Pastores de rebaño, obreros de campo, apóstoles de Cristo (sigue Mt 9, 36-10, 8).

Comenté el domingo 17.6 el evangelio, con los seguidores de Jesús como pastores de rebaño, obreros de mies y apóstoles de evangelio.

Este evangelio ha sido entendido y aplicado de diversas formas, siendo reformulado de manera “pregnante” por el Vaticano II, pues de su interpretación depende el presente y futuro de la Iglesia.

Así lo supo y planteó de forma "regresiva" Juan Pablo II (Pastores dabo vobis, 1992) y así lo quiere replantear en  Francisco. Por eso he pensado que es bueno volver al texto de Mateo (pastores, obreros y apóstoles) desde la perspectiva y compromiso actual de la Iglesia.

La relación entre San Juan Pablo II y Francisco, el papa que le hizo santo  - Vaticano - COPE

Han pasado sólo 31 años

desde que Juan Pablo II (25.3.1992, publicó la exhortación postsinodal “pastores dabo vobis” (os daré pastores, cf. Jer 3, 15), que nos parece ya un espléndido canto de cisne sobre el carácter “ontológico” de un tipo de ministerio sacerdotal de de la Iglesia. Juan Pablo II querían recoger la enseñanza del Vaticano II (1962—1965), pero lo hacía con un tipo de Biblia que era más de AT que de NT, empezando por Jeremías y Jesús de fondo “pre-cristiano”.

Fue una exhortación muy bien trabada, la mejor que conozco sobre el tema, pero con elementos bíblicos que, a mi juicio, no respondían a la novedad del Vaticano II, ni al mensaje radical del NT.

Ese documento no tomaba la Biblia (el NT, leído y revivido desde dentro) como documento fundante de la iglesia, sino como una especie de “depósito de fórmulas muertas”, al servicio de una idea pre-establecida de iglesia jerárquica, entendiendo a Dios como “poder supremo” y a los ministros de Jesús como “poderosos”, portadores de una autoridad ontológica superior, interpretando a los “pastores” del evangelio como sacerdotes-obispos superiores

A los 31 años del documento de Juan Pablo II, el Papa Francisco está poniendo en marcha (de forma tanteante) un movimiento eclesial que retoma los motivos de fondo del NT y del Vaticano II, un movimiento que podría titularse “pastores faciam vobis”, os haré pastores en forma “sinodal”: Todos los cristianos son (somos) pastores con/en Cristo, conforme a ese evangelio de Mateo (Mt 9, 36-10, 8), conforme al cual, para ser “pastores” los seguidores de Jesús han de ser (hemos de ser) obreros de la mies, apóstoles del evangelio. 

LECTURA DE MT 9, 36-10, 8: COMPAÑEROS DE JESÚS: LOS DOCE, PASTORES, OBREROS, APÓSTOLES

Apostolado en piedra policromada, iglesia de San Juan, finales del siglo  Xll. Alba de Tormes por Jose Ruso Asensio | Fotografía | Turismo de  Observación

  En contra de la lectura simplista (plana) del documento de Juan Pablo II, donde todos los “ministros” de Jesús (pastores de Jeremías, apóstoles, sacerdotes, obispos y presbíteros…) aparecen en el mismo plano como autoridades con “poder de Dios” sobre los fieles, este pasaje de Mateo nos sitúa ante un panorama múltiple y riquísimo de compañeros/colaboradores de Jesús, conforme al esquema que sigue: 

1 En el fondo está el tema de los pastores, retomado desde la perspectiva del AT (oprimidos, aplastados… como ovejas sin pastor: Jeremías, Ezequiel). El Jesús histórico no ha empleado este signo para hablar de sus discípulos, no le ha hecho “pastores” del rebajo. Sólo más tarde, desde una perspectiva apocalíptica (Mt 25, 31), la iglesia retoma el motivo del pastor, en línea místico-eclesial (Jn 10 y 21) y pastoral (con Cristo como pastor-obispo de los fieles, con un ministerio reasumido por los presbíteros de las igleias, 1 Ped 5). Éste es un tema importante, pero no se sitúa en el centro del ministerio histórico de Jesús

2. En principio, los Doce de Jesús, de los que sigue hablando el texto (Mt 10, 1-4), no son pastores ni obispos, sino “doce” (valga la redundancia), es decir, signo, testimonio y principio de la totalidad de Israel (doce tribus). Éste es el primer “signo” del ministerio de Jesús: va ostentosamente con “doce” que son signo y principio del nuevo Israel, como “mesías acompañado” (mesías colectivo).

