Revolución en el palacio de Dios (Sal 82: J. D. Crossan; X. Pikaza).

Este salmo es para muchos el más importante de la Biblia o por lo menos uno de los más importantes.

Está escrito en un momento (siglo IV-III a C. en que los grandes guerreros, príncipes y sabios, comerciantes, sacerdotes y dueños de inmensos capitales están ocupando de hecho el lugar de Dios sobre la tierra).

Dios les había dado poder y ellos se consideran divinos (dioses, Elohim), con poder sobre el bien y el mal, pensando que tienen derecho de oprimir y dominar sobre los pobres, como ha puesto de relieve en otro contexto el libro de la Sabiduría.

Pero ahora Dios se alza y realiza su revolución en el palacio,  privando de poder y “matando” a los dioses (gobernantes, jueces, caudillos, sacerdotes) sátrapas perversos, que se han elevado a sí mismo oprimiendo a los pobres.

ENSÉÑANOS A ORAR. EL LIBRO DE LOS SALMOS. LECTURA CRISTIANA. PIKAZA  IBARRONDO, XABIER. Libro en papel. 9788490739006 LIBRERÍA DIOCESANA CASA DE  LA IGLESIA - BURGOS

Esquema de fondo. Los sátrapas de Dios

El salmista empieza concibiendo a Dios como un gran rey persa o helenistas con ciento de “dioses” subordinados, que gobiernan su reino  como sátrapas de grandes satrapías….

  1. Pero en conjunto, estos sátrapas divinos (reyes y jueces, sacerdotes, jefes del ejército y ricos) no han servido a Dios ni a los pobres… sino que se han servido a sí mismos, a través de grandes obras e invenciones sociales, militares, religiosas etc… No han empleado el poder para crear vida y ayudar a los débiles, sino para imponerse y dominar sobre el mundo entero.

Por eso es necesaria una revolución en el palacio (en la administración) de Dios, una revolución que no viene de abajo (de los pobres que luchan contra los ricos…), sino de Dios que cambia radicalmente su forma de gobierno. No se impone en el mundo a través de sus sátrapas, sino que se revela por los pobres, los indigentes, los oprimidos.

Esta es la mutación de Dios que este salmo ha proclamado y que según Crossan, se ha realizado en el mundo a través de Jesucristo. La verdadera revolución no la hacen los hombres, matando a Dios (como diría Nietzsche), sino que la hace Dios cambiando de un modo radical el orden y sentido de su palabras, invirtiendo los valores del mundo, empezando por los pobres.

Visión de J. Dominic Crossan

 Cossan (cf. apéndice) ha sido quizá el más audaz de lo exegetas cristianos (católicos) de la segunda parte del siglo XX y de los primeros años del siglo XXI.  Él ha querido vincular en su raíz judaísmo y cristianismo, a través de una experiencia compartida de justicia y de ayuda a los pobres.

   A su juicio, judaísmo y cristianismo son las religiones de la revolución del palacio de Dios, que ya no se revela a través de los poderes del mundo (reyes, jueces, sacerdotes, ricos…), sino a través de los pobres y oprimidos. encarnándose en el sufrimiento de los  hombres. En esa línea ha podido afirmar que este salmo 82 constituye el centro del AT (del judaísmo) que se identifica con la visión cristiana del mundo mundo, Así lo dice de un modo tajante en su obra final más significativa:  El nacimiento del cristinismo, Sal Terrae, Santader 2002,  pág. 207-2008 (Sal 82)

Juicio divino.«Dios se alza en la asamblea divina, para juzgar en medio de los dioses (esto es, a los hombres que han divinizado, oprimiendo a los pobres): "¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y haréis acepción de los malvados? Defended al débil y al huérfano, haced justicia al humilde y al pobre; liberad al débil y al indigente, arrancadle de la mano del malvado".

Rebelión contra el poder. Dios mismo les había dado poder, como reyes, jueces, sacerdotes, gobernantes… Pero ellos se han opuesto a Dios. En vez de animar y dar vida a los. En vez de servidores de Dios son en general (todos ellos, son como sistema de poder) siervos y representantes del cielo en mundo). El poder de los sacerdotes, jueces, reyes y grandes propietarios de dinoer, no viene de Dios, sino del diablo. Por eso, Dios se condena a todos en conjunto como clase diabólica:  Yo había dicho: "Vosotros sois dioses, todos vosotros, hijos del Altísimo".

