Ven Espíritu Santo: Justicia/amor, alegría, paz...

‒ Una está tomada de Rom 14, 17 y define al Espíritu como justificación (justicia), paz y alegría .
‒ Otra está tomada de Gal 5, 22, donde se evocan los frutos del Espíritu. Los tres primeros son amor, alegría y paz.
Ambas trilogías definen al Espíritu Santo como khara, (placer, alegría, gozo) y como eirênê (paz, reconciliación), es decir, como experiencia de cumplimiento y plenitud, de comunión amorosa entre personas. El Espíritu es un placer y una paz que se expresa en forma de alegría gozosa, por encima de todas las posibles dificultades que la vida del hombre encuentra en su camino.
Como fuente de esa alegría-paz aparece en un caso la justicia (Rom) y en el otro el amor (Gal). Es evidente que ambos gestos (amor, justicia) están relacionados, y en el fondo se identifican.
a. La alegría-paz viene del amor (Gal 5, 22), pues todo empieza y acaba siendo pacífico y gozoso/alegre en el amor. Por amor las cosas y personas tienen un sentido: ha merecido la pena la vida. Por eso, el creyente es ante todo un ser alegra, que, alguien que sabe disfrutar y disfruta, en placer profundo, amando a los demás.
b. La paz-alegría proviene de la justicia, es decir, del hecho de que Dios nos justifica. (Rom 14, 17) Donde hay justicia todo paz gozosa, vida abierta en confianza a los demás, vida compartida.
Ambas trilogía recogen una terminología tradicional de la Iglesia anterior, que Pablo ha elaborado cuidadosamente, mostrando la importancia del gozo y la paz, en relación con el Espíritu Santo, dentro de una visión cristiana de la vida, en amor y justicia.
Buena Vigilia de Pentecostés a todos. Con estos pasajes bíblicos os dejo en la vigilia. La primera imagen ofrece la oración tradicional de la Iglesia pidiendo la llegada del Espíritu. La segunda evoca los frutos del árbol del Espíritu, del que trataré más adelante, comentando los tres primeros, a la luz de Rom 14, 17.
Trilogía 1: Rom 14, 17:
Justificación, paz y gozo/alegría en el Espíritu
La primera trilogía espiritual de Pablo define los elementos fundamentales de la vida cristiana frente a un tipo de comida ritual, que separa a los ricos de los pobres, a los puros de los impuros. Parece que existen judeocristianos que interpretan el reino de Dios como una comida ritual de separación, en la que sólo algunos, los privilegiados, comen, mientras el resto del mundo vive (sobrevive, si puede) en la condena.
El Reino de Dios no es comida o bebida (ese tipo de comida ritual)
sino justificación, paz y gozo
en el Espíritu Santo (Rom 14, 17)
Ciertamente, el Reino del Espíritu de Dios es comer, pero comer todos, en comunión abundante, en justicia, paz y gozo, que se abre a todos, superando los ritos de separación, de dominio de unos sobre todos. No se trata de que unos coman y otros queden fuera de la mesa, sino de que todos sean justificados, y puedan comer del comunión, en paz y en gozo.
1. El Espíritu de Dios es (comer en) justicia, es decir, justificación gratuita en el Espíritu santo (en pneumati hagio). Justificación significa el don del amor que Dios nos ha ofrecido en Cristo, haciéndonos capaces de superar la ley que divide y oprime, el pecado que mata. No hay Reino de Dios sin justicia salvadora, es decir, sin perdón creador de vida, es decir, de perdón y de comunicación de bienes. Ésta es la justicia que brota del reconocimiento de los demás y de la comunicación mutua de la vida. Esto han de ser los sacerdotes (obispos) de la Iglesia: portadores de esa justicia universal. Me da igual que sean de una línea o de otra. Quiero que sean signo de la justicia de Dios.
2. El reino es paz en el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es la justicia que hace posible la paz, la paz en la Iglesia y en la humanidad, en Vallecas y en Groenlandia, en Irak y en Guatemala…Los judeo-cristiana sabían ya que la paz es don escatológica de la vida abierta al reino de Dios en el Espíritu, pero era la paz de algunos, de los buenos… La novedad de la formulación paulina consiste en que esa paz, signo del bien pleno, aparece vinculada a la justicia de Dios y al amor universal. Paz para todos, eso es el Espíritu de Dios, eso es la Iglesia.. Dios mismo es quien nos da la paz en Cristo (es decir, en la justicia), haciéndonos superar el enfrentamiento, la lucha de todos contra todos, el miedo de la muerte. Eso quiero que sean los sacerdotes: hombres de justicia.
3. El reino es finalmente gozosa alegría (es placer) en el Espíritu (khara en pneumati hagio). Sólo allí donde hay perdón (justificación), allí donde se extiende la paz, y donde nosotros nos perdonamos y nos comunicamos en amor puede haber alegría o placer en el Espíritu… Esta misma alegría/placer es el signo del Espíritu de Dios, es el Espíritu. Dios es la alegría de la vida: poder vivir gozando de la vida, sabiendo que podemos comer y comer, sabiendo que poder buscar y goza y alegrarnos de todos.. El Espíritu de Dios no es por tanto una imposición sacral, ni un don espiritual separado de la vida (propio de algunos jerarcas especiales), sino la misma alegría de los creyentes. Ella no busca su alegría fuera, porque la encuentra en sí misma. Esta no es una alegría extramundana, sino el gozo de un camino dirigido a la justicia de Dios, a la plenitud de todos los hombres y mujeres de la tierra.