  Ese signo de los doce compañeros no es exclusivo (excluyente), sino incluso: con los “doce” camina un grupo mayor de amigos-comprometidos de Jesús, entre los que destacan unas mujeres. Pues bien, conforme a Marcos y a Pablo (ya a todo el NT) el grupo de los Doce como tal (cerrado en sí) ha fracasado, ha desaparecido. La iglesia como tal ha nacido a partir de las mujeres, de manera que los Doce quedan como signo de un principio que ha sido superado, pero que permanece como señal escatológica, tanto en Pablo (al final todo Israel será salvado: Rom 11, 26) como en Ap 21-22 (Nueva Jerusalén).

 3. En vez de pastores como los del AT, Jesús instituye (quiere que pidamos a Dios) “obreros” para la mies. Esa palabra (ergatas, obreros de la obra de Jesús, operarios, trabajadores) puede referirse tanto a hombres como a mujeres, y aparece en los documentos más antiguos de la Iglesia, tanto en el Q (Lc 10, 2) como en la dura controversia de Pablo contra los “malos obreros” (2 Cor 12, 13). Ésta ha de ser la “oración” de la iglesia, que no pide a Dios buenas vocaciones de poder ministerial (obispos, presbíteros, religiosos de

          Un tipo de iglesia, obsesionada por los pastores de poder sigue pidiendo a Dios vocaciones de este tipo (obispos, sacerdotes, monjas…), pero lo que Jesús quiere y pide a Dios son “ergatas”, obreros, operarios, voluntarios, al servicio de la “mies” (de la “sembranza/sembrío/siembra” de Jesús. Ésta es la imagen central del evangelio (Mc 4, Mt 13), una imagen que vale para hombres y mujeres, para todos los creyentes.

 4. Los obreros de la mies se convierten en apóstoles, es decir, en enviados de Jesús, retomando la tarea de los Doce, cuyo nombre cita cuidadosamente Mt 10, 2-4, con un gesto de nostalgia, pena y esperanza… Jesus quiso al principio “doce” varones que fueron con… y cumplieron cierta labor. Pero, al final, como sabe y dicen de formas complementarias Marcos y Mateo, Pablo, Lucas y Juan esos Doce fracasaron… Pero su fracaso fue providencial, porque tras (en vez de) ellos surgieron las mujeres de Marcos, los helenistas de Hechos, los apóstoles de los gentiles, con Pablo Estaban y Pablo en cabeza.

   Esto es algo que Juan Pablo II (Pastores dabo vobis) no ha sabido o no ha querido decir, por ignorancia de evangelio o por “presupuesto” de poder, identificando a los “pastores” con los obispos-presbíteros-sacerdotes en la línea de una jerarquía que no es evangélica.

 5. Todos sacerdotes según el orden de Melquisedec. Jesús ha sido un lego/laico, de la tribu de Judá, no de Leví. No ha sido sacerdote, ni ha fundado un nuevo “orden sacerdotal” en la línea de Leví, Sadoc u otros, como querían algunos judíos. No ha sido sacerdote de ley y templo, con sacrificios de animales, pero ha retomado y recreado con su entrega de amor pascual) el verdadero sacerdocio de la vida. Esto es algo que ha intuido pronto la tradición cristiana, tanto en Pablo (1 Cor), como en los evangelios (relatos eucarísticos de los sinópticos, sermón de Cafarnaúm de Juan), y que ha formulado de manera clásica la Carta a los hebreos.

          Eso significa, por un lado, que no hay sacerdocio jerárquico de tribu (Aarón, Leví, templo de Jerusalén), sino sacerdocio universal de vida. Todos los creyentes asumen y realizan en su vida el sacerdocio del nuevo Melquisedec (Sal 110), identificado con Jesús, identificado con Dios/Sacerdote, que regala en amor su existencia a los hombres.  

          Ciertamente, la iglesia podrá y deberá establecer más tarde (desde siglo II-III d.C.) un tipo de “orden” (ordenamiento) comunitario del sacerdocio de Jesús en las comunidades, pero no para negar, sino para ratificar, confirmar y celebrar el sacerdocio de la vida de Jesús, expresado en el pan y vino compartido de la iglesia.

