"Muchos perdones y mucha gratitud. ¡Veinticinco años! ¡Qué suerte! ¡GRACIAS!" Xaquin Campo Freire, tras 25 años de párroco: "Fui feliz con vosotros. Os quiero y me sentí muy querido"
"Hasta esta fecha fui vuestro Párroco durante veinticinco años. Y por eso tengo otras cuentas de las que hablaros"
"Me tocó acompañaros en los ratos más alegres y más dolorosos de vuestras vidas, conforme al compromiso que me fue encomendado y a la generosidad y confianza con la que siempre me hicisteis participe de vuestras vidas y problemas"
"Ser buena persona es una decisión que se ha de tomar cada día conscientemente. Y eso sí que lo he intentado y lo intento diariamente para corresponder a la inmensa bondad de todos vosotros, que sois un ejemplo a seguir"
"Este es mi verdadero estado de cuentas: Intenté respetaros al máximo. Ser gratuito en mi vocación-donación. Anuncié un Reino de paz, amor y Justicia, como recibí desde mi infancia de niño huérfano en la familia"
"Ser buena persona es una decisión que se ha de tomar cada día conscientemente. Y eso sí que lo he intentado y lo intento diariamente para corresponder a la inmensa bondad de todos vosotros, que sois un ejemplo a seguir"
"Este es mi verdadero estado de cuentas: Intenté respetaros al máximo. Ser gratuito en mi vocación-donación. Anuncié un Reino de paz, amor y Justicia, como recibí desde mi infancia de niño huérfano en la familia"
| Xaquín Campo Freire
Amigas y amigos: En el mes de julio os dirigía una carta abierta y en ella había un párrafo:
«Antes de irme quiero que tengamos las cuentas publicadas y aprobadas entre todos, con todas las aclaraciones. Y no solo de lo que tenemos. También de lo que vamos haciendo gratuitamente entre todos, porque esas son las verdaderas cuentas reales. Las otras, sólo las del dinero, son cuentas de ricos. Ellos no valoran el trabajo del pobre, del débil, de los enfermos, de los de abajo, de las mujeres, de los niños, de los mayores. También quiero presentar el inventario de todo lo que tenemos y fuimos creando. Que nunca nadie haga desaparecer lo que a todos pertenece».
Pero hoy os quiero hablar más concretamente de esas cuentas y del inventario.
Hay unas cuentas, las del dinero. Las de los ricos. Esas, en detalle, ya están explicadas y repartidas en las hojas de la asamblea parroquial. Ya os son conocidas.
Como veis estamos en números positivos. Y eso, ¿por qué? Pues por ser todos gratuitos, en todo. En el trabajo que aportamos cada una y cada uno. Y también por administrar entre todos con claridad, al céntimo, cuanto tenemos, ingresamos, gestionamos y repartimos en necesidades.
Pero estas aún no son las cuentas que yo os quiero rendir ahora. Hasta esta fecha fui vuestro Párroco durante veinticinco años. Y por eso tengo otras cuentas de las que hablaros. Como dijo Jesús. «A vosotros os traté de amigos: pues todo lo que le oí a mí Padre del cielo os lo di a conocer». (Xn 15,15).
Me tocó acompañaros en los ratos más alegres y más dolorosos de vuestras vidas, conforme al compromiso que me fue encomendado y a la generosidad y confianza con la que siempre me hicisteis participe de vuestras vidas y problemas, por veces bien íntimos y delicados, tanto en los campos personales, familiares como en los comunitarios. Siempre nos comprendimos y nos hemos ayudado. Y nos fue bien.
Yo he aprendido de vosotros el valor de una promesa sagrada, pronunciada en público y por palabras de presente: “Yo os acojo a todos vosotros y prometo que os he ser siempre fiel, tanto en la alegría como en la adversidad, tanto en la salud como en la enfermedad, tanto en la abundancia como en la escasez, teniéndoos mucho amor y respeto por todos los días de mi vida”.