Sentencia final de Dios: Pero ahora moriréis como cualquiera.  Por eso, el salmo termina con la petición del salmista que dice:  Petición del salmista: ¡Álzate, oh Dios, juzga a la tierra, pues tú eres el señor de las naciones!».  Éste es según Crossan el sentido más hondo de la primera petición del Padre-Nuestro (=Venga tu reino, expulsa a todos los dioese-falsos, sátrapas del mundo).

Comentario de X. Pikaza (Sal 82, pags. 412-415):

Este salmo de Asaf (Salmo 82) retoma el motivo de Sal 72, donde se decía que el «ungido» de Dios defenderá a los oprimidos y socorrerá a los pobres,estableciendo un reino de salvación para afligidos e indigentes desde el mar Occidental al Gran Río de Oriente. Este motivo (que Sal 72 exponía de manera mesiánica) ha sido desarrollado aquí en perspectiva judicial como acusación y condena de los jueces perversos que no defienden a los oprimidos, sino que han puesto su falsa justicia al servicio de los opresores.

 Junto a esos dos salmos (72 y 82) se pueden citar otros (cf. Sal 16; 18; 32; 34; 40; 58; 68; 69; 82; 91; 107; 142; 145; 146; 147) que insisten en laprioridad de la justicia y, sobre todo, en el servicio a los pobres (huérfanos, viudas, extranjeros: Ex 22,20-23; Dt 16,9-15; 24,17-22), como atributo esencial de Dios y principio de salvación. Estos salmos exponen la revolución en el palacio de Dios. 

Empleandounlenguajesimbólico(mitológico), este salmo presenta a los jue- ces/gobernantes como «dioses subordinados», bajo Yahvé, Dios supremo. Los llama «dioses» en sentido irónico, pues no lo son, sino que han querido serlo (divinizarse a sí mismos, dominando sobre otros), pero Yahvé, único juez y poder verdadero, se lo impide, destronando a los falsos dioses (reyes,cadillosmilitares,hombresricos...)queoprimenconsupoderalospobres.Dios ha decidido ex- pulsarlos (derribarlos), a fin de que los hombres puedan vivir y orar en libertad.

Este salmo supera y destruye toda sacralización divina del poder, para insistir en la justicia liberadora, que consiste en proteger a los débiles. Conforme a la experiencia orante de este salmo, cuya verdad culmina, según los cristianos, en la vida y obra de Jesús, Dios se identifica con los pobres y oprimidos, no con el poder de jueces (gobernantes) opresores.

Texto

  1. Dios se levanta en la asamblea divina; rodeado de dioses, juzga:
  2. «¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? (Pausa)
  3. Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado,
  4. 4 defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable».
  5. Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscu
  6. ras, mientras vacilan los cimientos del orbe.
  7. Yo declaro: «Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos,
  8. moriréis como cualquier hombre,caeréis, príncipes, como uno de tantos».
  9. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra,porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

Justicia de Dios: Contra los jueces injustos (82,1-4). Se ha reunido (como en Job 1–2) la asamblea divina (‘edut el) Rodeado de los Elohim /), dioses inferiores, poderes angélicos, gobernantes, el verdadero Dios se eleva sobre todos y ratifica su autoridad proclamando su juicio   contra todos esos opresores. El salmista no describe con más precisión la identidad de esos elohim (gobernantes cósmicos, reyes y jueces auto-divinizados), sino que proclama sobre todos ellos su autoridad como verdadero Dios que eleva y libera a los hombres, destronando a todos los dioses y poderes opresores.

Este es el juicio divino: Dios condena a los dioses y poderes que oprimen a los hombres. Esta es la más honda de las liberaciones, mucho más honda que la de los hebreos esclavos de Egipto. Esta es la liberación teológica por excelencia: se eleva el Dios del salmo (Yahvé, el que hace ser) y destrona a todos los dioses falsos, a todos los que se imponen sobre los hombres. La verdadera religión no es someterse a los dioses, sino liberarse de ellos, proclamando la grandeza del «Dios divino» que se eleva en la «asamblea de los dioses»   para juzgarlos, destronarlos, porque en vez de hacer ðjusticia a los pobres los han oprimido, y se han hecho ellos «culpables» (reshaim>).

Esta es la paradoja o, mejor dicho, la revolución de Dios, que condena a los poderes que han usurpado su nombre para oprimir a los pobres. Por eso se eleva, rodeado por aquellos que gobiernan-juzgan el mundo y, en vez de avalar su poder y agradecerles su servicio, los condena porque se han puesto de parte de los opresores. Eso significa que los poderosos del mundo (reyes, grandes gobernantes, jueces) no son representantes de Dios, sino anti-dioses.  