GIRO COPERNICANO: DE JUAN PABLO II A FRANCISCO.TODOS PASTORES: OBREROS  Y APÓSTOLES DEL EVANGELIO.

ArteViajero on Twitter: "Apostolado de la Iglesia de San Juan de Alba de  Tormes (#Salamanca), datado entre los S. XII y XIII, puede citarse como uno  de los mejores conjuntos de escultura

Juan Pablo II creía que la iglesia perece por falta de buenos pastores, retomando un motivo de Jeremías (AT). En esa línea pensaba que la solución está en que Dios envíe buenos pastores/señores y que el resto de los cristianos se dejen (nos dejemos) guiar y dirigir bien por ellos, conforme al refrán del Mío Cid (=de mi Señor): ¡Que buenos vasallos si hubiera buenos pastores! (qué buenos cristianos seríamos si tuviéramos buenos pastores. Pero el Jesús de Mt 9, 35-10, 8 (y de Jn 10, 1-10 no ha venido simplemente a liberarnos de los malos pastores (ladrones y bandidos) de Jeremías, sino para que seamos pastores, obreros y amigos de Jesús.

Esto es lo que Papa ha querido poner de relieve Francisco añ apostar por una iglesia sinodal, en comunión dialogada de todos, pues ya no hay señor y esclavo, sacerdotes y laico, varón ni mujer (Gal 3,28), pues todos somos uno/comunión de amor, unos en otros y con otros.

          Por eso, en contra de lo que quería Juan Pablo II (Pastores dabo…), la solución (es decir, la vida cristiana) no está en que Dios mande buenos pastores jerarcas, y la iglesia los forme bien para mandar con poder, sino en que Jesús/Dios nos libere de la esclavitud del mal redil, para que seamos todos amigos/pastores los unos de los otros, en libertad… de amor.

La solución no está en pedir a Dios buenos pastores y en formarles/troquelarles en “seminarios adecuados para líderes sobre buenas ovejas sometidas, sino está en crear comunidades de creyentes, como las que quieren los cuatro evangelios, con Pablo y toda la iglesia primitiva… comunidades de las que puedan surgir buenos ergatas, obreros de evangelio.

          No se trata de pedir a Dios que mande buenas vocaciones del tipo actual a las iglesias (pastores bien preparados para dirigir bien a ovejas obedientes), sino de pedir a Dios que seamos todos comunidad de vida cristiana, de manera que de esa comunidad sacerdotal/profética pueden surgir los tipos de ministerios necesarios al servicio del amor y la fraternidad, es decir, de la pascua cristiana.

            El tema de Juan Pablo II (os daré pastores…) era muy bueno, pero se quedaba en el AT, con el profeta Jeremías, cuando dice que Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y lo guíen: «Pondré al frente de ellas (o sea, de mis ovejas) Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas» (Jer 23, 4).

Carta de Pedro Casaldáliga al Papa Juan Pablo II: "Puedo y debo dar a  nuestra Iglesia esta contribución: pensar en voz alta mi fe"

Ha pasado desde Juan Pablo II sólo una generación, pero es como si hubieran pasado diez o quince. Aquella exhortación fue muy valiosa, pero propia de su tiempo de y modelo de iglesia per-concilio y reactiva. Tenía palabras hermosas, deseos ardientes de “prosperidad pastoral”, pero no ha logrado producir los frutos que prometía (al menos en occidente).

No es que haya fracasado. No podemos echar todo aquello por la borda, para aligerar de esa manera la navegación. Pero nuestro mar no es el de entonces (ni el de las mieses y pastos de Jerusalén en tiempo de Jeremías); ni las ovejas son las mismas, ni los pastores tienen la misma visión del evangelio, ni la misión de los sacerdotes ministeriales es la que entonces se pensaba, dentro de un mundo que ha cambiado, en una iglesia en crisis fuerte de mantenimiento, según la paradoja de la bicicleta, que sólo se mantiene si es que avanza, en ejercicio arriesgado de búsqueda de Reino.

