El Dios en quien creo

Tal como hemos anunciado en el comentario el Dios en quien no creo, hoy vamos a intentar exponer en lo posible el Dios en quien creo.


De partida tenemos que decir que Dios es el Otro, que nos trasciende totalmente, y por tanto de El, desde nosotros mismos, poco podemos saber, y de lo poco que sabemos, sabemos poco.



Por tanto, nuestra vía para conocerlo va por otro camino: Jesús de Nazaret. El, con los hemos y palabras de su vida, nos ha descubierto quién es y debe ser Dios para nosotros. Es un tema muy amplio. Señalaremos solo unas líneas vertebrales, yendo más allá de la exacta literalidad histórica de las palabras para buscar su mensaje, que es lo importante; cada uno podemos sacar conclusiones bien concretas, correspondientes a la realidad de nuestro tiempo, para nosotros mismos y para el mundo en que vivimos, confrontando el Evangelio con la realidad de la vida, como un espejo que va reflejando en si mismo todo aquello por donde pasa, pues el Evangelio, donde quiera que sea, siempre tiene algo que decir, y por más veces que lo leas siempre descubres algo nuevo. Es así de maravilloso, porque maravilloso fue aquel gran Jesús de Nazaret que le dio origen.



Cada apartado lleva un enunciado en negritas, que es lo esencial. Lo que sigue es una ampliación de ese enunciado, así como las citas correspondientes a los textos evangélicos en que se sustenta, que nos pueden ayudar a conocer mejor al Dios de Jesús de Nazaret.




1.- Creo en el Dios de Jesús que responde con hechos de liberación a los problemas, necesidades y sufrimientos de los hombres de su tiempo como debemos responder nosotros hoy a los de nuestro tiempo. Así lo hizo innumerables veces en su vida, restaurando la salud a toda clase de enfermos, dando de comer a la gente, escuchando a los atribulados, dignificando a las personas para librarlas de su marginación y opresión social. Así nos lo enseñó identificando amor a Dios y al hombre en Mateo 22,36-40 y de manera muy gráfica con la parábola del Buen Samaritano en Lucas 10,29-37; casi todo el Evangelio son narraciones de constantes hechos de liberación que Jesús practica con la gente, para terminar diciéndonos que hagamos nosotros lo mismo, porque solo es liberador aquello que libera en la realidad concreta: "vete y haz tu lo mismo": Lucas 10,37. La Religión de Jesús es una Religión de Liberación contra toda opresión: política, económica, religiosa, ideológica, cultural, de expresión y de conciencia.



2.-Creo en el Dios de Jesús, que se enfrentó a las causas y a los causantes de la opresión político-religiosa de las gentes de su tiempo, como lo debemos hacer nosotros hoy. Así lo hizo enfrentándose a los fariseos, los legisladores, los jueces, los abogados, los senadores y los banqueros de Jerusalén a los que expulsó del templo (¿no hay hoy demasiado ruido de dinero en algunas iglesias, parroquias, catedrales, basílicas, santuarios, diócesis, sociedades eclesiásticas, órdenes religiosas, Vaticano, etc., que, acumulando demasiado dinero, descuidan el compromiso con los oprimidos del mundo?); así lo vemos en Mateo 23,1-4; 23-24 ("descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la honradez”, les dice Jesús), y 21,12-17, y otros pasajes más.



3.-Creo en el Dios de Jesús, cuya Religión es una Religión de Liberación contra toda opresión: política, económica, religiosa, ideológica, cultural, de expresión y de conciencia. Así hace suyo el texto de Isaías que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mi...que me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos”, Lucas 4,18. La verdad os hará libres, Juan 8,32. “¡Ay de vosotros, los legistas, que imponéis grandes cargas (obligaciones) a los demás pero vosotros no las tocáis ni con el dedo! Lucas 11,46.



