No a los minaretes en Suiza. Vox populi, vox diaboli?
Que yo sepa, no se trata de prohibir las mezquitas, ni los lugares de culto musulmanes, sino de un signo externo, que son los minaretes, pues ellos irían en contra del “buen paisaje suizo”, de verde impoluto y motañas de nieve, con torres de iglesias ideales (en las zonas católicas). El problema por tanto no sería el de impedir una religión, sino una de sus manifestaciones externas.
Es evidente que ese referéndum (con su resultado: ¡se prohíben los minaretes!) tiene muchas lecturas, pero la más visible es el hecho de que muestra una fuerte reticencia ante las manifestaciones externas de la religión musulmana. Parece que el problema no es con los musulmanes como personas (la mayor parte de los musulmanes suizos provienen de la ex-Yugoslavia, son europeos y están bien integrados en la población). A pesar de eso, ellos producen miedo, un miedo del que proviene un rechazo.

El problema, por tanto, no son los minaretes… pues para “impedir” su “agresión” al entorno del paisaje “bellísimo” bastaría con haber regulado su forma externa, haciendo que ella se adaptase a las tradiciones arquitectónicas de Suiza (¡cosa que me parece muy saludable!). El problema es el “miedo” a lo distinto, que suele brotar de la falta de seguridad en lo propio.

No todo se puede votar, hay cosas previas, más importantes, que no están sometidas a votos, como suponía el mismo “buen” Rousseau, al suponer que todos los hombres son buenos y quieren siempre lo mejor… En contra de ese principio, los “más sabios” judíos han sabido siempre que el voto de la mayoría, convertida en masa, tiende a ser un “voto asesino”. Por eso, si en un tribunal, todos los jueces coincidían y votaban por unanimidad… que un hombre es culpable había que absolverle, pues esa misma unanimidad mostraba que el juicio había sido mal planteado.
Sea como fuere, me parece que, en este caso, el voto suizo ha sido un voto “miserable” y "manipulado" por los intereses de algunos. Ciertamente, los problemas existen y, si queremos recordar el más común, basta con pensar en la “ley de la reciprocidad”: ¿Cómo vamos a permitir los minaretes en la bella Suiza, si en Arabia Saudita se prohíben no sólo los campanarios, sino las mismas iglesias?
Suiza sólo prohíbe la construcción de minaretes que “atentan contra su paisaje”, mientras que en gran parte de los países musulmanes resulta muy difícil no sólo la construcción de iglesias, sino el mismo mantenimiento del culto cristiano… y todo tipo de “proselitismo”. En esa línea, desde un punto de vista político (¡de votación de mayorías!), el no de Suiza a los minaretes nos parece comprensible. Pero hay algo más allá de la política, y ese algo ha sido puesto en peligro en Suiza y puede ponerse en peligro en todo Europa: ¡Tenemos miedo a la libertad, tenemos miedo a los otros!
Tengo la esperanza de que los “buenos gobernantes” suizos, que no han promovido ni apoyado el referéndum, pero que lo han tenido que aceptar según su leu (¡allí se vota casi todo!), apliquen de un modo sabio el resultado “dejando que haya minaretes”, pero al modo suizo (según su arquitectura).
Tengo la esperanza de que la Europa democrática no exija que haya democracia en muchos países musulmanes para ampliar la democracia en sus países… y ofrecérselo a los mismos que, en algún sentido, la niegan.
Finalmente, como cristiano quiero manifestar mi apoyo a los musulmanes de Suiza y de Europa, deseando que tengan toda la libertad posible para vivir según su fe.
Creo que el referéndum de Suiza ha sido un mal referéndum y su resultado ha sido poco “democrático” (pues no deja que otros expresen externamente su fe). Pero quiero esperar que las cosas se arreglen del mejor modo posible... de manera que la "cosa" se quede en el tema externo de la "estética" de los minaretes (algunos de los cuales son bellísimos, como la Giralda de Sevilla).
Anejo. Manaifestaciones de Tariq Ramadan
(cf. Rodrigo Carrizo Couto, swissinfo.ch; en http://www.swissinfo.ch/spa/index/Suiza_no_tiene_nada_que_temer.html?cid=7818462)
Tariq Ramadan está considerado como uno de los más influyentes pensadores del islam europeo. Nacido en Ginebra en el seno de una familia egipcia, este doctor en Ley Musulmana y Filosofía Occidental valora los resultados del referéndum del domingo. El profesor Tariq Ramadan habló con swissinfo.ch desde su despacho en la Universidad de Oxford. Entrevista.
¿Qué valoración hace usted de la decisión del pueblo suizo?
Tariq Ramadan: La reacción de los suizos es muy interesante. Muchos analistas se detienen en el símbolo de la prohibición de los minaretes, pero no en el fondo. Es evidente que la verdadera cuestión que se ha tratado en el referéndum es acerca del islam y la presencia de inmigrantes musulmanes en Suiza. Considero que el gran problema es la nueva visibilidad musulmana. Esa presencia cada vez más visible es lo que Europa en general no acaba de aceptar.