Desde el manifiesto “pastoral” de Juan Pablo (Os daré pastores…1992) el conjunto de la Iglesia Católica ha sentido la necesidad de descubrir y poner en marcha el camino de los verdaderos pastores como Cristo para liberar (sacar) a las ovejas del redil donde les han encerrado los poderes de un mundo y de una iglesia que tiende a repetir métodos de latrocinio y bandidaje, no de liberación. El conjunto de la iglesia católica está descubriendo con Jn 10, 1-10 que Cristo nos ha liberado a todos de un aprisco sometido al riesgo de ladrones y bandidos, para hacernos comunión de vida, como quiso el mismo Jesús del conjunto del evangelio de Juan, culminando en Jn 21  

En este momento, año 2023 (conforme a la inspiración y proyecto sinodal de Francisco: Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros: Concilio de Jerusalén, Hech 15), todos nosotros tenemos que empezar siendo pastores/obreros de/como Jesús, retomando su auténtica tarea, que consiste en entrar por la puerta en el redil antiguo para llamar y “sacar” (liberar) a sus ovejas, es decir, a los hombre y mujeres oprimidos de diversas formas por ladrones y bandidos, conforme al evangelio de este 4º Domingo de Pascua .

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De Mt 9-10 a Jn 10, 1-10. Diez reflexiones sobre los pastores/obreros de la iglesia

