La ternura africana ante aquel 11 de Septiembre (II)

(AE)
El otro acontecimiento que se me quedó clavado en la mente fue el simple pero elocuente gesto de los ancianos de una aldea masai

llamada Enoosaen. El 11 de Septiembre del 2001, un estudiante de etnia masai Wilson Naiyomah, estaba casualmente de visita en Nueva York ya que era estudiante en la Universidad de Stanford en California. El joven vivió en su propia carne la confusión, el miedo y el dolor de una ciudad y un país asolados por un ataque de tal magnitud. A las pocas semanas, cuando estaba de visita en su Kenia natal, relató al consejo de ancianos de la tribu sus experiencias de aquel aciago día y los sentimientos de impotencia y de luto que había invadido a toda una nación. Los ancianos masai quisieron ponerse en la piel de aquella nación en pena y decidieron ofrecer a los Estados Unidos el regalo más valioso que se podían imaginar: 14 vacas. Para los masai, el ganado es el don más precioso que se pueda dar y recibir y es tan apreciado que es tradicionalmente un presente utilizado para expresar la condolencia ante la pérdida de alguien querido.

Por tanto, los ancianos no dudaron en enviar un mensaje a la embajada norteamericana en Nairobi indicándoles que podían recoger 14 vacas que eran donadas al pueblo estadounidense como símbolo de la compasión y la solidaridad de aquel pueblo masai. Aquel gesto tan lleno de humanidad tuvo una respuesta inmediata. Más de 40000 ciudadanos norteamericanos escribieron cartas, postales y dibujos de agradecimiento ante lo que se convirtió un gesto único en aquellos días tan duros después de la tragedia.

El embajador, en la ceremonia de aceptación del ganado, llegó a decir: “A pesar que el ganado no podrá ser transportado a los Estados Unidos, conseguísteis vuestro objetivo: aliviar el dolor y el sufrimiento del pueblo de los Estados Unidos. Mañana, en casa, la gente de los Estados Unidos recordará que, en un poblado perdido del Oeste de Kenia que no tiene rascacielos ni aviones ni terroristas que quieran atentar contra nadie... los Masai de Enoosaen expresaron su solidaridad con el pueblo americano.”

El embajador de aquel tiempo, en consultas con su gobierno, decidió que no podrían transportar las vacas hasta los Estados Unidos, pero que aceptaban su propiedad y pedían a los masai que las cuidaran y protegieran en sus tierras. Como agradecimiento a aquel gesto de generosidad y verdadero altruísmo, el gobierno estadounidense decidió abrir en aquella comunidad un centro veterinario que ayudara a mejorar la salud del ganado junto con 14 becas para jóvenes del lugar. Los masai, con profunda dignidad, dijeron que cuando hicieron su gesto no esperaban nada a cambio, pero aceptaban el gesto del gobierno americano. Aquel grupo de 14 vacas se ha convertido ya en un rebaño de más de 30 cabezas y los beneficios del mismo se están empleando para que los jóvenes del lugar puedan verse apoyados en sus sus estudios.

“De todos los actos de solidaridad y buena voluntad, el que tocó los corazones del pueblo americano como ninguno otro fue la generosidad de los ancianos masais”, expresó en su día el embajador norteamericano. Como dijo una vez el obispo Casaldáliga, “la solidaridad es la ternura de los pueblos” y este gesto es sin duda una prueba fehaciente del poder de la bondad del corazón humano sobre la maldad, la perversión de las ideas y la destrucción.

Desde este blog, sirvan estas líneas para rendir un emocionado homenaje a la profunda y tierna solidaridad de un poblado de masais perdido en la estepa africana que tuvo a bien mostrar su compasión y humanidad con la nación más poderosa del planeta.
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