J. Santucho, mercedario, guerrillero (ERP): ¡No fuimos terroristas!.

Ayer colgué un trabajo de Gustavo Gutiérrez (¡bravo, Chiquitina), donde presentaba a San Juan de la Cruz como inspirador de la Teología de la Liberación. (¡Bravo o tra vez a Chiquitina... y gracias a todos los que habéis buscado al autor!).El texto lo tomé de las Actas del Congreso Internacional Sanjuanista de Avila, 22-28 de Septiembre de en el yo también había participado1991 (cf. l http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=6033); el texto que aparece igualmente en Beber de su Propio Pozo (Sígueme, Salamanca 2009).

Después de haber colgado el texto y de pedir la ayuda de San Juan de la Cruz en su día, me llamó Pep Palmitjá: ¡Mira la Vanguardia. Julio Santucho está en Barcelona!. Era cierto, busqué en internet (cf. La Vanguardia 14 del XII de 2009, la contra)y decía: «Julio Santucho ha venido a organizar el I Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos en Santa Coloma de Gramenet (www. dhfestival. org), extensión de los que organiza en Latinoamérica desde hace una docena de años (www. derhumalc. org. ar). Santucho no ha venido para hablar de su drama personal, pero me ha resultado inevitable acercarme a una historia familiar que refleja la historia reciente de Argentina y Sudamérica. Algunas experiencias no son tan ajenas a las de nuestro inmediato pasado... Él sigue bregando por una sociedad menos injusta, ahora con la luz del cine documental».

(Foto de M. R. Santucho). Me invadió una inmensa nostalgia , pues había vivido con Santucho por un tiempo, cuando él vino a estudiar a nuestro convento mercedario de Poio, donde yo estaba terminando (él empezaba). Nos trajo ideas nuevas, inquietudes, un mundo de esperanzas vinculadas a lo que después explicitaría la teología de la libración con Gustavo Gutiérrez.

Corrían los años 1963/1964. Éramos jóvenes, creíamos en un cambio de la Iglesia y de la sociedad, aunque nuestra formación había sido totalmente espiritualista, ajena a los problemas sociales, políticos y religiosos de nuestras poblaciones. Por otra parte, la Gran Iglesia de España estaba aún cerrada en un franquismo absoluto. Nos parecía que el compromiso social de la Iglesia era necesario, tanto en América como en los países del otro lado del Telón de Acero


Sigue introducción de X. Pikaza

En Argentina las cosas eran ya distintas, nos llevaban diez años de adelanto en el campo de la reflexión política y la inserción social, al menos en algunos segmentos de la Iglesia y del pueblo. Santucho y sus compañeros expresaban algo que nosotros llevábamos quizá dentro pero no decíamos (no sabíamos expresar) todavía... No fue mucho lo que estuve con él. Le vi en Roma donde terminó sus estudios de teología y supe que había dejado la Merced (sin ordenarse sacerdotes), uniéndose a su hermano, máximo dirigente del ERP. Había quedado marcado por el “primer golpe blando” de los militares el año 1966; optó por la política activa, desde un fondo cristiano e incluso mercedario; pensó que el mensaje cristiano se expresaba en forma de lucha "a favor del pueblo". A diferencia de él, yo pasé todos los años de su compromiso guerrillero (1966-1976) estudiando teorías de exégesis y lenguas bíblicas en Roma.

