El presidente Putin en diálogo con dos patriarcas ortodoxos



El pasado 25 de mayo de 2017 la Iglesia ortodoxa rusa informaba a través de su portal digital (www.mospat.ru/) de la visita que el presidente ruso Vladimir Putin había rendido el día anterior al patriarca Kirill en su residencia de trabajo para felicitarle por su fiesta onomástica. El comunicado precisaba que el jefe del Estado había aprovechado el momento para entretenerse también con el patriarca copto Tawadros II, casualmente junto a Kirill en esas horas.

El speech de circunstancias dirigido por el mandatario ruso al papa copto no tiene, pese a todo, ningún desperdicio: «Permítame, Santidad, presentarle mis saludos. El patriarca de Moscú y de toda la Rusia me ha hablado de la Iglesia copta y de usted de manera bastante detallada. La Iglesia copta es una de las primeras Iglesias cristianas. Cuenta con 30 millones de fieles, 14 de los cuales en Egipto. Me siento muy satisfecho, ya que nosotros tenemos buenas relaciones con Egipto, con el conjunto del pueblo egipcio, sin distinción de confesiones.

Me siento, sin embargo, y por eso mismo, particularmente contento de intercambiar este saludo con usted, que representa al cristianismo en Egipto. Ello significa que nosotros tenemos un lazo particular con Egipto. Sé que el presidente Sissi, que es un gran amigo de nuestro país, sostiene activamente a los coptos en Egipto. Os ruego que le transmitáis oportunamente, así como a todo el pueblo egipcio, los mejores votos de Rusia».

La respuesta de Tawadros II tampoco desmerece: « Estoy en Rusia por segunda vez, de visita a mi querido hermano, su santidad el patriarca Kirill. Lo cual es particularmente importante en estos días en que celebramos a san Nicolás. Las relaciones de Rusia y de Egipto son excelentes y nosotros así lo entendemos. Puedo decir que las relaciones entre nuestras dos Iglesias son muy buenas. Desarrollamos la cooperación en diferentes campos. Gracias a Dios la situación en Egipto mejora de día en día. Mantenemos muy buenas relaciones con el Presidente Sissi, el gobierno y el parlamento egipcios. Trabajamos a fondo para sostener la unidad nacional en Egipto entre cristianos y musulmanes. Os agradezco, pues, vuestra acogida y vuestros buenos deseos hacia Egipto. Vamos a rezar para que estos vínculos mejoren de día en día, tanto a nivel de Estados, como a nivel de Iglesias».

Seguidamente Putin agregó: «Nosotros damos gran importancia al desarrollo de las relaciones intereclesiales». Y añadió como ilustrando lo dicho: «Nos habéis mencionado las reliquias de san Nicolás. Este acontecimiento ha sido posible gracias a los acuerdos a que llegaron el Patriarca de Moscú y de toda la Rusia y el Papa de Roma durante su encuentro. Es un gran acontecimiento para los ortodoxos de Rusia. Nosotros le estamos muy agradecidos al Papa de Roma, a la Santa Sede de haber decidido responder a la demanda del Patriarca». Y concluyó todavía constatando: «La Iglesia juega un papel importante en el acercamiento de los pueblos. En vuestro caso, es un testimonio elocuente de una tendencia hoy muy útil». De allí a poco, el Presidente se llegó hasta la iglesia de Cristo Salvador, donde veneró las reliquias de san Nicolás.



Al día siguiente, 25 de mayo de 2017, fiesta de la Ascensión del Señor, su santidad Kirill consagró la iglesia de la Resurrección y de los Nuevos Mártires-y-Confesores rusos, en el monasterio del Encuentro de la Virgen de Vladimir (Sretenski), en Moscú, antes de presidir la celebración de la Divina liturgia en la nueva iglesia. Ceremonia a la que asistió Putin, que se entretuvo luego con el Patriarca y los jerarcas de la Iglesia rusa fuera de las fronteras, conducidos por el metropolita Hilarión de América del Este y de Nueva York, venidos para el evento.
Les dijo el Presidente:

«Me complace saludaros, agradecer lo que hacéis por los Rusos que residen en el extranjero. Os agradezco también vuestra voluntad de restaurar plenamente la unidad de la Iglesia ortodoxa rusa del Patriarcado de Moscú y de la Iglesia ortodoxa rusa fuera de las fronteras. Es extremamente importante para nuestro pueblo, nuestro país y los países donde vivís y trabajáis. Este lazo espiritual viviente es de suma importancia, sobremanera en el complejo mundo de hoy, pleno de contradicciones.

