22-29 7 25. De Magdalena a Marta. ¿Qué hacer con la mujer en la Iglesia? Nada. Dejar que sea
Éste es el octavario de la mujer en la iglesia, del 22 Magdalena al 29 Marta, toda la mujer, toda la iglesia
Los que dicen que las mujeres son muy importantes como mujeres en la inglesa ya están "mintiendo" como si su importancia fuera algo añadido. No son importantes, "son".
Los que dicen que su "ayuda" es necesaria para la iglesia siguen mintiendo. Ellas no son ayuda (a pesar de una mala lectura y aplicación actual de Gen 2). Ellas no ayudan, son.
Los que dicen que pueden contribuir a la función misionera y/o clerical de papas, obispos y curas... son ignorantes, por no decir "negados", anti-evangélicos y anti-católicos. Ellas no son "ayuda" para varones; son humanidad, son iglesia, humanidad, evangelio...
La iglesia no es de varones y mujeres como distintos (en clave eclesial). La iglesia es de personas y para persona, seres de palabra, amor y comunión... No hay en ella, como iglesia, dones de varones y dones de mujeres, ministerios de varones y mujeres. Todo el evangelio es por igual, para varones y mujeres.
Imagen Diccionario donde desarrollo estos temas. Creación, de Miguel Angel... Externamente con la mano derecha extendida suscita a un varón. A la mujer la lleva en brazos, como si fuera una parte de él.
Los que dicen que su "ayuda" es necesaria para la iglesia siguen mintiendo. Ellas no son ayuda (a pesar de una mala lectura y aplicación actual de Gen 2). Ellas no ayudan, son.
Los que dicen que pueden contribuir a la función misionera y/o clerical de papas, obispos y curas... son ignorantes, por no decir "negados", anti-evangélicos y anti-católicos. Ellas no son "ayuda" para varones; son humanidad, son iglesia, humanidad, evangelio...
La iglesia no es de varones y mujeres como distintos (en clave eclesial). La iglesia es de personas y para persona, seres de palabra, amor y comunión... No hay en ella, como iglesia, dones de varones y dones de mujeres, ministerios de varones y mujeres. Todo el evangelio es por igual, para varones y mujeres.
Imagen Diccionario donde desarrollo estos temas. Creación, de Miguel Angel... Externamente con la mano derecha extendida suscita a un varón. A la mujer la lleva en brazos, como si fuera una parte de él.
La iglesia no es de varones y mujeres como distintos (en clave eclesial). La iglesia es de personas y para persona, seres de palabra, amor y comunión... No hay en ella, como iglesia, dones de varones y dones de mujeres, ministerios de varones y mujeres. Todo el evangelio es por igual, para varones y mujeres.
Imagen Diccionario donde desarrollo estos temas. Creación, de Miguel Angel... Externamente con la mano derecha extendida suscita a un varón. A la mujer la lleva en brazos, como si fuera una parte de él.
| Xabier Pikaza
No quiero revoluciones en plan de guerra, secesión, protesta. Quiero simplemente humanidad Y evangelio, dede Jesús a quien la iglesia recibe y sigue como anthropos (ser humano, no como aner (varón).
En el principio era la Palabra y la palabra se hizo Carne, varón y mujer. La mujer en la iglesia es Palabra, igual que el varón. Lo demás sobra, es invento de ciertos clérigos no evangelio.
JESÚS NO DIJO NADA ESPECIAL PARA MUJERES. Su EVANGELIO ES IIGUAL PARA TODOS
Jesús hace camino con varones y mujeres, separándose así de los rabinos de Israel que solamente acogían a varones. Conforme a los rabinos las mujeres eran incapaces de entender la Ley y de explicarla. Este dato es perfectamente comprensible en una sociedad patriarcalista donde sólo los varones se encontraban socialmente "liberados" para el "ocio" de la ley, para el estudio de las Santas Escrituras.
Pues bien, Jesús no ha querido instaurar un movimiento de letrados, expertos en la ciencia sagrada. Busca el mundo nuevo del hombre (ser humano) liberado para el reino. Para eso son igualmente varones y mujeres. Ambos aparecen como iguales ante el don de Dios y de su gracia. Por eso las mujeres pueden seguirle y le siguen como miembros de derecho pleno dentro de su grupo.