¿Los minaretes, o alminares, no serian entonces el problema?
T.R: Está claro que no. Puesto que, en un momento dado, la derecha populista suiza intentó usar como símbolo de su combate el ritual musulmán utilizado en la carnicería islámica, o "halal", pero pronto se dio cuenta que es similar al que utilizan los judíos para la alimentación "kosher", y desistió. Finalmente, eligió la lucha contra los minaretes como símbolo visible del islam.
¿Y cual es la razón de ese rechazo?
T.R: El elemento central del miedo y el rechazo pasa por la globalización económica y el temor que ella impone en los pueblos. Creo que es algo central en la actual crisis identitaria europea.
Pero son muchos los países europeos que parecen tener un conflicto con la inmigración musulmana.
T.R: El rechazo al islam y la inmigración árabo-musulmana toma en Europa diversas características, en función de los intereses particulares de cada nación. Los franceses hablan del velo en las escuelas, los holandeses se centran en la intolerancia hacia los homosexuales y en Suiza son los minaretes. España tampoco está ajena al conflicto, puesto que el Partido Popular trata a los musulmanes como elementos exógenos e inaceptables. Y no olvidemos que el papa Benedicto XVI recuerda constantemente las raíces latinas y griegas de Europa, olvidando el importante aporte islámico.
¿No le ha sorprendido el voto suizo, cuando el Gobierno, los partidos y los medios de comunicación llamaron claramente a rechazar la iniciativa?
T.R: No me ha sorprendido demasiado. Y permítame decirle que no creo que el mensaje de la clase política sea neutral ni favorable a los musulmanes. El problema es que los partidos mayoritarios y democráticos van a remolque de los movimientos populistas de derechas, que son quienes realmente dictan la agenda política. Los demás partidos reaccionan como pueden ante ese hecho consumado.
¿Incluidos los movimientos de izquierdas?
T.R: Pienso que incluso los partidos progresistas, al hablar del islam, dicen siempre "PERO". Dan así a entender que el islam es, por definición, una fuente de conflictos. Casi siempre los políticos aclaran "pero" estamos contra la ablación femenina. "pero" estamos contra las pisicinas separadas, o sí "pero" en contra de los matrimonios forzados. Y así con diversos temas.
De hecho, numerosos observadores destacan que en Suiza, fuerzas políticas como las feministas o la izquierda habrian sido un apoyo inusual a la iniciativa contra los minaretes.
T.R: Así es. Pues incluso gente que se considera progresista vota hoy contra los musulmanes, y eso me parece muy preocupante. Pienso que el verdadero peligro no es la derecha, sino la normalización del discurso de la derecha entre los partidos políticos tradicionales. Mire usted, en Francia ha ocurrido algo significativo, y es que se ha demostrado que las tesis del Frente Nacional pueden ser aceptadas hasta por un 73% de votantes, siempre y cuando estos no sepan que las ideas provienen del Frente Nacional. O sea, la misma idea en la boca de Marina Le Pen es aprobada por apenas un 20% del electorado...pero en boca de otros políticos puede llegar a subir hasta el 73%, lo que demuestra que el problema no son las ideas anti-musulmanas, sino quién las dice.
De hecho, la cuestión de las piscinas segregadas mencionada antes ha causado conflicto en Suiza. ¿Qué opinión le merece ese tema?
T.R: Las piscinas segregadas para mujeres musulmanas no tiene que ver sólo con cuestiones legales, sino también psicológicas y sociales. Aunque creo igualmente que los musulmanes no deben exagerar en sus demandas y comprender que hay ciertos límites que a la opinión pública europea le puede costar atravesar. También digo a los musulmanes: ¡una niña de 8 años no puede ir a la escuela con pañuelo islámico! Son malas interpretaciones de la religión, porque antes de la pubertad no pueden aplicarse esas medidas.
¿Cree que de parte de los musulmanes falta algo más de auto análisis? ¿Acaso comunican ustedes mal sus puntos de vista?
T.R: Pienso que es imperativo un cambio de actitud en los musulmanes. Un cambio de discurso y un severo auto análisis. Creo que lo que ocurre en Suiza es una llamada a despertarnos, que nos obliga a ser más responsables y activos.
¿Debe Suiza prepararse para una crisis similar a la que siguió a la publicación de las caricaturas de Mahoma en 2005?
T.R: No creo que Suiza deba tener temor a una reacción violenta de parte del mundo árabe-musulmán. El caso de las caricaturas de Mahoma fue muy distinto, porque ahí se atacaban los fundamentos mismos de la religión, lo que no es el caso ahora con los minaretes. Estos no son imprescindibles a la práctica religiosa ni a la oración. Desde el universo musulmán se ha llamado claramente a no decretar ningún boicot a Suiza ni reaccionar con violencia.
(Rodrigo Carrizo Couto, swissinfo.ch)