Estrictamente hablando, el Reino y de Dios se identifica con los tres dones del Espíritu Santo (justicia, paz y gozo). Ésta es la primera de las grandes trilogías cristianas. Frente a un tipo de judeo-judaísmo que puede encerrarse en un ritual de comidas (ley de pueblo y sangre), el evangelio de Jesús se expresa en forma de perdón que lleva al gozo, en camino de paz. Muchos me dicen que la iglesia oficial de la actualidad es judeo-cristiana en el mal sentido de la palabra, es iglesia de la condena y de la falta de alegría, que sigue habitando en negras cavernas ¿Es cierto? Evidentemente no, pero da la impresión, muchas veces.
Trilogía 2: Gal 5, 22
Dones del Espíritu: amor, alegría, paz
En el pasaje anterior de Rom 14, 17 Pablo resumía la vida cristiana (el Espíritu de Dios) en tres palabras: justicia, paz, alegría… Ahora la resume en nueve, que aparecen como frutos del Espíritu Santo que es:
‒ amor, alegría, paz,
‒ paciencia, benignidad, bondad,
‒ fidelidad, mansedumbre, continencia Gal 5, 22).
Pues bien, de esos nueve a Pablo le interesan los tres primeros, que ha tomado de la tradición y que ha puesto a la cabeza de la lista, ofreciendo así las claves de ese “árbol” de Dios es el Espíritu Santo, lleno de buenos frutos:
‒ Los filósofos griegos hablaban del árbol del ser de Dios, tal como lo había descrito un pensador llamado Porfirio. Este árbol ofrece una gran “taxonomía” o descripción de las realidades que se dividen en substancia, cuerpo, vida, alma, razón… (el orden ascendente)

‒ Los cabalistas judíos hablaban del Dios de las Sefirot o de las potencias místicas de Dios, es decir, del árbol de la vida que podían describirse así: Kéter (La Corona. Providencia equilibrante), Jojmá (La Sabiduría),Biná (La Inteligencia siempre Activa), Jesed (La Misericordia. Grandeza), Gevurá (La Justicia. Fuerza), Tiféret (La Belleza), Netsaj (La Victoria de la Vida sobre la Muerte), Hod (La Eternidad del Ser. Gloria), Yesod (El Fundamento. La Generación o piedra angular de la Estabilidad), Maljut (El Reino. Principio de las Formas).
‒ Pues bien, siguiendo fuentes judías, reelaboradas por Jesús y por sus seguidores, Pablo presenta los nueve frutos del árbol del Espíritu, los frutos de Pentecostés.De ellos quiero comentar hoy sólo la primera tríada, relacionada con la tríada anterior de Rom 14, 17::
* El primero es el amor. Más que fruto se le podría llamar esencia o realidad, conforme a todo lo indicado: el Espíritu de Dios es el mismo amor, como supone 1 Cor 13. Comparando este pasaje con el anterior, podemos añadir que el amor es la verdad y sentido de la justificación: Es el perdón que Dios ofrece a los humanos en el Cristo. Amar, eso es vivir en el Espíritu. Saber amar, eso es vivir en el Espíritu, pero amar a todos por justicia (es decir, creando un mundo nuevo en el que no existan imposiciones de unos sobre otros).
* El segundo fruto es la alegría, el placer de la vida... En la tríada anterior aparecía primero la paz y luego el gozo que brota de ella. Aquí está primero el gozo, luego la paz. Éste es el gozoque nace del amor y que aparece como signo del Espíritu. Saber gozar, eso es vivir en el Espíritu. Frente al mensaje del Bautista, que puede condensarse como voz amenazante de juicio (cf. Mt 3, 7-12), el Espíritu del Cristo se presenta como llamada desbordante a la alegría. Quizá pudiéramos añadir que el amor mismo se vuelve gozo: no juzga, no se impone, no pretende nada por la fuerza, nada teme. El placer de vivir, esa es la segunda nota del Espíritu Santo.
* El tercer fruto del Espíritu es la paz. En la trilogía anterior la paz venía antes que el gozo, ahora aparece después, como despliegue y culminación de ese gozo del Espíritu. Se trata, sin duda, de una paz interna, pero es claro también que ella se expresa en las diversas circunstancias de la vida externa, como expresión de la reconciliación humana lograda por el Cristo; ésta es la paz en la iglesia (en Córdoba, en Roma, en Inglaterra…), ésta es la paz social (vinculada a la justicia económica, a la liberación). Esta es la paz del Espíritu Santo, culminación del misterio de Dios.
En un caso se decía justicia, paz, amor. Ahora se dice Amor, gozo y paz... Éstas son las la más perfectas definiciones de la vida del cristiano. En uno y otro caso aparecen la paz y el gozo. Cambia, como he dicho, el primer término: En un caso es la justicia (justificación, perdón); en el otro es el amor.
Es evidente que el amor y la justicia acaban siendo lo mismo… Amar es justificar… No hay amor sin justificar a todos, sin extender la justicia. Justificar es amar, ofrecer gratuitamente la vida.
Ésta es la verdad, la realidad del Espíritu de Dios: El amor y la justicia, que se abren en forma de alegría y de paz.
Buena vigilia de Pentecostés a todos.