Jesús no ha fundado una escuela de expertos varones que se aíslan para el cultivo de la ley; él ha enseñado en una universidad abierta, en la escuela superior donde varones y mujeres, niños y mayores, pueden escucharle, entenderle y seguirle.

En aquella sociedad patriarcalista (en sentido familiar, social y religioso) Jesús condena ante todo el pecado propio de los varones. A la luz del evangelio es claro que son ante todo los varones patriarcalistas quienes rechazan más a Dios al oponerse al "derecho y gracia" de los pobres. En este sentido más profundo, podemos afirmar que Jesús ha venido a destruir las obras del varón (no las de la mujer, como dirá más tarde una tradición partidista que encontramos en los gnósticos).
Prácticamente son siempre las obras del varón patriarcalista (orgulloso, dominador, macho) las que impiden la llegada del reino. Pero, al lado de esos varones opresores hay otros que se encuentran oprimidos; también a ellos ofrece Jesucristo el reino.
- Jesús parece haber situado en un mismo plano de opresión y debilidad de varones y mujeres, al vincular en su gesto de perdón a publicanos y prostitutas (cf Mt 21,31). Unos y otros parecían obligados a vender su cuerpo (mujeres) o su honestidad económica (varones) al servicio de una sociedad machista que les oprime y utiliza para despreciarles después. Los dos grupos se encuentran vinculados ante Jesús por una misma situación de pecado social; los dos están unidos en un mismo camino de gracia, abierto al Dios que les perdona y les acoge a los hombres.
Jesús no es un reformador social que acepta en parte lo que existe para cambiarlo después o mejorarlo un poco Los reformadores pactan siempre porque quieren partir de algo "bueno" (fuerte) que ya existe; por eso acaban siendo detallistas, legalistas, distinguiendo lo que se debe aceptar y lo que debe rechazarse.
Jesús, en cambio, actúa como profeta escatológico: no se ha puesto a reformar el mundo para mejorarlo; no se ocupa de cambiar detalles; anuncia algo más hondo, más definitivo, el fin del mundo viejo. Esto nos sitúa en el centro del evangelio. Para decirlo en terminología de Mc 2,18-22:
Jesús no viene a remendar con paño nuevo el viejo manto israelita; por eso no le vale el odre viejo de la ley para poner allí su vino nuevo. Como enviado escatológico de Dios anuncia el fin del mundo viejo, ofreciendo ya los signos y principios de su reino, en actitud de nueva creación (cf Mc 2, 18-22).
Jesús es creativo. No se reduce a llamar bienaventuradas a las mujeres (como dice a los pobres); ni afirma que ellas son primeras en el reino (como hace con os niños) etc. Jesús realiza con ellas algo mucho más importante: las acepta y acoge allí donde se encuentran y, uniéndolas a todos los varones oprimidos o necesitados, las sitúa en camino de reino.
Esta es precisamente su creación, la verdad y fuerza de su reino. No enfrenta a las mujeres contra los varones: no las envilece ni enaltece en forma falsa. Las acoge como son y las respeta (las valora) en su misma condición de personas que se encuentran abiertas hacia el reino.
Jesús no ha venido como reformador legalista, sino que ha ofrecido los principios de una transformación fundamental en la que vienen a quedar ya transcendidos los principios de la antigua sociedad patriarcal. De esa forma ha roto toda forma de dominio del varón sobre la mujer, iniciando un camino de reino donde cada uno (varón o mujer) vale por su misma libertad personal y sólo en libertad puede vincularse verdaderamente con el otro.
Significativamente, al llegar a este nivel, descubrimos que no existe ya desigualdad entre varones y mujeres. Unos y otras valen como personas: en su propia autonomía creadora. Sólo libremente, de manera personal, pueden vincularse unos a los otros, sea en amor de matrimonio, sea en actitud de celibato. En esta perspectiva ha de entenderse toda la moral de Jesús en el sermón de la montaña: su visión del ser humano como ser que vive en ámbito de gracia. Pienso que a veces, al buscar y precisar como con lupa los detalles del "sermón antropológico" del Cristo, se ha olvidado algo que es obvio y evidente:
Dentro del Sermón de la Montaña o de los textos con él emparentados, Jesús no ha distinguido las funciones de varones y mujeres. Este no es un dato accidental, detalle del que luego pueda prescindirse.