Puí a Argentina poca después del gran golpe del 1976, el año 1978, en plena dictadura militar (¡el año del mundialito!) y un amigo grande, después obispo (Mons. Iribarne Aramburu), de origen vasco, liberal, gran cristiano, me enseó a mirar con cariño cristiano a un lado y otro lado. No estaba con la guerrilla derrotada (perseguida cruelmente), pero tampoco estaba con los militares y con cierta Iglesia Oficial (¡vinculada en parte con los militares!). Me habló de Robi Santucho (hermano de Julio), a quien él había querido, dirigente máximo del ERP, me habló de Julio, exilado, y de las dificultades de una Iglesia que no había sabido encontrar un lugar evangélico y liberador (¡era mercedario!) entre el ejército triunfante y opresor y las masas populares cada vez más pobres. Argentina era ya un país partido (me dijo), roto por dentro, sin ese diálogo que la Iglesia no había logrado entablar entre el ejército y los guerrilleros de Santucho (Iribarne murió poco después, recién nombrado obispo de Dean Funes, Córdoba, quizá de pena).

Éstos son mis recuerdos de Julio Santucho, con otros muchos que podría citar…Sé que él tenía razón (y la tiene), pero quizá no toda. Sé que la guerrilla no era la respuesta, y que tampoco era respuesta la dictadura militar… Él se confiesa hoy agnóstico, tras cuarenta años de lucha, y cree que se debe hacer aún la Revolución, pero no con armas, partiendo de los Derechos Humanos. Añade, como veréis en la entrevisrta, que ellos no eran terroristas, que el terrorista era el Estado. Dejo esa afirmación al juicio de los lectores que conozcan mejor que yo la situación pasada y presente de Argentina,pero quiero añadir que tuve y tengo una gran simparía por J. Santucho.
Él es hoy un lider popular, al servicio de la defensa de los Deechos Humanos, con el cine en la mano, no con la mitra/metralleta. Ciertamente, la defensa de los Derechos Humanos me parece fundamental. Pero estoy convencido de que en este campo la Iglesia tiene algo que decir, partiendo del Evangelio, de ese Evangelio en el que creíamos tanto Julio como yo y otros muchos el año 1964. Cuarenta y cinco años han pasado, los problemas siguen. Los lectores de este blog conocéis mi propuesta. Los que queráis seguir conociendo la de Julio Santucho podéis leer la entrevista que sigue (que apareció en la Vanguardia de Barcelona). Julio, desde este pueblo frío de Castilla, te digo que me gustaría verte… y hablar, como hace 45 años, con la nostalgia de aquello que podía haber sido, con la decisión de aquello que queremos que sea.


Julio Santucho, miembro de una familia masacrada por la dictadura militar argentina
"Mi hermano, embalsamado, fue exhibido en un cuartel"

Entrevista por VÍCTOR-M. AMELA 14/12/2009)

http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/20091214/53843773506.html


Tengo 64 años. Soy argentino, exiliado de 1976 a 1993. Quise ser sacerdote, fui revolucionario y he ejercido como periodista y profesor. Soy viudo, con tres hijos treintañeros. Soy anticapitalista guevarista. Soy agnóstico. Organizo festivales de cine de derechos humanos

Busca usted el cadáver de su hermano...

Sí. Se llamaba Mario Roberto, le llamábamos Robi. Sabemos que hay tres personas que saben en Argentina dónde está el cuerpo de mi hermano Robi.

¿Qué personas?

Videla, Riveros y Bussi: eran generales en la cúpula del ejército argentino cuando el cuerpo de Robi fue exhibido en el cuartel de Campo de Mayo.

¿Exhibido?

El cadáver de Robi fue embalsamado y exhibido en el museo de la represión que montaron en ese cuartel los jefes militares.

Siniestro, macabro...

Robi cayó el 19 de julio de 1976, y el cadáver estuvo expuesto durante un año, tengo testimonios... Luego lo retiraron, y sólo ellos saben dónde está.

¿Ningún juez les ha interrogado?

Tras años de pugna jurídica, un juez acaba de enviarles citación para declarar antes de fin de año. Pero no soy muy optimista...

¿Por qué?

No quieren que descubramos las aberraciones que le hicieron: sabemos que hubo una fiesta negra con su cadáver, que saltaron sobre él, que le quemaron... Ya conseguí permisos para excavar en el cuartel, y allí no está. No nos dirán dónde está: no quieren que su cuerpo sea objeto de veneración.
¿Tan popular fue su hermano?