He hablado de la unidad de la Iglesia ortodoxa rusa. Podemos también hacerlo de la unidad en un sentido más largo, en un sentido humanitario. Tanto más cuanto que todas las religiones del mundo se apoyan sobre lo que nosotros llamamos los valores tradicionales, justamente los que vosotros defendéis. Os aseguro que sois siempre bienvenidos».

Son muchas las claves con que interpretar adecuadamente lo que precede. Algunas iluminan bastante la cuestión ecuménica. Putin habla, por ejemplo, de unidad, de valores espirituales y humanos, de amistad entre pueblos, a dos patriarcas estrechamente relacionados entre sí. Se dijera que habla como un santo Padre de la Iglesia. Putin y Kirill, pues, siempre cercanos, siempre amigos. Se dice del Presidente que fue, en su día, director del temible KGB soviético, o sea que sabe de represión y de turbias maniobras un montón. ¿Dónde estaba él cuando Kirill, rector entonces de la Academia eclesiástica de Teología en Leningrado, acabó represaliado cabalmente por intrigas del KGB?

Pero Putin ahora exterioriza su fe ortodoxa como buen cristiano ortodoxo y no le hace ascos al hecho de aparecer en público junto a Kirill y hasta de participar activamente, incluso de comulgar, en las Divinas liturgias. Su presencia en la consagración de la iglesia de la Resurrección y de los Nuevos Mártires-y-Confesores rusos, en el monasterio del Encuentro de la Virgen de Vladimir (Sretenski), puede ser buena prueba. Hay más, muchas más; tantas como para escribir no uno sino cien artículos en este portal digital.



En pleno mes de mayo de 2016, por ejemplo, visitó el Monasterio ruso de San Pantaleón en el Monte Athos, invitado por Kirill (cf. «El presidente Putin en el Monte Athos»: RD: 01.06.16 | 00:07. Archivado en Ortodoxia-catolicismo http://blogs.periodistadigital.com/pedro-langa.php): se sumó así a las celebraciones milenarias del Monasterio, para cuya restauración se había ocupado desde años atrás en poner los rublos sobre la mesa. Vamos, que le dejó al Patriarca un San Pantaleón desconocido, como los chorros del oro. Si esto no es por llevarse bien entre ambos, que baje Dios y lo vea.

Lo que pasa es que sacar adelante la Gran Rusia, la de los grandes Zares, la de Iván el Terrible, como algunos se empeñan puestos al análisis, es idea que promueven al alimón uno y otro no sin desgaste notable para ambos. Así se explica que la anexión de Crimea le haya puesto difíciles las cosas a Kirill ante las otras Iglesias ortodoxas. Y ya veremos en qué para lo de Ucrania. Sabida es la estrecha unión que suele reinar entre una Iglesia ortodoxa autocéfala y las correspondientes autoridades civiles de su país. Lo que conlleva sus dificultades cuando, a la religión, se le suma la política. Máxime en estos tiempos de tanto terrorismo suelto y de tanta idiocia sentada en la poltrona de ciertas cancillerías. De ahí la resuelta implicación política de Putin en Oriente Medio, al contrario del mediocre Obama, que dejó a tantas y tantos cristianos abandonados a su suerte en las garras del yihadismo.

El presidente Putin, en cambio, sea por motivos estrictamente geoestratégicos, sea también por su estrecha unión a una Iglesia que, numéricamente, es, con mucho, la más grande de todas las ortodoxas, no ha te nido tampoco inconveniente alguno en ordenar los bombardeos sobre Siria cuando los EE.UU. estaban con sus elecciones mirando a la luna. Y mientras el estrafalario Trump terminaba de limpiarse la caspa de encima del hombro, el astuto y felino Putin le ha comido prácticamente el tarro. En la respuesta a Tawadros II el lector podrá encontrar los sentimientos que animan al mandatario ruso librando esta guerra contra el terrorismo. Basta con saber leer entre líneas. Merece, pues, la pena completar el panorama, porque la cosa no se queda ahí.

Del 15 al 18 de octubre de 2016 –año, pues, de la visita y celebraciones en Athos, y de la negativa de cuatro Iglesias ortodoxas al Sínodo Panortodoxo de Creta--, Kirill visitó la diócesis de Souroge para celebrar el 300º aniversario de la presencia de la Iglesia ortodoxa rusa en Gran Bretaña. Hubo agasajos, visitas de cortesía a la Reina de Inglaterra, y al Arzobispo de Canterbury, etc. Al cabo de su estancia en Inglaterra, y pronto a emprender el regreso a Moscú, Kirill se prestó gustoso en la sala de autoridades del mismo aeropuerto a una batería de preguntas de periodistas rusos, ingleses y extranjeros sobre diversas cuestiones, algunas de especial relevancia ecuménica.