Los textos morales de aquel tiempo (de judíos, estoicos, incluso las tablas de deberes domésticos de la iglesia postpaulina: Col 3,18-4,1: Ef 5,22-6,9; 1 Ped 3,1-7 etc), están llenas de mandatos propios de varones y mandatos de mujeres. De esa forma ofrecen tablas de preceptos familiares donde todo está reglamentado para el varón y la mujer (especialmente para la mujer)
Es sorprendente y luminoso, es evangélico y creador el hecho de que Jesús ignore (o no postule) tales distinciones A juicio de Jesús no existe una segunda moral especificamente de mujeres, propia y exclusiva para ellas sino que hay una misma para todos, varones y mujeres. En otras palabras, dentro del Evangelio resulta impensable, carece de sentido un texto tan fundamental como el orden tercero de la Mishna (Nashim) que trata básicamente de las mujeres
- La exigencia moral del sermón de la montaña no es un apéndice accidental o tardío que se deba añadir a una vida eclesial ya formada donde se hallan prefijados los deberes de varones y mujeres. Con su llamada creadora de reino (de gratuidad, perdón, renuncia a la violencia, vida compartida...), Jesús está ofreciendo las bases de la nueva humanidad; está suscitando aquello que pudiéramos llamar la nueva creación, donde no existen ya varones y mujeres como distintos ante Dios sino personas abiertas para el reino[4].
Para nosotros, los cristianos, las funciones del varón y la mujer, en cuanto seres personales, han de entenderse y formularse precisamente a partir del sermón de la montaña. Pues bien, en este plano, conforme al evangelio no se puede hablar de ninguna distinción entre el varón y la mujer. Ambos son iguales desde el reino y para el reino. Todo intento de crear dos moralidades o de justificar la superioridad del varón, reservando para él funciones personales, cristianas, especiales cuyo acceso está vedado a las mujeres me parece contrario al evangelio
APLICACIÓN PARA LOS MINISTERIOS
- En principio está el “sacerdocio común”, la certeza de que todos los cristianos pueden y deben compartir la vida de Jesús, en apertura a Dios y comunión de vida, siendo así sacerdotes (sacerdocio común de los fieles). En ese sentido, el sacerdocio se identifica con la misma existencia cristiana, interpretada como don de Dios, en agradecimiento, en amor ofrecido a los demás. Éste es el sacerdocio común, que el mensaje y la vida de Jesús ofrece a todos los que quieran escucharle. Por eso, en la Iglesia, en principio, no hay lugar para consagrados especiales, ni sedes santas, ni santos lugares o personas, ropas, canciones o colores ofrecidos a Dios por ser distintos. Ser cristiano en radicalidad, eso es ser sacerdote. Ese mismo sacerdocio vivido es la santidad cristiana. Sólo en un segundo momento, desde ese sacerdocio común, se puede y debe hablar de ministerios especiales, al servicio de la misión y comunión cristiana.
- 2. La tradición posterior ha sacralizado un tipo de clero jerárquico masculino, de manera que sólo puede haber eucaristía con un ministro “ordenado” de un modo jerárquico. Esta sacralización ha “invertido” la experiencia de Jesús y de la Iglesia primitiva, que empezaba por las comunidades, que nombraban a sus propios ministros. Pues bien, pienso que ha llegado el momento de invertir esa inversión, de manera que el conjunto de la iglesia (no sólo la jerarquía) recupere su libertad creadora, su sacerdocio de base. Siempre que un grupo de cristianos se reúna, de buena fe, en nombre de Jesús, escuche su palabra e invoque su memoria en el pan y vino compartido, podemos y debemos afirmar que existe eucaristía, aunque actualmente no será oficial, si no está presente un obispo o presbítero, en nombre de la Iglesia jerárquica. Pero es verdadera eucaristía, siempre que se mantenga el recuerdo de Jesús y su palabra, en comunión concreta, en torno al pan de la vida, porque lo primero en la iglesia es ese sacerdocio de base.
- 3. Conocer la historia, para cambiar la situación actual. No defiendo el angelismo, ni la improvisación autoritaria (que cada uno viva y haga como quiera, llamándose cristiano), pero tampoco la imposición unitaria de una jerarquía o la nivelación y sometimiento de los fieles, ni la pura anarquía. Al principio no había jerarquía superior, sino comunidades diferentes, que cultivaban desde su variedad un recuerdo común de Jesús y una experiencia convergente de plenitud escatológica. Las iglesias no se unieron como imperio (Roma), ni como pueblo separado, con su ley nacional (judaísmo posterior), sino como red de comunidades que se saben vinculadas por un mismo Jesús . Así nació la Gran iglesia, a partir del 'nuevo pacto' mesiánico (eucarístico) a modo de comunión de comunidades.