  1. Lo que Jn 10, 1-10 dice de Cristo/pastor lo dice de todos los cristianos. Por eso pasamos de pastores dabo vobis (os daré pastores) a pastores faciam vobis, os haré a todos pastores. Por eso pasamos del ego sum pastor bonus (soy el buen pastor) al pastores estis (vosotros sois pastores, y debéis ser pastores buenos) uno de los otros. No hay según eso (con Gal 3, 28) y con todo el evangelio de Juan una pastoral de pastores jerarcas sobre fieles/ovinos sometidos, sino pastoral de cuidado y amor de todos los creyentes.
  2. Retomando una imagen de Mt 9, 36, Jn 10 asegura que vivimos en un mundo de “malos pastores” (ladrones y bandidos: Kleptai kei lestai)), que tienen encerradas en su propio redil a las ovejas. Es necesario un tipo de servicio pastoral de dirección, de animación, como sabe sal “, pero, de un modo “desgraciado” la dirección se ha vuelto sumisión, la animación se ha convertido en utilización. Este es el “pecado original” de la historia (no en la línea de Pablo, Rom 5,), sino un pecado histórico/social de sometimiento, latrocinio y bandidaje, en la línea de los grandes mitos de Henoc y del judaísmo antiguo. Los pastores/dueños de grandes rebaños (imperios, iglesias…) no han empleado su servicio para crear/ofrecer espacio de amor y de seguridad sino para aprovecharse de las ovejas. En el contexto de Jesús, esos pastores eran los soldados romanos y los sacerdotes del templo judío, gestores aprovechados de un mundo sometido bajo su dominio. No hará falta repetir que este año 2023 sigue siendo tiempo de malos pastores.
  3. Los malos pastores no entran por la puerta y el camino de Dios que lleva a la nueva humanidad del amor liberado, sino que saltan por el muro. El pastor auténtico entra por la puerta de la palabra y de la libertad. El “thyroros” o portero es Dios, la puerta es Jesús y el mismo Jesús es el pastor de la nueva humanidad… Pues bien, con Jesús, y como él, los cristianos somos pastores/sacerdotes, comprometidos a realizar su servicio de liberación, de conocimiento muto, creando así espacios y abriendo caminos de iglesia en “salida” (Francisco) y de iglesia sinodal (hacer juntos el camino, comunicarnos mutuamente amor y vida). Lo que Jn 10 dice de Jesús lo dice se dice para todos los creyentes, y así ha de entenderse, aunque de un modo especial puede aplicarse a un tipo de “llamadas” o vocaciones ministeriales al servicio de la vida y libertad de la Iglesia (de la humanidad.
  4. Los buenos pastores ministeriales (animadores de una iglesia en la que todos somos obreros/pastores), han de ser adelantados y testigos de una Iglesia en salida, como quiere el Papa Francisco, de una iglesia para el éxodo de la libertad. Éste es el tema clave de Jn 10, 1-10: Jesús dice que estamos cerrados y amenazados en un mundo (redil), gobernado por miedos y opresiones de ladrones y bandidos (kleptai kai lestai) que nos quieren someter para tenernos dominados y aprovecharse de nosotros. Pero él ha venido para sacarnos de esa paridera de miedos (en lenguaje aragonés), para que salgamos y seamos libres, y ayudemos a vivir en libertad a otros, como quiso Jesús.
  5. Los buenos pastores (animadores de Iglesia) han de ser como Jesús, empeñados en sacar a las ovejas del redil cerrado donde los elementos del mundo y los poderes opresores del dinero/mando les tienen sometidas, para caminar con (delante de) ellas, en ejercicio de conocimiento mutuo, vida entendida como entrega de amor hasta la muerte. Estos pastores no tienen sólo olor de oveja, como quiere el Papa Francisco, sino conocimiento de oveja. En el lenguaje bíblico “conocer es querer”, como quiere el esposo a la esposa, la novia al novio… Conocer es conocerse, amarse… Sólo así, en amor, se conocen mutuamente el pastor y las ovejas, de manera que el pastor deja de ser vigilante y la oveja “animal vigilado”, siendo ambos amigos, compañeros, al servicio de la vida. del pastor.
  6. Los nuevos pastores de (como) Jesús han de ser “adelantados” de la libertad… Han de ayudar a salir a las ovejas, caminando por delante… con su testimonio y ejemplo. Tienen que ir delante, corriendo los riesgos primeros de la vida, no por mandato, sino por ejemplo y para ejemplo. Éstos son los pastores que quiere y promueve Jesús, los nuevos coaches (pero no por dinero ni oficio), entrenadores, animadores arriesgados, sin más poder que el amor de la vida de Jesús, sin más ilusión que “liberar” (sacar del redil) a las ovejas…
  7. Los nuevos pastores han de ser animadores y guías de un nuevo “conocimiento”, es decir, de la comunicación de amor. Como he dicho, ellos “conocen” a las ovejas; y según la Biblia conocer es amar, es amarse… De esa forma, al final, en el camino no habrá pastores y ovejas, sino que todos han de ser “amadores”, amigos en libertad…
  8. Cierto camino de poder de la Iglesia cristiana ha sido admirable, a lo largo de los siglos… Los pastores cristianos, tomando elementos del Imperio de Roma y del Sacerdocio judío, han recorrido el mayor camino de poder que se ha dado en el mundo moderno… pero en el fondo, muchos de ellos, han creado nuevos rediles (campo de redes) para tener cerradas a sus ovejas. La inmensa mayoría han sido y son buena gente, pero al estilo romano‒judío más que cristiano. Ha llegado el momento de los “pastores” cristianos, según Jn 10, pastores que liberan, conocen y son conocidos, por los anchos espacios de la libertad del Evangelio, como sabe Mt 9-10, como sabe Pablo, como dice Jn 10 .
  9. El pastor de Iglesia ha podido ejercer en otro tiempo (en línea de AT) un “dominio” bueno de dirección, en sentido físico y psíquico, religioso y social… , Pero ése ha corrido el riesgo de ser un gobierno no personal, sin amor y conocimiento mutuo, sin verdadera libertad. El pastor corre el riesgo de mantener encerradas a las ovejas en rediles, en minoría de edad, en opresión… En esa línea se podría decir que un tipo de pastoral de la iglesia ha sido pre-cristiana, pues ha tomado los rasgos de un tipo pastor del AT y de los reinos orientales, y no la novedad de Jesús, que utiliza la imagen del pastor para superarla por dentro. Como he puesto de relieve, el pastor-Jesús de Jn 10 no tiene la tarea del “perro-pastor”, especializado en meter ovejas en rediles.
  10. El pastor se identifica con las ovejas, Mt 25, 31-46. El mismo Dios se hace oveja necesitada: Tiene hambre, tiene sed… El pastor no está arriba, no tiene ovejas para enriquecerse con ellas, para mandar sobre ellas… No es el pastor el que manda sobre las ovejas, sino el que sufre necesidad en ellas. La imagen de fondo del texto es tradicional, pero el simbolismo es ya totalmente nuevo: aquí estamos ante un pastor que se identifica con sus ovejas; no manda sobre las ovejas desde arriba, sino que vive y sufre en ellas.Estamos, evidentemente, en una línea de evangelio, que ha de entenderse desde la parábola de la oveja perdida (cf. Lc 15, 4-6, Mt 18, 12-14) y desde la gran alegoría de Jn 10, 1-16, donde las ovejas dejan de ser animales dirigidos por un guía superior y se vuelven amigos del pastor.
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