💥 Todos moriremos, pero ¿Todos resucitaremos?  ¿Qué pasa después de morir?  ¿Qué conoces sobre la resurrección de Jesús y la nuestra?

Muchas son las preguntas que pueden invadirnos, tenemos que estar preparados para responderlas. ¡Esta es una gran oportunidad :Participa de la Conferencia Online sobre La Resurrección.

CONFERENCIA ONLINE |   El 23 de Abril del 2021. ⏰ 20:00 h.

✅ ¡Totalmente gratis! ✅ 2 renombrados teólogos: Xabier Pikaza y Roberto Badenas ✅ Online (App. ZOOM)  
📲 Ingresa a: https://zoom.us/j/4999602650

Cf.  http://www.redescristianas.net/23-de-abril-a-las-2000-horas-conferencia-on-line-sobre-la-resurreccion/ 

Diócesis de Mondoñedo: · CONFERENCIA ON LINE: "LA RESURRECCIÓN: REFLEXIONES COMPARTIDAS"  https://mondonedoferrol.org/pagina-de-inicio/2014043870/delegacion-de-ecumenismo/

23 de abril a las 20:00 horas. Organizada por la Iglesia adventista, con la colaboración de la delegación diocesana de Ecumenismo y de J. C. Enriquez,  Enlace: https://zoom.us/j/4999602650

Puede ser una imagen de 2 personas, incluido Xabier Pikaza y texto que dice "ABRIL 23 20:00 h. ZOOM 十十 LA RESURRECCIÓN REFLEXIONES COMPARTIDAS LOS DOCTORES XABIER PIKAZA YROBERTO BADENAS COMPARTEN SUS REFLEXIONES SOBRE EL MISTERIO CRUCIAL DEL CRISTIANISMO ROBERTO BADENAS XABIER PIKAZA CONFERENCIA ONLINE POR ZOOM 4999602650"

 Roberto Badenas, escritor adventista, es doctor en Teología por la Universidad Adrews (Michigan, EE. UU.), especialista en Filología Bíblica y profesor de Nuevo Testamento. Autor de diversas publicaciones, sus libros Más allá de la Ley, Para conocer el Maestro en sus parábolas y Encuentros (su obra más conocida hasta el momento, traducida y editada en inglés, alemán, italiano, portugués, rumano y catalán) forman asimismo parte de la serie Semillas de Esperanza.

Roberto Badenas, en su libro Encuentros Decisivos, nos transporta, con su atractiva y profunda forma de escribir, a algunos de los encuentros que Cristo tuvo con personas de diferentes estratos sociales que enfrentaban desafíos distintos en sus vidas. 
Roberto Badenas también ha publicado un libro titulado “Frente al dolor” en su libro explica muy bien como La experiencia del dolor y del sufrimiento en nuestra vida se acepta y nos fortalece solo en la fe. Desde esta óptica, la fe nos ayuda a penetrar el sentido de todo lo humano y, por consiguiente, también del sufrir. Así pues, existe una íntima relación entre la cruz de Jesús y nuestro dolor, que se transforma y se sublima cuando se vive con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios. Roberto Badenas fue decano de la universidad adventista de Francia.

Xabier Pikaza Ibarrondo  ha cursado estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la Universidad de Santo Tomas y en Instituto Bíblico (Roma); – ha ampliado estudios en las universidades de Hamburg y Bonn (Alemania) 1. Titulación:– Doctor en Teología por la Univ. Pontificia de Salamanca (1965), con una tesis sobre Dialéctica del Amor en Ricardo de San Víctor– Doctor en Filosofía por la Univ. de Santo Tomás de Roma (1972), con una tesis sobre Exégesis y filosofía en R. Bultmann– Licenciado y candidato a doctor en Sagrada Escritura por el Instituto Bíblico de Roma (1972)

2. Docencia básica: – 1972: Profesor contratado por la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca– 1975-1984: Profesor ordinario de Teología (el Misterio de Dios,Teodicea y Trinidad) en la misma Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca– 1985-1989.

