Desayuna conmigo (viernes, 20-3.20) Objetivo…, la felicidad

También en tiempo de coronavirus

f4886a2a-4262-43f9-92e2-c0f96977b4cb

Hoy se celebra el día internacional de la felicidad. La felicidad es un estado de ánimo, tan real y universal como la vida, lo que quiere decir que deberíamos preocuparnos por conseguirla igual que intentamos preservar la salud como base esencial de la vida. Ambas deben ser afán y meta de nuestro quehacer antes del coronavirus, durante el coronavirus y después del coronavirus. Tal parece ser el caso del pequeño reino de Bután, un territorio como Extremadura con unos 750 mil habitantes, que fue el proponente de la celebración de este día a la ONU, propuesta hecha el 28 de junio de 2012. Aprobada de inmediato, fue publicada el 12 de julio de ese mismo año.

img_dest_butan_taktshang_301x184_01

Indagando algo sobre el pequeño reino de Bután, nos encontramos con que “es uno de los rincones más auténticos del mundo y sin turismo masificado, debido a su control de la entrada de viajeros. Su gobierno decidió medir su bienestar con un Índice Nacional de Felicidad (INF) en vez de utilizar un indicador clásico, como el Producto Interior Bruto (PIB)… Alberga hermosos paisajes montañosos, bosques y selvas exuberantes, que se unen a una impresionante riqueza de templos budistas. Además, es uno de los países más felices del mundo, que conserva intacta su cultura y tradición y ofrece una amplia variedad de actividades, como trekking, rafting, kayak y rutas en bicicleta, en un entorno inolvidable y con lugares poco explorados”. Se trata, por tanto, de uno de los países más tradicionalistas en el que predomina la más exquisita espiritualidad budista.

felicidad3

Al promover el día internacional de la felicidad, la ONU pretende “reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”. Por ello, en su resolución, “invita a todos los estados miembros, a los organizaciones nacionales, regionales e internacionales, a la sociedad civil y a las personas a celebrar este día, y promover actividades concretas, especialmente en el ámbito de la educación”. Poco después, en 2015, la ONU lanzó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que pretenden “poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad, y proteger nuestro planeta, tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar el bienestar y la felicidad”. La ONU se marcó un plazo de 15 años para llevar a efecto tales proyectos. De lograrlo, no cabe la menor duda de que este mundo sería muy diferente y razonablemente feliz. Digo “razonablemente” porque la verdad es que las propuestas de la ONU más parecen un deseo o una ensoñación que un programa factible, al menos en un período de tiempo tan corto.

images (1)

Seguramente el modelo de “felicidad Bután” no funcionaría en este mundo complejo, tan trabado de intereses de todo tipo y en el que la inmensa mayoría de los seres humanos se afana por intereses más a ras de suelo, por sensaciones que hagan vibrar su piel. Por lo demás, atendiendo a su contenido y proyección, los objetivos del desarrollo sostenible de la ONU son otra formulación de las bienaventuranzas evangélicas y de las obras de misericordia juntas: dar de comer al hambriento, enseñar al que no sabe, etc.

De nuevo se me muestra, en este contexto, la genial figura de mi maestro fray Eladio Chávarri O.P., con su magistral exposición sobre los valores: las acciones humanas, en las que se explaya la vida, nos aportan valores o contravalores, es decir, nos enriquecen o nos empobrecen, nos dignifican o nos degradan. Dicho así, la verdad es que nadie perseguiría alimentarse de contravalores a palo seco, pues nadie prefiere la pobreza de por sí o la indignidad. Lo que pasa es que los contravalores, al disfrazarse de intereses, aunque sean improcedentes, o de placeres, aunque sean inconsistentes, se nos muestran como “valores simulados”, “valores venenosos”. Son esos intereses y placeres “venenosos” los que nos traen a mal traer, porque, al ir tras ellos, nos degradamos.

Fray Eladio Chávarri, O.P. III

Frente al tipo de vida que llevamos hoy como los hombres productores y consumidores que somos, una forma de vida dominada por completo por los valores biosíquicos y económicos, el pequeño reino de Bután viene a proponernos su “índice nacional de felicidad” basado en la espiritualidad budista y en la paz de sus monasterios, una felicidad en la que claramente domina lo espiritual sobre lo material. Pero, si bien nosotros ciframos la búsqueda de la felicidad en los bienes de consumo, resultando la nuestra una felicidad engañosa, los ciudadanos de Bután la cifran en los bienes espirituales, resultando la suya una felicidad demasiado desencarnada, ilusa.

Para el profesor Chávarri, en cambio, la cosa es mucho más equilibrada y rica, pues el logro de tal propósito de felicidad no se alcanza con el dominio de ninguna vertiente vital sobre las demás (la económica y la religiosa en los casos tratados), sino del adecuado desarrollo de cada una de las vertientes humanas en armonía con todas las demás. La salud, el dinero, el conocimiento y los juegos, pongamos por caso, son muy importantes para la vida y para la felicidad humanas. Pero también lo son el buen comportamiento, el conocimiento, la belleza y la buena vecindad. Y, naturalmente, en ese concierto no puede faltar la sombra de la espiritualidad. Conseguir una mejor forma de vida, es decir, una vida más feliz, exige que cultivemos todas esas vertientes, respetando el ámbito y la autonomía de cada una de ellas, a base de que cada vez sean más y mejores los valores de que nos alimentemos, en detrimento, claro está, de sus correspondientes contravalores, a los que deberemos combatir en retirada hasta derrotarlos totalmente.

frases sobre la felicidad2-min

La felicidad no es una utopía, sino un camino que requiere esfuerzo y sacrificio para ir llenándose de valores incluso en situaciones tan dramáticas como la que ahora vivimos.  Obviamente, el coronavirus es un descomunal contravalor que mina, y de qué forma, nuestra salud. Nadie tiene la menor duda a ese respeto y, por ello, todos nos hemos lanzado contra él para aniquilarlo. Tenemos delante una ardua tarea colectiva en pro de la salud de todos los ciudadanos. Dure lo que dure su presencia entre nosotros, lo evidente es que este cruel virus es un reto para mejorar las relaciones humanas de cada comunidad en particular y de todo el género humano en general.

gandhi

Desde la perspectiva que me da la edad, estoy convencido de que la vida humana no va a ser la misma tras la pandemia que estamos padeciendo. La segunda mitad de este año no será igual que la primera y la vida de los próximos años va a cambiar mucho si la comparamos con la que hemos vivido en los pasados. Si es verdad que “a la fuerza ahorcan”, a la fuerza este maldito coronavirus nos está obligando a ser mucho más solidarios y a mejorar sustancialmente nuestra forma de vida, tan materialista y mercantilista: la gratuidad tendrá que tener carta de naturaleza entre nosotros. Quiero decir que la gratuidad será un principio que gobierne mucho más nuestras vidas de lo que ya lo hace ahora en las vidas de muchos voluntarios. Se nos ofrece, por tanto, una perspectiva en la que el evangelio cristiano, no sé si también la Iglesia católica, tiene mucho que decir, mucha tela que cortar.

 Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

Volver arriba