Y vosotros me respondisteis con decisión y esperanza: “Pues ven en el nombre de Dios, con paz y amor: Nosotros también te acogemos a ti.”
Intenté cumplir la promesa. No sin defectos, de los que ando sobrado. De todas maneras aprendí de los míos y de los de mi parroquia de origen, en S. Xiao de Roca, Guitiriz, Lugo, que ser buena persona es una decisión que se ha de tomar cada día conscientemente. Y eso sí que lo he intentado y lo intento diariamente para corresponder a la inmensa bondad de todos vosotros, que sois un ejemplo a seguir. “A vosotros os llamo amigas y amigos”, porque lo sois.
Quiero detenerme antes en explicar algo muy importante: La vida humana se expresa en todo mediante ritos. Cuánto daño nos hizo el Covid-19 en este aspecto al privarnos de lo más esencial: No podernos aún hoy besar, acariciar, darnos la mano, dar gracias efusivamente, despedir, acompañar, llorar, reír, festejar, aplaudir, etc. Y eso, precisamente, con los que más queremos. Se nos han ido sin poder despedirnos ni abrazarnos intensamente. Ellos y nosotros tenemos un vacío interior inmenso. Nos vimos huérfanos de los ritos más esenciales en la vida humana.
Pero, ¡atención! Los ritos tienen un enemigo: La rutina, la infidelidad, la falsedad, la simulación, la traición, las huidas: El ritualismo: Hacer que se hace o por “quedar bien”.
En la fe y en la Iglesia nos movemos y nos expresamos por medio de ritos. ¡Qué fácil es “ir por el libro”! Jesús, el Cristo, siempre personalizaba la forma de acoger, observar, tratar y acompañar. Miraba con amor, empezando por los pobres, los niños, los forasteros, los desplazados, los huérfanos y viudas, las mujeres despreciadas, los solos, los locos, los “parviños”, los presos, etc. Por eso su relación era siempre sanante y sanadora. Pero, por eso mismo, él siempre resultaba desconcertante. Descolocaba y molestaba a los bien “instalados”. Sus actitudes y toda su forma de ser y tratar era interpelante. Inquietaba. No dejaba tranquilo.
Pues de esto es de lo que os quiero hablar y rendiros cuentas.
Solo cinco ejemplos:
1.- Acogí a 172 bautizados/as. La importancia del nombre, de tener nombre, de ser respetados por tener nombre en las comunidades. La importancia de ungir y consagrar una persona que empieza a vivir entre nosotros. Nos hacemos responsables de “estar al lado” de esa vida. De acompañar. No es tan importante acreditar “si tengo un papel” de confirmación como el compromiso adquirido en la comunidad bautismal para acompañar de por vida a quién hemos engendrado en vida: ¡Que nunca le falte el agua nutricia! Y que nunca sea profanada su sacralidad de persona. ¡Si tomáramos el bautismo en serio y no solo ‘como un rito’, que se hace y ya está, no habría niños ‘profanados’, de-sacralizados, des-bautizados! Son hijos míos: de Dios y nuestros. De todos, de la comunidad. Todos. Sin distinciones.
2.- No hay vida cristiana sin comunidades. Cada domingo, (y fueron 1.300, sin contar los festivos), celebramos el gozo de la palabra: Deus está no meio de nós. La respuesta portuguesa, confiada y confesante, al saludo del sacerdote: O Senhor seja convosco. Él nos ayuda a retomar las semanas pasadas y ahondar en las experiencias de vida para proyectarnos evangélicamente en el Reino de la vida que nos está esperando en el aquí y ahora, presentándose hacia delante en el ya pero todavía no de la esperanza. Tomar fuerzas y luz en la comunidad celebrante para seguir presentes y activos en la sociedad con justicia, amor, verdad y paz. Partimos, repartimos y compartimos el Pan de Vida y de la vida. Y aprendemos a saber dónde están las necesidades reales: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. No puede haber religiones vacías, injustas, despreciadoras, sin alma o simplemente de boquilla para fuera. Eso sí también es profunda profanación.