Esquema de la Conferencia del Prof. Ricardo Badenas

“Creación, muerte y resurrección: importancia del cuerpo en la antropología bíblica” (R. Badenas).

  1. El ser humano es un todo. “La antropología bíblica (…) se caracteriza por la ausencia del dualismo alma-cuerpo (...) El hombre es un alma viviente (…) En la Biblia el alma es el hombre. No dice que el hombre tiene un alma, sino que el hombre es un alma. De jgual manera, desde el punto de vista bíblico, el hombre es cuerpo (…) El alma vive (Sal 119:175). El alma muere (Jue. 16:30) (…) Por el contrario, es preciso destacar que jamás se dice que el espíritu (ruáj) muera” (Claude Tresmontant, Essai sur la pensé hébraïque, 2ª ed., Paris, 1956, págs. 89, 97, 104).
  2. Según la antropología bíblica, a diferencia de la antropología griega, el ser humano no tiene un cuerpo y un alma, sino que es un cuerpo y un alma en la indisoluble unidad de una persona. El sóma (cuerpo), la psyjé (alma) y el pnéuma (espíritu) son la misma persona bajo diferentes manifestaciones: vida corporal, psíquica y espiritual (1 Tesalonicenses 5:23). (Rudolf K. Bultmann, Teología del Nuevo Testamento, 2ª ed., Salamanca, 1987, págs. 263, 264).
  3. El cuerpo es una obra maestra de creación divina (Génesis 2:7; Salmo 139:14-16), “bueno en gran manera” (Génesis 1:31). “Dios es el creador de mi cuerpo. Este no es una prisión para el alma, sino un templo, según las palabras de Pablo (1 Cor 6:19); el templo del Espíritu Santo” (Oscar Cullmann, Inmortalidad del alma o resurrección de los cuerpos, Madrid: 1970, págs. 35-36.). Siendo el cuerpo un instrumento al servicio de Dios (Rom 6:19), el cristiano tiene para con él deberes de cuidado, salud y servicio.
  4. La muerte no forma parte del proyecto divino para el ser humano: es un accidente causado por nuestro alejamiento de Dios. Separados de Dios, única fuente de vida, los seres humanos degeneramos, sufrimos y morimos (Génesis 2:17; Romanos 6:23).
  5. Como Dios es amor (1 Juan 4:8), y quiere nuestra salvación, no es un Dios de muertos sino de vivos (Lucas 20:37,38). Dios ofrece a todos los seres humanos la oportunidad de volver a la vida y tener vida eterna (Juan 3:16; 2 Pedro 3:9). Esta vida eterna recibida por gracia comporta la resurrección (1 Corintios 6:14; 15:35-44). La victoria de Cristo sobre el pecado es la garantía de nuestra resurrección (Juan 11:25-26).
  6. “La resurrección de los muertos, lo mismo que todos los demás actos del poder divino, es algo que sobrepasa la capacidad de la razón humana. La vida y la muerte, ¿no son acaso enigmas que la ciencia es incapaz de explicar” (Alfred F. Vaucher, La historia de la salvación, Madrid: Editorial Safeliz, 1988, p. 511).
  7. Dios nos asegura que la eternidad nos espera, tras la resurrección. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:13-18; cf. Hebreos 11:39-40). El mal y la muerte habrán dejado de existir (Apocalipsis 21:4).

(Para ir más lejos, ver Roberto Badenas, Frente al dolor: aliento y esperanza ante el sufrimiento humano (Madrid: Safeliz, 2012, páginas 205-223 “Ante la muerte” y 247-259 “No más dolor”).