Era el líder del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo). Por eso el apellido Santucho quedó maldito para la dictadura militar: tengo hermanos y cuñadas y sobrinos asesinados o desaparecidos. Hay en mi familia ocho muertos y diecisiete exiliados.

¿Cometió atentados su hermano?

Cuando los militares acordaron sistematizar secuestros y asesinatos clandestinos, en 1975, nosotros acordamos asaltar cuarteles: asaltamos nueve, con desigual éxito. Jamás atentamos contra la población.

¿Empuñó usted también las armas?

Estudiamos juntos en el seminario, habíamos estado en el seminario del monasterio de Poio (Pontevedra). Yo casi me ordené sacerdote. Pero él salió y volvió a Argentina para encabezar el partido, y yo al fin le seguí, sí...

¿Iban para curas revolucionarios?


Mi padre tenía hondas inquietudes sociales y políticas, mi madre era ferviente católica... Y en 1968, en la Conferencia de Medellín, los obispos latinoamericanos bendecían la lucha armada en casos de opresión...

Y se armaron ustedes.

Asaltábamos cuarteles para armar un ejército popular, bajo un principio ético: jamás atacar a civiles, ni políticos ni sindicalistas; sólo al ejército y, a veces, a la policía.

¿Por qué no se ordenó sacerdote?

Mi hermano insistía en que lo hiciese. Pero yo no soportaba la idea de fingir ante la execrable jerarquía católica argentina.

¿Execrable?

Los militares detuvieron a un sacerdote humilde y servidor de los pobres, y los obispos le visitaron en la celda, le consolaron espiritualmente, ¡y dejaron que lo matasen!

¿Cómo cayó Robi en manos militares?
Él y Benito Urtiaga, otro dirigente, con sus esposas, pernoctaban en un piso que fue allanado por militares. Ya contra la pared, Robi logró quitarle la pistola al capitán: hubo tiros, murió el capitán, murió Benito... Robi llegó al hospital del cuartel muy malherido, y al descubrir allí que era Robi Santucho, el jefe guerrillero, intentaron salvarlo...

¿Para qué?

Para obtener la máxima información y destruir el partido. Pero se les murió.

¿Y las esposas?

Desaparecidas para siempre... Mi hermano y mi cuñada dejaron tres hijos, el mayor tenía dieciséis años, el menor tenía un año...

¿Se libró usted de la represión, o cayó?

Hacía un mes que el partido me había enviado a Europa a fomentar las relaciones internacionales. ¡Fue vergonzosa la vista gorda de Europa ante los crímenes de los militares argentinos! Me quedé 17 años exiliado.

¿Cómo encajaron sus padres ver morir y huir a varios de sus hijos?

Los militares les allanaron el piso once veces. Tuvieron que exiliarse en Suiza. Ancianitos, denunciaron por todo el mundo lo que pasaba... ¡Era admirable vera mi madre tan firme, declamando ante Olof Palme, el Papa, el congreso estadounidense...!

¿De dónde sacó las fuerzas?


Decía que si ella había parido a sus hijos, ¡sus hijos la habían parido a ella! Sí: había decidido compartir la causa de sus hijos.

¿Dónde queda hoy esa causa?

¡Queda todo por hacer en Argentina! ¿Es aceptable que crezca la riqueza del país sin que decrezca la pobreza de la población? En ese país nadie debería estar desocupado.

¿Qué se puede hacer?

Aprobar una fiscalidad progresiva. Y un plan de vivienda: ¡hay tres millones de chabolistas! Un proyecto de las Madres de Mayo ha levantado 3.000 viviendas en este último año. ¡El Estado, ni una sola!

¿Volvería usted al terrorismo?

Jamás fuimos terroristas: respetamos siempre las convenciones de Ginebra. El único terrorismo fue el del Estado argentino.