Este salmo proclama la revolucióndelcielo: el verdadero Dios se levanta en la Asamblea divina, condena a todos sus representantes falsos y los expulsa de sus tronos, de forma que ellos quedan sin poder sobre la tierra. Solo el Dios justo gobierna sobre el mundo; los restantes dioses cósmicos o sociales que oprimen a los pobres son falsos, de forma que Dios los destrona y destituye2.

Condena:Moriréis,caeréis...(82,5-7).Estos versos declaran la sentencia de Dios, que se expresa de modo Por más que se crean y digan repre sentantes de Dios (ángeles, reyes, jueces...), los poderes del mundo son simples mortales, pues solo Dios es el Viviente (dador de vida) y los que se oponen a su justicia a favor de los pobres se destruyen, cayendo en manos de la muerte3.

Este Dios no declara una condena nueva, sino que se limita a recordar a los jueces/reyes injus tos que están condenados, que no tienen poder ninguno. No tiene que matar- los, pues, haciendo lo que hacen, se condenan y matan a sí mismos. Se creen poderosos, esto es, dioses (hijos del Altísimo, !Ayæl[. , ynbßE .), pero son simplemente mortales. Esta es la palabra clave que el salmista dirige a los príncipes del mundo (~yrIåF'), recordándoles el destino de muerte que ellos han originado.

Petición: «Levántate, oh Dios, y juzga la tierra... (82,8). El texto ante- rior nos ponía ante Dios, que debía alzarse para juzgar a los jueces pode- rosos. Ahora escuchamos la voz del salmista o de los creyentes que le pi- den que lo haga, que se levante para realizar su juicio sobre todos los pueblos (~yI(AGh;-lk'B.), condenando a los que han usurpado la autoridad de Dios para oprimir a los pequeños.

Los que así piden a Dios son, por una parte, los israelitas fieles, que le dicen que condene a los «gentiles» (~yI(AGh;). Pero en un sentido más amplio son todos los oprimidos del mundo (pobres, huérfanos, necesitados...), sin distinción de pueblo o raza (judíos y gentiles), pidiendo a Dios que condene y destituya a los jueces opresores (cf. Ap 6,9).

Reflexión y actualización

Este salmo proclama la revolución del «palacio de Dios», que condena a los dioses y gobernantes perversos que se han venido presentando y actuando

 2 Tal como ahora existe, dominado por poderes político-sociales de opresión, este es un mundo antidivino, mundo ya juzgado y condenado por el verdadero Dios del cielo (82,2-4).

3 Este salmo recoge las palabras esenciales de la moral bíblica, centrada en la defensa del desvalido y huérfano, el necesitado/pobre e indigente (vr"äw" ynIß[' ~At+y"w> ld), como saben los profetas (cf. Is 1,17) y la legislación del Pentateuco, condensada en la protección de huérfanos-viu- das-extranjeros. Según eso, al levantarse en la asamblea de los «dioses» y presentarse como fuente de justicia, Dios revela su verdadera esencia (amor creador), condenando a esos jueces opresores.                 

En contra de una  «religión de los poderosos del del mundo», el Dios bíblico viene a presentarse como justicia de gracia, por encima de los «dioses» y poderes opresores, que han usurpado e invertido su autoridad. Este es el mensaje radical de la teología y de la apocalíptica judía, tal como culmina en Jesucristo. Sin ella carece de sentido la teología de Israel y el evangelio 

4 Este salmo nos sitúa ante el descubrimiento de la maldad diabólica de los poderes opresores, anunciando la revolución orante y misionera del mensaje central del evangelio, expresado en Mc 1,14-15 y en el sermón de la montaña/llanura de Mt 5–7 y de Lc 6. En esa línea se sitúa el discurso de Jesús cuando rechaza la pretensión de dominio de los zebedeos (Santiago y Juan), condenando la opresión destructora de los gobernantes (Mc 10,35-40; cf. Mt 11,25-30).

En ese contexto se puede añadir que, a diferencia de los «dioses de opresión», contra los que se eleva este salmo, el evangelio de Juan (a finales del siglo i d.C., cf. Jn 10,34-36) se atre- ve a llamar Dios a Jesús, utilizando (quizá de un modo irónica) este salmo: si la Escritura llama «dioses» a unos seres que no lo son, nadie podrá oponerse al hecho de que a Jesús de Nazaret se le llame Dios, pues él ha cumplido una función auténticamente divina de revela- ción de la verdad y liberación (salvación) de los oprimidos pobres.

