Pontificado para la experiencia del Misterio, unidad fraterna y envío misionero León XIV apunta hacia una mística para el siglo XXI

León XIV
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León XIV, como buen hijo de san Agustín comienza a apuntar a la vía de la experiencia mística; y aunque aún no ha utilizado la expresión, ya ha utilizado la definición de lo que es un místico: un misionero pacífico del amor y de la unidad

Quienes saben leer entre líneas, ya se habrán dado cuenta que León XIV está señalando hacia una Espiritualidad como camino integral, que no deja a nadie ni nada por fuera; que lo integra todo: “Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. Y esta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos, con aquellos que cultivan la inquietud de la búsqueda de Dios, con todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz”.

Especial Papa León XIV

Es el camino que conduce a la Mística como experiencia de la unificación, de la plenitud de Vida en la que Cristo nos unifica a todos, todos, todos, y nos impulsa a una misión de paz.

Esta espiritualidad tiene tres puntos clave: primero, una experiencia directa del Misterio: “es posible sólo porque ha experimentado en su propia vida el amor infinito e incondicional de Dios”, insiste León XIV. Sabemos que no es suficiente una ética, unos acuerdos humanos o unas lógicas racionales para llegar a la paz. Es necesaria una experiencia profunda en el Espíritu de Cristo. La contemplación es la práctica de los místicos, porque en ella se tiene la experiencia directa de Dios. En el siglo XXI el cristiano, -y todo hombre-, ha de ser místico, es decir alguien que ha experimentado, para ser auténticamente hombre y cristiano.

Segundo: es un camino que se hace con otros, hasta descubrir que se hace con todos; “caminando junto con ellos (sinodalidad)… construir el edificio de Dios en la comunión fraterna, en la armonía del Espíritu, en la convivencia de las diferencias”. Porque no se trata de individualismos ni de grupos cerrados: unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo”. Los místicos no discriminan, integran; saben diferenciar, pero no separan; alaban las grandezas de la diversidad y con su mirada integral la unifican, porque el Espíritu de Dios ilumina sus ojos.

León XIV
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Tercero: es una espiritualidad siempre misionera. Porque ama y el amor nos desborda, y nos lleva a buscar al otro: “queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad.Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! Este es el espíritu misionero que debe animarnos, sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo”.Ningún místico se ha guardado para sí ni el camino, ni la experiencia, ni la posibilidad de ayudar a otros a encontrar el camino de la plenitud de Vida. Esa misión no es proselitismo, esa misión no es adoctrinamiento, esa misión es más bien, el reconocimiento del valor del camino que cada uno está realizando. De allí la importancia del diálogo intercultural e interreligioso.

León XIV, como buen hijo de san Agustín comienza a apuntar a la vía de la experiencia mística; y aunque aún no ha utilizado la expresión, ya ha utilizado la definición de lo que es un místico: un misionero pacífico del amor y de la unidad. Hombre, cosmos y Dios, unidos, unidos trabajando, unidos haciendo por los demás. Al asumir la vía mística como nuestro proyecto de vida, ya respondiendo a este llamado del Papa León XIV: ser místicos, misioneros del amor y de la unidad.

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