Ya al término de la primera semana de mayo de 2016, cuando Rusia y Turquía intensificaron sus bombardeos en Siria contra el terrorismo yihadista, las Agencias difundieron que el Patriarca, durante un acto religioso con motivo de la fiesta de San Jorge, patrono de Moscú y de los ejércitos rusos, 6 de mayo, había definido a dicho terrorismo como un «mal no solo para Oriente Medio, sino para todo el género humano» (cf. mi artículo «El patriarca Kirill y la guerra contra el terrorismo», en: RD: 08.01.17/ Archivado en Ecumenismo http://blogs.periodistadigital.com/pedro-langa.php/2017/01/07/p394205#more394205).

Fue entonces también cuando adelantó que «la guerra contra el terrorismo es una guerra santa. Quiera Dios que esto se entienda en todo el mundo, que nadie divida a los terroristas en buenos y malos, que nadie vincule la guerra contra el terrorismo al logro de objetivos no declarados pero presentes en el pensamiento político». Solo en ese caso –agregó--, «la guerra contra ese enemigo, llevada a cabo con medios honestos, también será santa».

En el aeropuerto de Souroge los periodistas tardaron poco en acosar con difíciles preguntas al primado de la Iglesia ortodoxa rusa, como esta: - « ¡Santidad! Habéis calificado la operación militar en Siria de guerra santa. En Occidente, nosotros tenemos otro punto de vista. ¿Consideráis las recientes operaciones conducidas por Rusia en Alepo como formando parte de la guerra santa en Siria?».



La respuesta de Kirill fue hábil y, desde luego, fulminante y sin paliativos: - «Lamento que mis palabras hayan sido mal interpretadas. Yo jamás hablé de guerra santa en Siria. Sí hablé de guerra santa contra el terrorismo. Y pienso que numerosas víctimas del terrorismo en Europa se reconocerán dentro de mis palabras: basta recordar lo que ha pasado recientemente en Francia, en Bélgica. Pregunte a los familiares de quienes han muerto a manos de los terroristas». Más claro, pues, verde y con asas.

Desde entonces a esta parte Kirill no las ha tenido todas consigo. Ahora mismo se dice que esa guerra sin cuartel que mantienen Rusia y Turquía podría haber acabado con Abu Bakr al-Bagdadi, líder del Estado Islámico y califa de los terroristas. El suceso habría ocurrido en el curso de un bombardeo lanzado por aviones rusos la noche del 27 al 28 de mayo pasado, en el que perecieron altos dirigentes de ese grupo terrorista y más de 300 militantes. Y luego está el asunto de Ucrania que tampoco tiene buena pinta.

La pregunta, con todo y con eso, se hace inevitable: si tantas ganas tienen el mandatario del Kremlin y su escudero Kirill en poner término a ese terrorismo atroz, que tanto golpea, por cierto, a la Iglesia copta ortodoxa de Tawadros II, ¿por qué Kirill no se apuntó al viaje «de unidad y fraternidad» del papa Francisco a El Cairo a finales de abril? Allí estuvo Francisco, y con él el patriarca Bartolomé I, y el mismo Tawadros II, y el Rais Sissi, además del patriarca de la Iglesia copta católica, por supuesto, y del Gran Imán de Al-Azhar. ¿Y por qué no estuvo Kirill en aquel grupo mayoritariamente religioso? Las preguntas podrían multiplicarse, una tras otra: ¿Por qué su pulso a Bartolomé I cuando el Sínodo Panortodoxo de Creta en junio de 2016? ¿Por qué no se dejó ver Kirill junto a Francisco en Lesbos [donde estuvo acompañado por Bartolomé I y Hieronymos II, Gran Arzobispo de Atenas y toda Grecia], si tan buenas sensaciones había dejado el encuentro de La Habana? ¿Por qué no se perfila todavía por el horizonte una mínima señal de un nuevo encuentro con el Papa? ¿Por qué, por qué, por qué...?

Una buena respuesta pudiera ser la estrategia. El compromiso de Kirill y Putin es total. En la Declaración conjunta de La Habana se tocó de lleno la cuestión de Oriente Medio, y se hizo un llamamiento a los gobernantes del mundo para que pongan fin al confundidor desbarajuste que ahora mismo lacera, destruye, aniquila y pisotea los derechos humanos, religiosos o no. Ya se ve lo que las potencias del mundo han hecho hasta la fecha. Rusia parece ser la excepción. Pero la intervención rusa en Oriente Medio les pone los pelos como escarpias a los dirigentes de Washington. Y no por razones humanitarias, no. Tampoco por defensa de los derechos humanos –que eso puede que les resulte un canto a la luna-, sino por razones geoestratégicas: en Washington hay un fundado temor de que el Kremlin se posicione como el rey del mambo en Oriente Medio.