- 4. Principio apostólico. La Iglesia es apostólica, está fundada en la fe y misión de aquellos a quienes Jesús ha llamado y enviado, en el transcurso de su vida y tras su muerte, por experiencia pascual, no sólo los Doce, sino otras mujeres y parientes de Jesús (cf. Hech 1, 13-14) o los testigos a que alude Pablo en 1Cor 15, 3-9 (Pedro, los Doce, apóstoles, Santiago, muchedumbre de hermanos...). Los cristianos posteriores somos herederos de aquellos primeros creyentes y enviados, que aceptaron el testimonio de Jesús, tanto en Galilea (profetas itinerantes) como en Jerusalén. No podemos ni queremos crear una iglesia nueva, pues la iglesia está fundada en ellos para siempre: su fe sigue siendo digna de fe para nosotros, sobre su base seguimos construyendo. Por eso somos iglesia apostólica.
- 5. Varones y mujeres. Ciertamente, como signo de los viejos patriarcas (=generadores) de Israel, los Doce han sido varones y así representan la nueva federación mesiánica de tribus de Israel. Pero no son significativos como patriarcas, sino como creyentes y mensajeros de Jesús, de tal forma que su misión pueden realizarla por igual varones y mujeres. . Además ese modelo de los Doce ha fracasado y todas las funciones ministeriales han sido asumidas igualmente por varones y mujeres, como suponía Pablo. Sólo después (por lo menos desde Pastorales) la iglesia se haya vuelto patriarcal, ese cambio responde al contexto social, no al evangelio: en perspectiva de evangelio, la reducción del ministerio cristiano a los varones carece de sentido. 6. Ser coherentes. En perspectiva de evangelio
- sólo existe una respuesta: ser coherentes y claros, desde la raíz del Cristo, viviendo con libertad creadora y gozo intenso, sin resolver los temas por imposición de arriba ni de abajo, sino por diálogo entre todos, de forma que no haya arriba ni abajo. Posiblemente es conveniente (inevitable) que la gran institución clerical se derrumbe, pero no para alzar otra semejante (que todo cambie, para que todo siga igual, como suele decirse), sino para descubrir y expresar la novedad mesiánica. Para que el reino llegue tiene que caer un tipo de ministerio actual, no por afán destructor, sino por amor de Dios y entrega a los pobres (Mc 11, 12-26 par).
- 7. Partir de lo que existe. Algunos sienten prisa: les gustaría que llegaran nuevos romanos imperiales (como el 70 EC) para destruir la sacralidad externa de la iglesia actual. Otros sostienen es tiempo apocalíptico: acaba la iglesia, termina el cristianismo, pero acaba también la vida sobre el mundo. En contra de eso, pienso que las cosas tienen un sentido positivo, que es bueno lo que tenemos y que así debemos apoyarnos en ello, pues mucho de ello es bueno: fruto de un largo proceso de fe y sufrimiento, camino esperanzadamente abierto. Lo que a veces parece simple iglesia en ruinas (visión de Francisco de Asís) contiene elementos que deben aprovecharse y restaurarse, según el ejemplo de aquel que no quiso quebrar la caña cascada, ni apagar la mecha humeante (cf. Mt 12, 20). Aquí debe aplicarse la paciencia histórica, hecha de ternura ante lo que parecen ruinas .
- 8. Fin de una Curia Vaticana clerical y de varones Desde hace siglos se viene hablando de una reforma "in capite et in membris" (de Roma y del conjunto de la cristiandad). En contra de lo que podía pasar en otro tiempo, sentimos una gran ternura por Roma (su historia y arte), pero pensamos que las funciones centralizadoras y burocráticas de su Curia Vaticano resultan no sólo innecesarias sino contraproducentes. El ministro del evangelio es, por definición, un hombre o mujer que llega de modo directo a los excluidos de todo tipo, y crea comunión directa entre los fieles. Eso es difícil en la actual Curia Vaticana, donde parece que la documentación y burocracia, en línea de sistema, se sitúan por encima de la libertad y comunión personal del evangelio.
