¿Por qué arde Galicia? Un largo, largo incendio

Una vez más, tras otro cálido verano, en Galicia (con el norte de Portugal y parte de Asturias) se ha quemado más bosque, especialmente de eucaliptus y pinos.

Ciertamente, el pino y el eucalipto arde porque ha sido un duro, caliente, verano, que no acaba de terminar. Arde Galicia porque el calor, el eucalipto y el viento son un caldo de cultivo de los incendios... Pero arde también, al menos en parte, porque hay muchos "incendiarios", que son de dos tipos:

-- Unos los que ponen el mechero o la cerilla... y quieren que arda este monte que les parece injusto... (algunos quieren que arda para comprar más barata la madera chamuscada y recalificar quizá algunos terrenos).

-- También pueden llamarse incendiarios... los que no han querido que el monte sea lugar de vida y riqueza para todos, como a lo largo de los siglos. El monte de anaño (la fraga) era vida y fuente de riqueza para los campesinos (os labregos...). Pero este monte de ahora se ha vuelto extraño para muchos, que han podido pensar que es bueno quemarlo.


No quiero justificar en modo algunos los incendios. En el momento actual, quemar un bosque o monte de pino/eucalipto es un delito ecológico (¡contra la tierra!), un "pecado económico" (contra la riqueza del país)... y puede ser (y es) incluso un homicidio. Quede eso claro.

Pero no basta la condena... Hace falta seguir pensando sobre la razón de los incendios, en buena parte provocados...

-- Hay que ver si la repoblación con pino-eucalipto ha sido ecológicamente buena, y sobre todo justa: Si ha favorecido de verdad a los pobres... o si ha sido una forma de destruir la riqueza ecológica de Galicia y la fuente de economía demuchos campesinos/labregos.

-- Tras condenar los incendios... hay que ver si es necesario un nuevo "pacto", un compromiso común a favor de la historia secular de Galicia, con sus montes autóctonos y sus campesinos, que han vivido en parte del monte (de donde se saca la leña, donde pace el gado/ganado).

Es hora de pensar mejor las cosas entre todos... y de hacer un pacto pacto "por el bosque", teniendo en cuenta los factores ecológicos y económicos, sociales... y de crecimiento sostenible... Se trata de lograr que ese "pacto" por el bosque sea comprendido y acepado básicamente por todos, porque es favorable a todos, invirtiendo lo necesario en "limpiar" los montes, prevenir incendios... y de lograr que sea (como puede ser) económicamente rentable.

-- Todavía podemos impedir los incendios... para los próximos decenios, pero eso sólo será posible con ese pacto que digo..., que sea creíble incluso para los labregos galegos... que tienen razones para desconfiar... con una ley muy dura contra los queman por intereses de madera... Es necesario un pacto ecológico, económico... y sobre todo social, un pacto inteligente, bien pensado, bien presentado...

En ese fondo se entiende la historia que contaré, una historia antigua, de hace más de 50 años, pero ella sigue siendo válida ahora, en la nueva Galicia que pugna por nacer de nuevo.

Mi recuerdo y reflexión no explica todo... Hay otras perspectivas, otros puntos de vida... Pero estoy convencido de que mi versión sirve para entender un elemento de esos incendios en Galicia, como nos lo contaba una sabia anciana (velliña) do lugar do Sartal, no conceio de Poio.

Buen día a todos, con el deseo de que acaben los incendios y se resuelvan los temas sociales y administrativos del lugar, deseando lo mejor para aldeanos y bomberos, para todos los gallegos (con portugueses y asturianos).


De nuevo en Galicia (Galicia es el mundo).

Volví ayer de Los Ángeles CA... y quiero contar más adelante, quizá la semana próxima, mi experiencia de aquel mundo (de la LMU/LA, Universidad Loyola Maymount), donde he vivido, aprendido y enseñado a lo largo de unos días. Pero ahora, recién llegado, sin cambiar aún el horario del sueño, he debido pensar sobre la tierra de Galicia de mi primera juventud.