¿Empuñaría las armas de nuevo?

En situaciones de tiranía y opresión es éticamente legítimo hacerlo, pero ahora prefiero ampliar la justicia social por la vía democrática y pacífica, como hoy en Bolivia. La vía armada ya no tiene sentido, es inútil.


Julio Santucho.
Otra entrevista :
http://www.cinecropolis.com/entrevistas/juliosantucho.htm (Mayo 2008) (texto parcial)


Nació en Santiago del Estero (1945). Estudió filosofía y teología en el Convento de la Merced de Poio
y después en la Universidad Lateranense de Roma.
Pero dejó la Orden de la Merced y formó parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el año 1976 estaba en Europa buscando ayuda para la expansión de su grupo revolucionario, en el momento en que estalló el movimiento militar, que mató a su hermano de un modo atroz. Se refugió en Europa, fue profesor en Calabria, hasta que el año 1988 pudo volver a su país, actuando desde entonces como director y promotor de cine.

Hermano menor del líder revolucionario Mario “Roby” Santucho, él mismo formador de cuadros del PRT-ERP durante los años sesenta y setenta, Julio Santucho es, desde 1997, el director del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (DerHumALC).

Único en su tipo dentro de nuestro país, el Festival reúne una nutrida selección de películas de varias partes del mundo que abordan las distintas temáticas relacionadas con los derechos universales del hombre: desde las complicaciones migratorias hasta los trastornos del medio ambiente, pasando por la preservación de la memoria histórica y su relación con la lucha contra las dictaduras de todo tenor, las demandas de los pueblos originarios, la situación de vulnerabilidad planetaria de los niños y los jóvenes, o los contenidos de la agenda reivindicativa de género.

A horas del inicio de la décima edición de DerHumALC, conversamos con su director sobre los orígenes de la muestra, la evolución que tuvo en estos años, la situación actual de los Derechos Humanos en nuestro país -según su propia mirada- y los planes para el futuro.

¿Cuándo y en qué circunstancias nace el Festival?

Yo volví del exilio en 1992. Venía de hacer una práctica con el audiovisual en la universidad italiana en la que estaba trabajando. Allí enseñaba literatura y acompañaba algunas clases con proyecciones de películas que tenían que ver con la literatura latinoamericana. Provisto de esa idea de unir el cine con un tema específico, se me ocurrió que, quizás, podíamos hacer algo así en Argentina pero aplicado al tema de los Derechos Humanos, ya que estaba, y estoy, comprometido con todo lo que tiene que ver con la memoria, la lucha contra la dictadura y la impunidad.

Noté que en la Argentina, por aquella época, el número de personas comprometidas con estos temas era muy fuerte. En 1996, cuando se cumple el vigésimo aniversario del golpe, tienen lugar en todo el país multitudinarias manifestaciones y marchas de repudio. Evidentemente ya no eran sólo las Madres las que se ponían al frente de la lucha contra la impunidad. Por otro lado, empecé a darme cuenta de que se estaba produciendo, desde distintos lados, mucho material audiovisual relacionado con esta lucha. Fundamentalmente películas documentales, en su mayoría de producción independiente. El “gran” cine argentino, al principio, se había borrado. No hablaba sobre esos temas. Pero, en cambio, sí había mucho material de producción independiente, realizado por gente joven.

Pensé entonces que podía ser algo útil apoyar la difusión de esas películas. Inspirado en la figura y el trabajo de Raymundo Gleyzer -injustamente desconocido en ese momento- me puse a trabajar en la concreción de un festival de cine junto a Álvaro Melián, que había sido compañero de Raymundo en Cine de la Base y que se hizo cargo de la dirección artística de aquella primera edición, y a Fernando Martín Peña, que ofició como programador de la misma. La idea era recuperar esa imagen de lucha que Gleyzer representaba para nosotros. Así iniciamos el viaje por este largo camino.