Otra respuesta pudiera ser que allí donde se ve al patriarca Bartolomé I, Kirill no se apunta. Y en los mencionados encuentros que acabo de citar estuvo Bartolomé I, a quien Kirill no dudó en echar un pulso cuando el Sínodo Panortodoxo de Creta. Kirill, para qué vamos a engañarnos, no quiere rivales; quiere el tú a tú con Francisco, y el Papa, claro es, se preocupa mucho de las formas, y de tener muy presente que el Patriarca de Constantinopla es el primus inter pares de las Iglesias ortodoxas. Rebajarse, pues, a compartir un encuentro como el de El Cairo, hubiera supuesto también, quién sabe, desairar a Putin.



La respuesta, por eso mismo, podría venir también, cómo no, de la entrevista que encabeza estas reflexiones. Tawadros II compartió en El Cairo encuentro y oraciones con Francisco, con el Gran Imán, incluso presencia en los momentos de la entrevista del Papa con el Rais, y hasta en la misa papal con los coptos católicos. Tawadros II, no obstante, visitó Moscú a finales de mayo. Fijadas de antemano las fechas (felicitar entre otras cosas a Kirill en su fiesta onomástica), éste, Kirill, diríase que tenía la coartada perfecta para hacer de ceremoniero mayor y, de paso, invitar al encuentro a Putin, el cual se presentó, por supuesto, tratando seguramente de aprovechar la oportunidad de recabar información de primera mano.

Es difícil saber qué pasó por la cabeza del Patriarca ruso. Lo que sí resulta indudable es que con dicha entrevista Putin y Kirill intentaban, en el fondo, demostrar al mundo que siguen más unidos que nunca, y están involucrados conjuntamente en lo de Siria, e incluso en lo de Egipto, y que, a pesar de no haber tomado parte en el encuentro con el Papa en El Cairo, siguen tan de cerca como el Jefe del Vaticano los avatares de Oriente Medio. Pero digamos que con otra metodología.

Porque después de la visita papal en abril, el Isis ha vuelto a golpear el viernes 26 de mayo de 2017 a los coptos ortodoxos que se dirigían en autobús a rezar en el monasterio de San Samuel Confesor, en la región de Minya, a unos 220 kilómetros de El Cairo: mataron al menos 28/29 personas. No hacía ni 24 horas que Tawadros II había mantenido su diálogo con Putin en la residencia patriarcal de Kirill. El grupo terrorista Estado Islámico (EI) se atribuyó al día siguiente tan abominable atentado contra la minoría copta de Egipto.

Es muy aventurado suponer que de aquellas conversaciones concluyera Putin que debía cepillarse a más yihadistas del Isis. Y no menos arriesgado aún imaginar que entre esos bombardeos y el encuentro de Tawadros II con Putin pueda existir cierta relación. Lo que no es fantasía desatada, sino dato cierto y bien cierto, es que los bombardeos que pudieron acabar –que cuando esto escribo todavía no se sabe- con la vida de Al Bagdadi cerca de Raqa fueron entre el 27 y 28 del pasado mayo, o sea a las pocas horas del atentado contra el autobús peregrino a San Samuel Confesor. El encuentro con Putin había sido el 24. El Ministerio de Defensa ruso está investigando estos días la posible muerte de Abu Bakr al-Bagdadi, sucesor de Bin Laden, líder del Estado Islámico y califa de los terroristas. Dice la nota rusa que estaba entre los participantes en la reunión que padeció la tira de los fuegos artificiales rusos y que ha podido morir en el bombardeo.



Sea de ello lo que fuere, ya se sabe que liquidar a un líder de la calaña de Abu Bakr al-Bagdadi puede suponer que pronto le suceda otro peor. Pero lo que también queda fuera de duda es que a Putin no le va a temblar el pulso ni le hará falta tomar ningún alcaloide para ordenar bombardeos intensivos hasta no dejar un terrorista vivo en suelo de Siria. Y si no que se lo pregunten a los expertos del KGB para comprender que el rubito del Kremlin no se anda con bromas. Y ya veremos si al extravagante Donald Trump no se las hace pasar canutas con esos teléfonos pinchados y esos espías cuando la campaña presidencial, y termina por llegar para él, ahora tan ufano exhibiendo su ensaimada capilar en la cabeza, el temible impeachment, que torres más altas que la de Trump han caído… Y si no, al tiempo…

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