4.-Creo en el Dios de Jesús que tiene hambre y sed de justicia para este mundo, que nos pide que tengamos todos. Así dice: “Dichosos los que tienen hambre y sed de Justicia” (Mateo 5,6). Por tanto solo puedo ser coherente con este Dios de Jesús como lo fue El, desde mi compromiso de luchar contra la injusticia y contra los injustos que la causan para que dejen de ser injustos, incluso hasta llegar a sentirme dichoso por ser perseguido por causa de la justicia como lo fue El y lo fueron los profetas (Mateo 5,10-12). Por tanto, sin un compromiso con la justicia de todos para todos y para todo, no puedo ser fiel al Dios de Jesús, porque no soy fiel al hombre y a la creación. Para estar de parte de Dios hay que estar de parte de la liberación de los oprimidos del mundo. El rechazo de los teólogos y de la Teología de la Liberación fue objetivamente un rechazo del Evangelio de Jesús.



5.-Creo en el Dios de Jesús que tiene opción preferencial por los primidos y empobrecidos, que nos pide que tengamos todos, porque solo desde ellos es posible que sea nuestro el Reino de Dios, y por eso llama dichosos a los pobres (Lucas 6,20), en coherencia con la trayectoria más genuina del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el Salmo 72: ”Dios hará justicia a los humildes del pueblo, salvará a los hijos de los pobres y aplastará al opresor... En sus días florecerá la justicia y la paz...Porque El librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, la vida de los pobres salvará”. En el 146: “Dios hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, suelta a los encadenados, abre los ojos a los ciegos, endereza a los encorvados, protege al forastero... ama a los justos”.



6.-Creo en el Dios de Jesús que denuncia a los ricos y su riqueza para que se desprendan de ella y así formen parte del Reino de Dios y no haya ni opresores ni oprimidos, ni ricos ni pobres que tengan cabeza de rico, y sí de sobra para todos sin que se pierda nada de lo que sobre. Así dice Jesús en Lucas 6,24: ”¡ay de vosotros los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos! porque tendréis hambre”. En Juan 6,12, después de alimentar a miles de personas, dice a sus discípulos: “Recoged los trozos que han sobrado para que nada se pierda... y llenaron doce canastos”. Desperdiciar comida es un crimen contra los hambrientos del mundo y contra la Madre Tierra.



7.-Creo en el Dios de Jesús que presenta a Dios incompatible con el dinero, que tantos males causa en este mundo, porque no hay ninguna riqueza inocente: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Lucas 16,13 y 19-31.



8.-Creo en el Dios de Jesús que rechaza el poder como dominio de los demás. Así lo expresa en Mateo 20,25: Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros”.



9.-Creo en el Dios de Jesús que define la autoridad como servicio total, incluso como el de un esclavo, a los demás: Mateo 20,26: “El que quiera ser grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo, como el Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por todos”. ¡¡¡Cuánto les falta a la gran mayoría de los políticos de este mundo para estar a la altura de Jesús!!!, incluso a los que se dicen católicos...

Todos estos apartados están en total coherencia con las enseñanzas de los grandes profetas de Israel: Ver, por ejemplo, el interesante capítulo 58 de Isaías.



10.-Creo en el Dios de Jesús de la misericordia y el perdón porque todos somos ontologicamente imperfectos y necesariamente tenemos fallos, y por eso dice en Mateo y Lucas: “Dichosos los misericordiosos y sed misericordiosos como vuestro Padre es Misericordioso”, y "perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los demás" (Mateo 6,9-13).



11.-Creo en el Dios de Jesús que no juzga, no condena, perdona, da generosamente, pues en Lucas 6, 36 dice: “No juzguéis y no seréis juzgados. Perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará una buena medida hasta rebosar”.



12.-Creo en el Dios de Jesús que quiere la vida en plenitud para todos y para todo, por eso en Juan 10,10 dice: “Yo he venido para que todos tengan vida y vida en abundancia”.



13.-Creo en el Dios de Jesús que está realmente presente en este mundo: en los niños: “quien los recibe a mi me recibe” (Lucas 9,48); Mateo 25,31-46 (testo muy significativo, revelador y decisivo): en los hambrientos (tuve hambre y me disteis de comer), sedientos (tuve sed y me disteis de beber), enfermos (estuve enfermo y me atendisteis), desnudos (estuve desnudo y me vestisteis), forasteros –emigrantes- (fui forastero y me acogisteis), encarcelados (estuve en la cárcel y fuisteis a verme): “lo que hicisteis con ellos a Mi me lo hicisteis”. Hay una presencia real de Jesucristo en estos seres humanos.