Una vez más en mi dura y radiante Galicia, donde viví de de estudiante, de 1957 a 1965, y después de profesor, de 1970-1973... han vuelto los incendios. Aquellos fueron años de cambio social, bajo el régimen antiguo de Franco, pero en el comienzo de un cambio que transformó para siempre muchas formas de vida de la Galicia rural de siglos.

Pero las cosas que yo sentí y viví entonces iluminan y explican un poco (un poco, no todo) lo que está sucediendo al final de esta este incendio que ha con llamas de bosque marchito y de economía que para muchos agricultores inocentes (y para algunos especuladores inhumanos) resulta poco "adecuada".

En ese contexto quiero recordar una historia de pinos, de bosque "tomado" a los agricultores más pobres... Era quizá necesario el cambio, era y sigue siendo signo de modernidad. Pero quizá no se hizo ni se hace al servicio de todos. Esta es mi historia. Frente al Los Ángeles de un dudoso futuro recuerdo la Galicia Rural y Pescadora de mi juventud.

1. Viví en las faldas del Castrove, lugar varias veces quemado, en el Concejo de Poio. Cada semana, salíamos dos tardes a la playa o al monte, por las pequeñas aldeas, hacia el otro lado, en el Concejo de Meis: pequeñas tierras de labranza y pastoreo, campos comunales donde las mujeres llevaban y cuidaban dos vacas, cuatro ovejas, donde los hombres rozaban el tojo, en austerísima economía de subsistencia, en equilibrio diario con el monte.

Salíamos y hablábamos con aquellos hombres y mujeres sobre todos los temas de la vida, sobre el monte y el mar, sobre el millo y las pobres ovejas y vadas en la sierra (había incluso "bestas de rapa", de esas que luego se han hecho famosas, en las festas de rapa de bestas), aprendiendo más con ellos quizá que en las clases de filosofía griega.

2. Vino entonces la repoblación forestal, dirigida por el Estado. Fue un bien común inmenso, un dinero nuevo para los ayuntamientos (que pudieron hacer obras) y para las compañías de madera. Pero nosotros, estudiantes de playa y de monte, no pudimos recorrer ya todos los caminos; las mujeres no pudieron mantener más sus tres vaquitas o sus cuatro ovejas, ni los hombres cortaron más el tojo.

Murió así en gran parte el tipo el monte gallego milenario, en simbiosis con la aldea viva de los pequeños agricultores. Murió una cultura sabia. Nacieron los pinares y los bosques de eucaliptos para la Forestal, para un dinero que ya no eras de los pobres austeros labregos milenarios. Quedaron tristes colinas y montes, mientras crecían los árboles nuevos y la gente de aldea empobrecía aún más o tenía que buscar otros sustentos.

3. Una víspera de Navidad, tres compañeros (el año 1963) subimos al monte a la caída de la tarde, con un hacha y, escondidos, cortamos el pino más grande y lo bajamos con cuidado, por caminos ocultos, hacia el patio del convento,pues nos parecía que hacíamos un robo, que nos podían "pillar", echar una multo.

A pesar de ello, una señora anciana muy sabia nos vio y salió a nuestro encuentro y nos diga: “Filhiños, no tengades medo. Podedes cortar todos os pinos da Forestal y queimalos". Y así nos siguió diciendo, entre castellano y gallego: Allí era donde pacía mi vaca, pero tuve que venderla y no tengo ya leche, pues han puesto pino, y no hay yerba, ni prados. Pero que no os vean los de la Forestal, id por ese camino”.



4. Lució el pino en el patio aquellas navidades y lo quemamos después, con cuidado. Nadie nos dijo nada, ni el superior del convento, ni el alcalde que vino a saludarnos. Pero pasó una cosa muy significativa.

