Teresa Forcades: Teología feminista. Consideraciones metodológicas

Teresa Forcades. Teología feminista
¿Qué significa exactamente hacer teologia en “perspectiva feminista”?
¿Qué es la teología feminista? ¿Qué sentido tiene su existencia? ¿Qué sentido tiene dedicarse a ella? ¿No es una complicación innecesaria? ¿Por qué ponerse una etiqueta? ¿No es mejor “hacer teología en sentido amplio” (o por lo menos intentarlo)?
La teología feminista es una teología crítica. La investigación crítica surge siempre a raíz de una experiencia de contradicción. Hay algo que no encaja. En el caso de la teología, la contradicción inicial acostumbra a ser entre la vivencia de Dios que tiene la persona y la imagen de Dios o la interpretación teológica que ha recibido, pero también puede ser una contradicción puramente teórica entre dos aspectos de la tradición que le resultan incompatibles, o también una contradicción percibida entre el texto bíblico y la tradición (ver ejemplos en el primer capítulo de mi libro La teologia feminista en la història, Fragmenta 2007). De cualquier manera que se experimente, la contradicción genera un dinamismo que tiende a su resolución. En algunos casos la tensión se resuelve cambiando la percepción de la persona. En otros, se cuestionan algunos de los aspectos de la interpretación teológica recibida. En el ámbito cristiano, se formula la siguiente sospecha: ¿y si la interpretación teológica recibida no fuese la más fiel al Resucitado?
Así vivieron la experiencia de contradicción numerosos esclavos negros norteamericanos en el siglo XIX. Fue la suya una experiencia impresionante, increíble. No por sabida resulta menos extraordinaria: estos esclavos fueron capaces de fundamentar su liberación en la religión que habían recibido de sus explotadores. Ahí es nada. Los colonos blancos (excepto los quákeros) les predicaron a Cristo precisamente para que aceptasen su esclavitud como voluntad de Dios. Ellos escucharon a Cristo y entendieron precisamente que su esclavitud era contraria a la voluntad de Dios. Sin embargo, antes de escuchar a Cristo (antes de que Cristo les fuera predicado oficialmente) habían ya escuchado a su Espíritu gemir en su interior de manera inefable. Por esto, le reconocieron tan aprisa y con tanta precisión.
Resulta importante matizar este punto porque con frecuencia es fuente de malentendidos. La teología crítica no tiene por objetivo poner en boca del Resucitado aquello que sirve a los intereses reales o imaginarios del teólogo/a. No pretende manipular al Resucitado sino serle fiel. Ha percibido un Cristo desfigurado e intenta hallar su verdadero rostro.
El objetivo de la teología crítica es doble:
1. Poner en evidencia los aspectos de la interpretación recibida que generan contradicciones
2. Ofrecer alternativas de interpretación teológicamente consistentes que permitan superar dichas contradicciones
Dado que estas contradicciones con frecuencia provienen de situaciones de discriminación o injustícia, a las teologías críticas se las llama también teologías de la liberación.
La teología feminista es una modalidad de Teología Crítica o de la Liberación. Normalmente se precisan tres condiciones para que podamos hablar de teología feminista o de teólogo/a feminista.
1. experiencia de contradicción: una persona - no necesariamente una mujer - encuentra problemática o contradictoria la manera que tiene su comunidad de fe de conceptuar teológicamente la identidad o la función social/eclesial de las mujeres.
2. posicionamiento personal: esta persona llega a la conclusión (provisional y siempre abierta a la posibilidad de error) que lo que tiene que cambiar no es su percepción sino algún aspecto de la interpretación teológica recibida.
3. conflicto con la autoridad: las instituciones, los grupos o las personas que poseen autoridad teológica en la comunidad de fe a la cual pertenece esta persona no aceptan su interpretación (lo cual no significa - aunque pudiera suceder - que se le prohíba investigar en este sentido).
El camino del teólogo/a feminista es, pues, necesariamente, un camino de lucha y de reivindicación, pero esto no quiere decir que tenga que ser únicamente un camino de lucha o de reivindicación. No lo es. Es camino de investigación paciente, rigor metodológico e intelectual y es camino de gratuidad, de don, de sorpresas y regalos inesperados, de descubrimientos que ensanchan cada vez más el horizonte inicial, lo van afinando, precisando, dándole un sentido más pleno.
Camino de lucha, de paciencia y rigor, de gratuidad y, sobre todo, camino de fraternidad, de solidaridad, de encarnación, de implicación en las penas y en las alegrías de todos cuantos sufren a causa de las infidelidades (de todos y todas, las nuestras también) al Resucitado.
Con esto tendría que quedar claro que, aunque a veces se han utilizado como si fueran términos sinónimos, no es lo mismo la teología femenina que la teología feminista; ni es lo mismo la perspectiva femenina que la perspectiva feminista. La perspectiva femenina, a diferencia de la feminista, no tiene por qué posicionarse de forma crítica ante nadie. Una mujer que defienda la sumisión de las esposas a sus maridos, por ejemplo, se puede considerar que tiene una (de las muchas posibles) perspectiva femenina, però no se puede decir que tenga una perspectiva feminista. Una mujer que defienda la sumisión de los maridos a sus esposas también tiene una (de las muchas posibles) perspectiva femenina, però tampoco puede decirse que tenga una perspectiva feminista. La perspectiva feminista presupone que mujeres y varones hemos sido creados para establecer entre nosotros relaciones libres y recíprocas, sin sumisión ni dominio por parte de nadie.
Una segunda aclaración: que la contradicción originaria de la teología feminista haga referencia a la manera de conceptuar la identidad o la función de las mujeres, no quiere decir que los teólogos y las teólogas feministas se interesen sólo por esto o no perciban ninguna otra discriminación hecha en nombre de Dios. No se trata de excluir ninguna opresión ni de rivalizar entre ellas para decidir cual es la más importante: la de los homosexuales, la de las mujeres, la de los pobres de tercer mundo, la de los pobres del cuarto mundo, la de los africanos, la de los inmigrantes, la de los llamados “indígenas”, la de los disminuídos físicos o psíquicos...”Venid a mí, todos los que esteis cansados o afligidos. Yo os haré descansar”, dice el Señor (Mt 11, 28). Y la tradición de Israel lo concreta en las personas ‘del inmigrante, la viuda y el huérfano’ (Dt 24, 17-22). Luchar por una de estas causas equivale a luchar por todas ellas. La causa no es más que la concreción (encarnación) de la fidelidad al Resucitado en mi vida (en la de cada cual) y debe acoger los retos que esto le suponga a medida que se presenten.
Ya se ve, pues, que el peligro de una investigación teológica de estas características (apasionada y comprometida en la lucha social) es el sesgo, es decir, la deformación del material investigado en función de los propios intereses y objetivos o en función de las propias pasiones. Este peligro es real. No debe ocultarse. Es preferible reconocerlo abiertamente a fin de tomar las precauciones metodológicas necesarias para minimizarlo (ej. en la utilización de las fuentes, no debe de ocultarse la información desfavorable; en las citas, no debe de aislarse la expresión de su contexto de manera que se pierda el sentido de la autora o el autor original; se debe procurar presentar siempre las opiniones contrarias en su versión más sólida y atrayente ... etc).
Es importante destacar que no hay ninguna investigación teológica exenta de peligros. En contraposición al peligro de sesgo/deformación interesada atribuíble a la teología crítica o de la liberación, la teología que no tiene voluntad crítica tiene el peligro de la falta de significación, de ser irrelevante, desencarnada.