14.-Creo en el Dios de Jesús en las celebraciones de la Eucaristía cuando hay en ellas un compromiso real y liberador con los oprimidos del mundo. “Si no es así, eso ya no es celebrar la Eucaristía del Señor, porque mientras uno pasa hambre otro se embriaga”, Corintios 11,17-22.



15.-Creo en el Dios de Jesús que es Padre/Madre de igualdad y fraternidad universal: “A nadie llaméis Rabbí sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. No llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo”, Mateo 23, 8-9). “Cuando oréis debéis decir así ‘Padre nuestro que estás en el Cielo...’.Por tanto, nada de padre, ni a Papas, ni a obispos, ni a curas...



16.-Creo en el Dios de Jesús que es plenitud definitiva para todos y para todo y por eso dice a los discípulos: “ id a todo el mundo proclamad el Evangelio a toda la creación” (Marcos 16,15), por lo que todos los seres de la creación esperan la manifestación gloriosa de los hijos de Dios para participar ellos de su misma gloria (Romanos 8,18-23). Por eso creo en el Dios de Jesús presente y actuante en la naturaleza, como los lirios, los pájaros...(Lucas 12,22-28). Es por lo que para el Dios de Jesús la muerte no rompe la vida, la vida empieza y cambia constantemente pero es para siempre, no termina nunca. Ya lo había dicho el gran Pitágoras antes de venir Jesús al mundo.



17.-Creo en el Dios de Jesús para quien la vida no tiene fin y, por tanto, la muerte no rompe la vida, pues es tan solo el paso de esta orilla de la vida a la otra orilla de la vida: “Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mi aunque muera vivirá y todo el que vive y cree en mi no morirá para siempre” (Juan 11,25-26).



18.-Creo en el Dios de Jesús para el cual morir es celebrar la vida, no la muerte, porque el Dios de Jesús es Dios de vivos, no de muertos, porque para El todos están vivos (Lucas 20,38).





Por tanto para el Dios de Jesús la vida empieza pero no termina nunca, la muerte no rompe la vida, la vida es para siempre, la vida es una sola, tan solo tiene dos orillas, una orilla de este lado de la vida de aquí, y otra orilla del otro lado de la vida de allí. Todo cambia, pero nada desaparece para siempre. Lo que empieza no termina nunca.



Es por lo que para el Dios de Jesús, lo que llamamos muerte es simplemente pasar de esta orilla de la vida a la otra orilla de la vida. Nuestra misión en esta vida de aquí consiste sencillamente en construir el puente para pasar de esta orilla al otra orilla. Jesús puso las vigas del puente con su resurrección: cada cosa buena que hacemos es una tabla que colocamos en el puente. El puente lo vamos construyendo cada día con el bien que hacemos, o lo vamos destruyendo con el mal que hacemos o el bien que dejamos de hacer; el mal que hacemos o el bien que dejamos de hacer son tablas que se nos caen al río, pero el Dios de Jesús tiene preparadas infinitas tablas, y siempre está deseoso de que le pidamos más para continuar la construcción que es responsabilidad nuestra, y que en esta construcción de un mundo mejor nos ayudemos unos a otros. Al final todos acabaremos construyendo un gran puente para la plenitud definitiva de todos los hombres y toda la creación. Será la plenitud cósmica. (Ver Lucas 15,1-31 y Mateo 25,14-30).





19.-Creo en el Dios de Jesús para el cual el perdón de Dios pasa siempre a través del perdón a los demás. (Ver Mateo 18,21-22). El Dios de Jesús es ante todo un Dios horizontal, cuya relación con El pasa siempre a través de la relación con los demás.