Esquema de la conferencia de X. Pikaza 

  1. HISTORIA DE LAS RELIGIONES
  2. Una experiencia antigua, el recuerdo de la abuela
  3. Los muertos en las religiones de la naturaleza.
  4. Religiones de la interioridad
  5. Judaísmo y cristianismo. 
  1. EL MENSAJE DEL NUEVO TESTAMENTO. PRINCIPIOS
  2. Algunos signos
  3. La primera experiencia pascual, unas mujeres
  4. El testimonio de san Pablo 
  1. UNA INTERPRETACIÓN. HA RESUCITADO EN (PARA) MARÍA MAGDALENA
  2. María Magdalena en el sepulcro de Jesús
  3. Mujer ¿por qué lloras?
  4. Un mundo que oculta sus cadáveres
  5. Diálogo de amor, resurrección
  6. Pascua, un encuentro de vida
  7. María, mensajera de Pascua 
  1. CONCLUSIÓN. LA BIENAVENTURANZA DE LOS RESUCITADOS
  2. Resurrección, la mayor de todas las bienaventuranzas
  3. Renacer, es decir, resucitar
  4. Transfiguración de la vida, un camino de resurrección

(Para leer: X. Pikaza, Gran Diccionario de la Biblia, Verbo Divino 2017; La palabra se hizo Carne, Verbo Divino, Estella 2020; Ciudad Biblia, Verbo Divino, Estella 2020

Pikaza. Principio de la conferencia: 

Una experiencia antigua, el recuerdo de mi abuela.

 Recuerdo que solíamos pasar al lado del cementerio, a veces de noche y siempre había personas que nos metían miedo, hablando de apariciones de difuntos. Solíamos tener miedo, ir de puntillas, callados, por si aparecían las almas. Pues bien, recuerdo que ella, la abuela, con la sabiduría de los antiguos, me dijo, nos dijo: no tengáis miedo a los muertos; son amigos que ayudan. Siguen aquí cerca de nosotros para acompañarnos a vivir, hasta que todos lleguemos al cielo.

Ese lenguaje de la abuela encerraba una historia de las religiones. Sin ella saberlo, sabía y decía todo lo que han dicho a lo largo de los larguísimos milenios, las grandes religiones, desde el paganismo primero de la tierra vasca (o africana), hasta el más hondo cristianismo, pasando por las religiones orientales.

La abuela era de fondo pagano, como seguimos siendo paganos en un resquicio del alma, todos nosotros. Para ella, los muertos eran impulsores de vida. Más aún, eran la potencia de una vida que sigue haciéndonos vivir, pura energía espiritual. Ellos nos dan dado la vida y se han ido antes que nosotros para que nosotros podamos existir. Así nos decía “se han ido para ayudarnos; no recéis por ellos, rezadles a ellos para que os acompañen”. Esta ha sido para mí una experiencia de vida y después, cuando he estudiado el sentido de la muerte y de los muertos en las varias religiones de la tierra, he tenido siempre en cuenta lo que decía la abuela.

Pero la abuela tenía algo de las religiones orientales. Ella sabía que los muertos tienen que “purificarse”, venciendo todas las formas de mal que han podido ir acumulando a lo largo de su vida. No, ella no creía en las reencarnaciones, pero sí creía en la necesidad de crear un mundo de luz y de gracia, hasta la purificación final de todos, de los vivos y  los muertos. Por eso había que seguir vinculados a los muertos, para que todos, nosotros y ellos, fuéramos alcanzando la perfecta santidad.

 En ese sentido, la vida en su conjunto era un “purgatorio”, un purificatorio: un camino en el que podemos y debemos aprender a querernos, superando las manchas del odio y la venganza. Por eso, en el fondo, “creer en los muertos” era creer que no habían muerto del todo, que seguían haciendo un camino de Dios, hasta que alcanzaran, con la ayuda de Dios y nuestra colaboración, la santidad total de la vida. Esa purificación no era fuego… almas que se queman, sino escuela de amor, para todos.