- 9. A favor de Pedro (=Papa) El obispo de Roma en cuanto tal no es necesario, pues no lo hubo hasta entrado el II dC (aquella iglesia estaba dirigida por presbíteros), pero de hecho ha realizado una función de pacto y unidad, sintiéndose vinculado a Pedro (y Pablo), cuya memoria y confesión mantiene Roma. La mejor aportación de la iglesia de Roma es que empiece siendo hermana entre las otras otras, dejando que esas otras exploren y busquen su camino, en clave de evangelio. . Se abre así un modelo distinto de unidad en comunión, que no sea un simple retorno a la historia más antigua (con sus reuniones, sínodos, concilios y encuentros comunes), ni tampoco una continuidad de lo que ahora existe (dirección unificada de la administración de las iglesias), sino experiencia de comunión dialogal entre iglesias hermanas y autónomas, dentro de un mundo unificado en clave de diálogo y comunión de todos.
- 10. Creatividad comunitaria. Ciertamente, la iglesia es lugar donde nacemos a la fe y aprendemos a vivir; pero sobre todo es casa donde compartimos el pan y dialogamos, como hermanos-hermanas y madres (cf. Mc 3, 31-25), en madurez humana y búsqueda comunitaria. Este ha sido y será un camino difícil. Ciertamente, ella ha dejado resquicios de autonomía creadora, que han explorado genialmente los grandes místicos como Juan de la Cruz, que muchas veces han debido exilarse interiormente para expresar sus experiencias; pero en general ella es una institución obsesionada por la seguridad y control de sus fieles. La Iglesia actual una institución venerable, que acoge a acoge a muchos pobres y ofrece espacio de amor para millones de personas, pero tiene miedo de la creatividad comunitaria y del diálogo leal entre los fieles. Por eso debemos cambiarla, por amor al evangelio. No se trata de dejar a los creyentes solos, cada uno ante su Biblia, como han hecho algunos grupos protestantes, sino de potenciar comunidades, capaces de explorar y tantear, de crear y ofrecer caminos de evangelio (en libertad y comunión), en este tiempo nuevo en que la mayoría parecemos cansados .
- 11. Hogar contemplativo. Queremos que la contemplación sea un aspecto central de la vida cristiana, de manera que haya lugares y momentos donde creyentes puedan reunirse para compartir la experiencia de fe, en silencio o cantando, de un modo temporal o para siempre, ofreciendo al conjunto de la iglesia el testimonio de la experiencia fundante de Cristo. El futuro debe ser un tiempo de amor contemplativo, si no quieren que el sistema le destruya. Pues bien, le contemplación cristiana ha de encarnarse y ofrecer su testimonio en los lugares donde el ser humano está más estropeado, es decir entre los excluidos del sistema, en gesto de plena gratuidad
- 12 Libertad creadora: ¡viene el reino! Parece que muchos han dejado de creer. Unos suponen que el ciclo cristiano termina: esto se acaba, resistimos un tiempo, mantenemos algunas estructuras, luego Dios dirá; somos los últimos de una larga historia, de mil años de tradición cristiana occidental. Otros tienen miedo y defienden el sistema: se creen llamados a mantener el orden y guardas las estructuras, en plano de dogma y disciplina, como si Cristo les necesitara para mantener la iglesia; normalmente se fijan en cosas secundarias (hábitos y rezos exteriores, estructuras caducas). Pues bien, en contra de unos y otros, pienso que este es un tiempo bellísimo para sembrar evangelio. Esto es lo que importa: no tener miedo y explorar formas de vida cristiana, desde el evangelio, en comunión cordial con el conjunto de la iglesia, pero sin estar esperando las directrices directas de una jerarquía. Se trata de ser iglesia, de acoger la voz del evangelio y de crear vida cristiana, con autonomía, en la línea de todo lo que he venido diciendo en este libro.