3.- Con que dolor pero también esperanza nos acompañamos entre todos cuando tantas hermanas y hermanos se nos fueron: 481. Cuando muere una persona, con cada una, se nos van por lo menos cien años de historia viva, concreta y real: Eso que llamamos memoria histórica. Por eso su vida “no se acomoda” en un nicho. Trasciende. En la misa de la Ascensión se nos habla de una nueva presencialidad en espíritu y verdad para que no nos agobiemos como los que no tienen esperanza. La unción de los enfermos, con toda la comunidad y la familia presentes, con fe y amor, nos ha ayudado a todos, siempre que supimos acogernos de verdad a las manos amorosas del Padre, en Jesús, el Cristo, nuestro hermano, y en la fortaleza y luz del Espíritu. María, la madre, siempre amorosamente presente.
4.- Intenté orientar, animar y celebrar en verdadera fiesta el amor de las 30 familias nacientes. Somos unas parroquias muy envejecidas. Por eso: ¡Una boda! ¡Qué alegría la nuestra! ¡Tenemos futuro! Pero muchos de ellos siguieron la ruta de Abraham: “Id a una tierra que os iré indicando”. ¡Qué pena!
5.- Gracias por haberme invitado a acompañaros en esos procesos largos, silenciosos, del enfermar y del despedirnos. Intenté hacerlo con todas las ayudas del Cristo presente. Pero también formándome seriamente como enfermero y cuidador para ayudar con la mejor psicología en el arte de acompañar y en la relación de ayuda: En la enfermedad y en la muerte. Y, luego, en los duros procesos de ir saliendo de los lutos. Porque nunca es uno sólo. Fue gratificante la tarea. Y los ritos intenté que fueran siempre personalizados y “no solo por el libro”. Así lo hacía Jesús. Alguna vez, alguien me llamó atención por darle un aplauso a una vida que se despedía de nosotros “pero, por lo visto, no lo merecía”.
Yo sé que el Padre misericordioso supo esperar con entrañas de dolor, lágrimas y amor. Y convocó la fiesta para el hijo que más necesitaba ese amor porque había caminado largamente “extra-viam”. Pero, al fin, ha vuelto a la casa paterna. Pero allí, encubierto, había ido anidando un dolor más lacerante: la negación al amor, la cerrazón, el rechazo abierto, la frialdad y la condena implacable del hermano mayor, siempre tan compungido y transido de dolor acompañando al padre. Era odio disfrazado de amor al padre. Se fue de casa negándole tal acogida al hermano que entraba de nuevo en vida, porque “¡nos manchó!”.
Este es el inventario de verdad. El mío y el vuestro. Este es mi verdadero estado de cuentas: Intenté respetaros al máximo. Ser gratuito en mi vocación-donación. Anuncié un Reino de paz, amor y Justicia, como recibí desde mi infancia de niño huérfano en la familia y en la comunidad que me generaron para ser discípulo de Jesús, el Cristo. No hice ritos mágicos ni vacíos de vida. Me encarné en vuestra realidad y juntos creamos esperanza.
Hay mucho más que contar en este inventario. Pero todo os es ya familiar y sabéis bien lo que yo os deseo decir. Muchos perdones y mucha gratitud. ¡Veinticinco años! ¡Qué suerte! ¡GRACIAS!
D. Benito Méndez, mi sucesor, es una bendición de Dios. Acogedlo como a mí me acogisteis.
En Mandiá-Ferrol, A Coruña, 11-09-2021. Fiesta de Santa Uxía, (ευ (eu = bien, correcto) y γενια (genia = origen). Significa "la bien nacida". Esa es nuestra Patrona. Y nosotros todos con ella, también somos los “bien nacidos”: Los benditos.
Fui feliz con vosotros: “A vosotros os llamo amigas y amigos!”
Os quiero y me sentí muy querido.
Xaquín Campo Freire, Xaquín de Roca, como me decís a veces.
Y me gusta. GRACIAS.