Dos de nosotros se fueron a confesar, porque (a pesar del permiso de la sabia) tenían remordimientos. Un confesor, de origen vasco (llamado M. Ortuzar), le impuso al primero la penitencia de “devolver al Estado” el equivalente de una tercera parte de pino. Otro confesor, de origen andaluz (F. de la C, que aún vive), le dijo al segundo, tras oír la acusación: “Si no tienes otra cosa que contarme, vete. Que robar un pino a la Forestal no es pecado, sino gracia muy grande de Dios, a favor de esta pobre gente que no tiene ya sitio donde paste su vaca”.

Y así fue, yo no me fui a confesar. No tenía entonces ese escrúpulo de monte... No lo quemaría en modo alguno, pero cortaría los pinos y eucaliptos para que aquella gente pudiera llevar sus ovejas y vacas a la pradera, como habían hecho en mil años. Yo no dije nada (creo), los otros dos contaron la historia de la confesión...y fue la cosa sonada y se discutió por semanas si era pecado o virtud cortar los pinos de la Forestal.

Pensábamos todos que la Forestal podía ser cosa buena... pero que el dinero de los pinos y eucaliptos no iba para la gente de las aldeas, que se volvía cada día más pobres y tenía que seguir emigrando... Evidente, a nadie se nos ocurrió quemar el monte, que para esa teníamos aún remordimientos, pero todos queríamos que hubiera más justicia concreta para los pobres.

5. Han pasado los años y la herida de los pinos y los eucaliptos sigue sangrando… Ciertamente, la repoblación trajo riquezas y prosperidad, una nueva visión del orden social y el Estado, pero rompió otro orden social (y ecológico) quizá más hondo.

Posiblemente, algunos de estos incendios tienen algo que ver con aquellas cosas que vivimos y sufrimos los estudiantes y vecinos de Poio, bajo el Castrove, hace cincuenta años. Así se dice que la mayor parte de los incendios son intencionados... Una parte de ellos por "mala uv." por parte de algunas empresas madereras, para recalificar montes o para comprar más barata la madera... Otra parte de los incendios nada de una rabia fuerte de algunos labregos, que no ven que el monte sea ya un bien para ellos...

6. No puedo defender a los pirómanos de bosque, pero pienso que todos “debemos pensar” y ver la forma de que el monte sea para todos. No podrá volver la economía de la señora sabia que cuidaba su vaquiña en el campo donde cortamos el pino discutido, nosotros, quizá precursores de algunos de estos incendiarios.

Pero tendrá que volver una experiencia nueva de “tierra para todos”, conforme a la justicia sabia de los cultísimos gallegos. Tendrá que volver un bosque más ecológico, que no arda al primer cigarrillo caído o arrojado al suelo, en un verano caliente con éste del 2006.

7. No tiene sentido que se culpen sin más unos y otros de un modo puramente superficial… Aquí hay algo más hondo, anterior a las culpabilidades: lo que está en juego es la tierra como don de Dios, que es para todos y, en primer lugar, para sus habitantes, una tierra que no se pone sólo al servicio de la economía de algunos, sino de la belleza y del bien común de todos, en especial de sus habitantes.

Hoy, a mediados de octubre, tiempo en que muchas gentes de las aldeas de Poio se preparaban para la mariscada en la playa, he pedido Dios de los montes y las playas de mariscar para que nos ayude a curar la “peste” de una tierra dividida, parcelada, sembrada de pinos “ajenos” a los intereses de muchos, quemada por otros que piensan que con la locura del fuego puede arreglarse algo. Que políticos y vecinos dialoguen, que busquen la forma en que la tierra, mi tierra del Castrove, pueda ser un bien de Dios, que miró y que dijo: "Todo esto es muy bueno" (Gen 1).

8. No sé lo que dirá Dios hoy, sobre su tierra quemada. Me gustaría saber lo que diría aquella anciana sabia,me gustaría que dijera: “No queméis más pinos, no cortéis así más árboles; que la tierra es de todos, para bien de todos…”, una tierra que es casi cielo en Galicia. Pero sé que es necesario un nuevo pacto de políticos y autoridades, de labregos y mariscadores, para un reparto nuevo de la ganancia y trabajo en playas y montes, en Galicia y en el mundo entero.
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