- 13. La importancia de los ministerios En este fondo destaca nuevamente la importancia de los ministerios, que no tienen carácter sacerdotal (en el sentido clásico del término: no ofrecen víctimas, ni aplacan a Dios con sacrificios), pero son fundamentales, como mediadores de Palabra y Amor comunitario. No hay iglesia visible sin ellos, ni fraternidad sin institución, que organiza el amor desde el evangelio. Como Cristo fue ministro (servidor) del Reino de Dios (de los humanos), así sus seguidores: todos son ministros de la Humanidad reconciliada, de maneras diferentes, dentro de una iglesia que se encuentra llena de tensiones, en momento de crisis. En este contexto queremos evocar el tema de la re-forma de los ministerios, conforme a dos caminos que deben acercarse (completarse), para bien de la Iglesia: 14. Camino oficial. El Vaticano mantiene una acti
- tud tradicional: insiste en el sistema y actúa como "estado religioso unificado", con nuncios ante las naciones, nombramiento directo de obispos, formación presbiteral en seminarios, celibato, exclusión de mujeres etc. Mirado de un modo exclusivista, este modelo se encuentra a mi entender bastante seco. Está acabado (al menos en occidente), por la escasez vocacional y, sobre todo, por el tipo de vocaciones que prepara, desligadas de sus comunidades, separadas de la vida y crecimiento real de los cristianos. Es muy buena la mediación de caridad de la Iglesia de Roma (así decía Ignacio de Antioquía), pero no para imponer sino para animar…Esta animación de la Iglesia de Roma con su obispo es muy importante, pero no puede imponerse sobre el conjunto de las iglesias. Por eso, las reformas que proponga el Papa Francisco o sus sucesores son (serán) muy importantes, pero ellas no pueden definir el futuro de la Iglesia. La función de Pedro según Mt 16, 17-19 tiene un sentido diferente.
- 15. Camino extra-oficial. Hay comunidades que empiezan a reunirse por sí mismas, sin un presbítero oficial, suscitando desde abajo sus propios ministerios de celebración y plegaria, servicio social y amor mutuo etc, como al principio de la iglesia. Son comunidades que han comenzado a compartir la Palabra y celebrar el Perdón y la Cena de Señor sin contar con un ministro ordenado al estilo tradicional, pero sin haber roto por ello con la iglesia católica, sino todo lo contrario, sabiéndose iglesia. Estos "ministros" pueden recibir nombres distintos: a veces se les llaman colaboradores, otra son auxiliares o párrocos seglares, otras asistentes pastorales... Lo del nombre es lo de menos. Más importante es el hecho de que algunos están reconocidos y realizan funciones oficiales. En otros casos, tanto las comunidades como sus "ministros" actúan sin respaldo oficial. En caso de conflicto con la jerarquía pueden afirmar que actúan de un modo "privado": lo que presiden no es Eucaristía o Penitencia sacramental, sino celebración piadosa (no oficial) de la Cena y Perdón de Jesús. Pero esta parece una disputa de palabras. Las comunidades que actúan de esta forma carecen de visibilidad oficial (no tienen comunión ministerial externa), pero pueden estar en Comunión real con el conjunto de la iglesia. Ellas son, por ahora, pequeñas y frágiles, pero estoy convencido de que van a multiplicarse, eligiendo sus ministros (varones o mujeres), para un tiempo o para siempre, conforme a la palabra de Mc 9, 39 no se lo impidáis.
- 16. Comunidades no integradas, comunidades integradoras. Teológicamente hablando, estas comunidades no integradas (por ahora) en el orden oficial de la Gran Iglesia (de ahora)no plantean dificultades. Así nacieron al principio las iglesias, así eligieron sus ministros, así se federaron formando unidades mayores. Por ahora, la Gran Iglesia no admite ese modelo, pero lo hará pronto, no sólo por la fuerza de los hechos sino, por la misma evolución de sus ministerios oficiales, que irán perdiendo sacralidad sacerdotal (carácter jerárquico) para convertirse en servicios comunitarios de carácter flexible, desde el interior de las mismas comunidades. El organigrama jerárquico de la iglesia actúa es más propio de un sistema burocrático sacral y estamental que de una comunión de seguidores de Jesús. Sólo así se entiende el hecho de que que esta Iglesia ordene ministros en sí (presbíteros sin comunidad, obispos sin iglesia), como expresión de honor y cambio de estado (elevación estamental). Muchos de esos ministros absolutos (sin comunidad o iglesia), mantienen un carácter difícil de precisar, de manera que parece preciso que volvamos a los primeros tiempos de la iglesia, que en el siglo V (Concilio de Calcedonia, año 451) prohibía la ordenación en sí, sin referencia a una iglesia.