Finalmente, la abuela era muy cristiana. Recuerdo la manera que tenía de hablar de los “inocentes”, es decir, los locos, los pobres sin ningún medio de subsistencia, de los niños que morían sin haber crecido… En ellos veía a Dios. En ese sentido, todos los muertos acababan siendo “inocentes”. Ellos eran los que sustentaban este mundo, manteniendo viva la misericordia de Dios. Pero, al mismo tiempo, ella sabía que tenemos que cambiar la forma de vida en este mundo, cambiar las condiciones de la sociedad, para que no hubiera inocentes sufriendo, para que todos pudiéramos vivir, en amor, como la Virgen María, que ayudaba en el camino.

Creer en los muertos era creen en la vida que es un don de inocencia, un don de Dios, al servicio de los más pobres, esperando la llegada de un mundo de justicia total, esperando al fin la resurrección de todos los muertos. Por eso, en el fondo del “culto a los muertos” ella ponía el recuerdo de Jesús: ser como Jesús para resucitar, para que un día la vida fuera trasparente (nos podríamos ver todos, muertos y vivos); para que un día la vida fuera lugar de justicia para todos, empezando por los “inocentes”. Por eso, recordar a los muertos era un modo de tenerlos presentes en un camino de esperanza… con la certeza de que un día no habría ya muerte.

Ahora, pasados muchos años, más de setenta, quiero recordar y recrear algunas de las cosas que estaban en el fondo del lenguaje de la abuela, de otra manera, desde la historia de las religiones. 

Los muertos en las religiones de la naturaleza.

 Los muertos están en el mismo proceso de la vida. Así lo han dicho las religiones cósmicas (o de la naturaleza), que introducen la historia del mundo y de los hombres en el ritmo incesante, siempre repetido, del eterno retorno de la vida. Eso significa que no hay fin, no existe meta alguna, sino rueda de generaciones y generaciones, una rueda que en el fondo es buena, porque es bueno vivir. Lo que ha sido eso es, lo que es eso será, lo que es ya ha sido. De esa forma, los muertos están en el mismo ritmo de la vida, que vuelve de formas distintas, pero en el fondo siempre iguales. Siguen estando en la roca y el árbol, en el mar y la montaña, en las estrellas y el mar infinito.

De esa forma, los muertos se integran en el eterno retorno de la naturaleza, entendida como divina, realidad suficiente, absoluta. No hay un Dios personal, ni los hombres son de verdad individuales: vivimos de los muertos que han vivido antes que nosotros. Y así seguiremos viviendo. Por eso enterramos a los muertos, para que fecunden la tierra, como semilla de vida.

En algunas de estas religiones, el “alma” es Huaca, un alma cósmica. Esa es una palabra propia de los incas del altiplano sud-americano, que piensan que el hombre forma parte del todo divino cósmico. Huaca son las montañas, los ríos poderosos y, en especial, la madre tierra. Pero en ella son especialmente sagrados o huaca los que han muerto y siguen vinculados a su sepultura. Por eso es fundamental el enterramiento: de la madre tierra venimos y en ella somos recibidos por la muerte. Quizá podemos decir que el alma de los hombres forma parte del gran alma cósmica, que es la divinidad de la tierra o huaca. Por eso, un día como hoy, en gran parte de la América profunda, los vivos y los muertos se descubren en sintonía superior de Vida. Así lo he sentido, por ejemplo, en México y en Perú, lugares donde el culto a los muertos sigue siendo garantía de sentido y vida para millones y millones de personas.

Religiones de la interioridad

 Las religiones de la interioridad (hinduismo, budismo) tienden a decir que los hombres y mujeres somos más que mundo. Somos alma (interioridad, espíritu) que ha descendido de la altura de Dios y ha venido a introducirse en un mundo que gira y que gira, sin sentido alguno. Así estamos en el mundo como en una cárcel: Somos el resultado de una caída… y por eso estamos encerrados en la materia. Por eso tenemos que volver a nuestro origen y patria, a lo divino, más allá de las estrellas. Vuelve el polvo, vuela el alma el cielo… Por eso, estas religiones suelen quemar a los muertos: para que el alma se desligue de la materia, para que la vida interior se libere del peso del cuerpo y vuelva a su sitio, en lo divino.