¿Qué cambios o evolución se produjeron durante ese viaje?

Haciendo un balance se ve que, en los primeros años, estábamos muy centrados en los temas de la dictadura, la memoria y la denuncia de los crímenes en Argentina y Latinoamérica. Pero a partir del 2001 el foco se trasladó al terreno de los problemas sociales. Siempre estuvo presente en el espíritu del festival la preocupación por lo social. De hecho, en el catálogo de la primera edición ya lo decíamos: en la Argentina de hoy no se están violando los Derechos Humanos por parte de una dictadura sino por parte de las multinacionales, bajo formas económicas. Esto, para nosotros al menos, ya era evidente en aquellos años.

En ese sentido, hicimos el esfuerzo de darle cabida a la mayor cantidad posible de expresiones políticas, representadas en las múltiples agrupaciones de documentalistas que surgieron en los años previos al 2001, sumándole a esto el material internacional que trataba esos temas. Ese fue el segundo período.
La tercera etapa comenzó en 2004, que es la época en la que el festival no sólo pone un pie en la Provincia de Santiago del Estero sino que empieza a trabajar más estrechamente con diferentes organizaciones sociales. Esa colaboración se materializa en esta última edición, en el hecho de que hemos incorporado a esas organizaciones en las tareas de coordinación de la programación de las diversas secciones del festival Además, ellas mismas realizan actividades paralelas y entregan un premio a las mejores películas de cada sección.
Nuestro deseo es que el festival tenga la mayor apertura posible. Que no sea un evento “cerrado”, hecho por y para especialistas, sino que podamos “masificarlo”.

¿Entiende el festival como una intervención política de qué grado?

El objetivo del festival no es apoyar a un partido político ni constituirse como tal. Hacemos “política” pero desde un rol crítico. Criticamos las situaciones existentes de violaciones de Derechos Humanos y fomentamos la construcción de una cultura alternativa, de transformación, de cambio, de búsqueda.

¿Tuvieron en estos diez años algún problema por la exhibición del material que integró las muestras?
No, no hemos tenido jamás un problema. Nunca nadie nos hizo ningún tipo de condicionamiento al respecto. Será quizás porque saben que no lo aceptaríamos.

¿Cómo ve el futuro del festival?

Por un lado, esperamos poder ampliar el alcance del Festival a nivel nacional. Nos interesa que este tipo de cine se pueda ver no sólo en Capital Federal sino en todo el país. En ese sentido, no importa si es nuestro festival o son otros los que exhiban las películas, sino que de alguna manera éstas lleguen al interior.

Por otra parte, es necesario que el festival prenda cada vez más en la sociedad y que podamos profundizar la relación con la red. La Red de Cine Social y Derechos Humanos de América Latina y el Caribe nos puede ayudar a construir un perfil más definido. Lo que yo llamo la “identidad” del festival en el contexto mundial, debe ser producto de un intercambio dentro de la red. Hemos logrado un gran avance en ese sentido pero pienso que se puede lograr mucho más. En La Paz, por ejemplo, nuestro socio boliviano ha logrado crear una cinemateca de los Pueblos Originarios –obviamente con apoyo del gobierno-, cosa que no existe hasta ahora en nuestro país. Tendríamos que poner en marcha ese tipo de proyectos porque es una manera de contribuir en la formación de nuestros cineastas.

Esto recién está empezando. Tenemos por delante un panorama muy amplio sobre el cual avanzar, pero yo ya estoy cercano al retiro. Será una tarea para los que queden a cargo después de mi partida.

Trabajo de referencia política: Por qué nos separamos de la IV Internacional (Agosto de 1973), de Mario Roberto Santucho

http://es-es.facebook.com/note.php?note_id=190956098386

http://www.archivochile.com/America_latina/JCR/PRT_A/doc_sobre_santucho/santuchosobre0007.pdf

Volver arriba