Anejo

John Dominic Crossan

Crossan J. D.(1934- ).

Exegeta e historiador de origen irlandés (nacido en Tipperary) y de tradición católica. Se trasladó de joven a USA, como religioso de los Siervos de María, estudiando allí en el Instituto Bíblico de Roma. Más tarde renunció al ministerio para enseñar con libertad casado en la Iglesia católica. Ha sido uno de los fundadores del Jesús Seminar y es en la actualidad (con → Sanders y Dunn) uno de los exegetas más influyentes, no sólo en el mundo católico, sino también en entre los protestantes y agnósticos.

A diferencia de E. P. Sanders, Crossan ha puesto más de relieve el aspecto social del mensaje de Jesús y sus implicaciones en el campo económico, en la línea de una transformación radical de las condiciones de la vida humana. En esa línea, afirma que el Dios de Jesús era un Dios de resistencia no violenta frente al mal tanto estructural como individual. Creyendo en ese Dios, que es gratuito pero no pasivo ni intimista, Jesús no quiso situarse en un plano militar, sino de trasformación personal y de justicia económica. No fue activista guerrero, como algunos macabeos (1 Mac), pero tampoco un defensor pasivo del martirio como otros (4 Mac).

A su juicio, Jesús no esperó un milagro espectacular de Dios, ni vinculó el martirio con la rebelión armada, pero no permaneció neutral, esperando que le mataran, dejando que Dios resolviera después (desde fuera) los problemas de la sociedad, sino que se comprometió activamente, en la línea de una justicia que brota del amor. Así fue promotor de un movimiento de trasformación radical, no armada, desde el contexto de la vida social y personal de los campesinos galileos, empezando por abajo, desde los pobres y expulsados del sistema, para buscar con ellos y para ellos un tipo de comunión y justicia universal, en este mismo mundo.

Portada de Para comprender y vivir los salmos

Crossan piensa que Jesús fue Mesías de los pobres (en un sentido extenso), destacando el aspecto social de su mensaje, en línea de justicia, más que de perdón sacral. Estrictamente hablando, no vino a perdonar pecados ni a limpiar impurezas (para eso estaban los sacerdotes), sino a ofrecer una esperanza de vida a los pobres, abriendo un camino para la reconciliación y perdón de las deudas, en la línea del Padrenuestro (cf. Mt 6, 12).

Más que reformador religioso (en plano sacral o ritual), profeta penitencial o Mesías espiritualista, Jesús fue mensajero y promotor de la justicia social, vinculada al perdón de las deudas y de la comida compartida (en plano económico y social). El movimiento de Jesús no estaba centrado en el ascetismo religioso (que era un lujo para los que tenían comida y techo, esposa e hijos, sino en el compromiso a favor de los indigentes y desposeídos, dentro de una sociedad campesina, oprimida bajo el peso de la comercialización rural que había condenado a la pobreza a gran parte de la población.

La obra más significativa de Crossan es Jesús. Vida de un campesino judío (Barcelona 1994, original de 1991), condensada en Jesús, una biografía revolucionaria (Barcelona 1996). Ella sitúa a Jesús en el entorno social y religioso de su tiempo, presentándole como sabio (casi en la línea de los cínicos), carismático ambulante (sanador) y amigo de la mesa compartida.

NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO, EL - JOHN DOMINIC CROSSAN - 9788429314540

Es muy significativa su interpretación de la muerte de Jesús y de los orígenes de la iglesia, tal como aparece en El nacimiento del cristianismo (Santander 2002, original 1999).

Entre otros libros:

Sayings Parallels. A Workbook for the Jesus Tradition (Philadelphia 1986);

The Essential Jesus- Original Sayings and Earliest Images (New York 1998);

The Cross that Spoke The Origins of the Passion Narrative (San Francisco 1988);

Who killed Jesus? Exposing the Roots of Anti-Semitism in the Gospel Story of the Death of Jesus (San Francisco 1995).

Sus últimas obras (escritas en colaboración con J. L. Reed) han puesto de relieve las implicaciones sociales y religiosas del movimiento de Jesús: Jesús desenterrado(Barcelona 2003); En busca de Pablo. El Imperio de Roma y el Reino de Dios frente a frente en una nueva visión de las palabras y del mundo del apóstol de Jesús (Santander 2006).

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