De esa manera, la muerte no es retorno a los ciclos de vida de la tierra, sino separación liberadora. Las almas deben invertir el camino de caída y volver a su origen superior, superando así la historia. De todas maneras, los muertos han hecho que seamos lo que somos y así les damos gracias. En el fondo, somos ellos: somos todos los muertos que aún no han logrado purificarse y que vuelven, volvemos a la tierra que el liberemos el espíritu y salgamos de esta cárcel y Dios sea Dios para siempre y la materia se muera y destruya a sí misma, como pura materialidad sin alma.

En estas religiones… sólo se “salva” el mundo interior, el mundo exterior ha de perderse. Por eso, aquí no se puede hablar de resurrección ni, en el fondo, de transformación de este mundo, de justicia… Para superar la muerte es necesario, en el fondo, superar la misma vida. La religión es, en el fondo, la forma en que los hombres y mujeres pueden superar la vida, el eterno retorno de los deseos que nos atan a la tierra. Los que han muerto de verdad ya no desean nada, no están en ninguna parte, sino en el puro más allá de la tierra del silencio. Da la impresión de que para superar la muerte hay que superar la vida, pues toda la vida el hombre en el mundo es muerte. Aquí importa la vida interior, la salvación del “alma”, no la justicia y comunión entre los hombres. Desde ese fondo se puede hablar de reencarnación y de inmortalidad.

  1. Reencarnación. Conforme a esa visión, para todos aquellos que no se han purificado, lo que externamente es muerte se convierte en reencarnación: si no están purificados, los muertos vuelven a nacer… hasta que las almas se purifiquen de todo y vuelvan a lo divino. Las almas caídas, que somos todos nosotros, realizamos en este mundo un largo viaje de exilio y liberación, que se expresa en forma de re-encarnaciones. Los hombres nacemos de un genoma biológico, que nos ha sido transmitido a través de unos padres; nacemos también de una tradición cultural, que nos ofrece la sociedad y familia en la que nos socializamos; pero nacemos, finalmente, en el plano más profundo, de un proceso anímico. Nuestra vida verdadera, el alma, proviene de otras almas y así sigue rodando en los giros de la tierra, hasta que logra liberarse y pasa a lo nirvana (se introduce en lo divino). Por eso nos reencarnamos unos en otros… en un proceso en el que sigue dominando la muerte, pues nacer de nuevo es nacer para morir… hasta que lleguemos a la no-muerte de la inmortalidad.
  2. Inmortalidad. Sólo a través de la superación de los deseos se puede lograr la “no muerte”, que es la in-mortalidad: llegar a ser inmortal es morir sin nacer de nuevo, superando el eterno retorno de una vida esclavizada a la materia. Llegamos de esa forma a una muerte que en el fondo puede ser “no vida”, negarse a esta vida, superarla (para pasar a la in-mortalidad, que corre el riesgo de ser in-vitalidad). Esta visión es propia de las religiones de la interioridad, las almas van cobrando su propia diferencia, se vuelven independiente del grupo social y del cosmos, de tal manera que ellas se identifican con el Dios que “no mundo”, con el Dios que es “no vida física o biológica”. Esta visión de la inmortalidad es profunda, pero puede convertir a los muertos en “no-seres”, en realidades que no viven (que han superado la vida). Esta visión suele parecernos negativa, pero tiene elementos muy positivos, si se entiende como camino de superación de la injusticia de esta tierra, como búsqueda de purificación total… que nos lleva a un mundo “distinto”, a otra ribera de humanidad aún no conocida.
Volver arriba