20.-Creo en el Dios de Jesús que está en el pueblo, comprometido con el pueblo,
que sigue a Jesús porque El es el “Camino, la Verdad y la Vida”: Juan 14,6. Y no está en los sumos sacerdotes de las religiones, que según el relato de la Pasión de Jesús eran los que pedían la muerte de Jesús e instigaban a los judíos a hacerlo. Ver Mateo 27,20.





21.-Creo en el Dios humano de Jesús, que tiene sentimientos humanos porque llora ante la muerte de un amigo (Juan 11,1-43); siente compasión y consuela a la mujer que ha perdido su hijo único y es además viuda (doble desgracia). Ver Lucas 7,11-17; le da lástima del pueblo, víctima entonces como también hoy de muchos mercenarios, ladrones y salteadores (Marcos 6, 34 y Juan 10,9-18).





22.-Creo en el Dios de Jesús que está siempre presente donde hay alguien haciendo el bien, sea quien sea, incluso agnóstico, ateo, librepensador o ignorante, desconocedor de que el bien que está haciendo es asumido por Jesús como un valor absoluto a favor de su autor. Ver Mateo 25, 31-46).





23.-Creo en el Dios de Jesús que denunció la falsedad, la inmoralidad, la corrupción, la avaricia, la hipocresía, de los fariseos, de los legisladores, de los jueces, de los senadores y sumos sacerdotes de su tiempo. Ver Mateo 16,21 y 23,13-33). ¿No haría hoy lo mismo? Es por lo que fue perseguido, tuvo que andar escondido y al final fue condenado como un malhechor y asesinado. Su muerte en la cruz fue un asesinato, la misma pena de muerte que Roma aplicaba a los esclavos. Fue la consecuencia lógica de su compromiso con los oprimidos, perpetrado por los poderes confabulados religioso-políticos de su tiempo.





24.-Credo en el Dios de Jesús que no va a la muerte a ciegas, que sabe bien lo que hace y lo que le espera, que sabe que seguirá vivo personalmente y en sus discípulos, que tiene conciencia muy crítica, política e histórica de realidad de su vida. Esta conciencia es imprescindible para ser una persona adulta y madura como ser humano y como creyente. Por eso, por tres veces se lo adelanta a los discípulos: “Comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que El debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser condenado a muerte, y resucitar al tercer día”. (Ver Mateo 16,21; 17,22 y Lucas 18,31-33). Sabe muy bien que su vida no termina con la muerte.





25.-Creo en el Dios de Jesús que da la misma dignidad y valor a la mujer y al hombre, que los incorporó a ellos y a ellas a su misión liberadora, que ensalza, eleva y dignifica a los más débiles y marginados de la sociedad. Las mujeres eran lo más deleznable en todos los aspectos de la sociedad de su tiempo, empezando ya a las 12 años a pagar impuestos al César romano, antes que los niños que lo hacían a los 14. Por tanto el comportamiento de Jesús con ellas tiene un significado y valor muy superior al que hoy le daríamos. Destaquemos tan solo lo siguientes hechos:





. Se deja acompañar por ellas al lado de los discípulos y acepta sus servicios: “Le acompañaban los doce y algunas mujeres: María Magdalena, Juana, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes”. Ver Lucas 8,1-3)



. En plena tragedia de la pasión donde le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por El, Jesús aun tiene el valor de decirles: “Hijas...no lloréis por mi, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos” Ver Lucas 23, 27-28).



. Durante la pasión mientras los discípulos huyeron, ellas lo acompañaron hasta el final: “Había allí muchas mujeres mirando desde lejos (¡no tendrían poco miedo!) las que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Incluso son ellas las que asisten a su sepultura, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos de Zebedeo”. Ver Mateo 27,55-56; Lucas 23,55.



.Se hospeda en casa de Marta y María: Ver Lucas 10,38-42.



.También está la defensa de la adúltera ante los hombres que querían apedrearla. ¿Acaso no eran ellos tan adúlteros? Jesús la defiende y todos huyen, empezando por los más viejos, cuando Jesús les dice que el que esté sin pecado que le tire la primera piedra. Jesús le salva la vida. (Ver Juan 8,3-11). Igualmente Jesús en casa de Simón el fariseo enaltece públicamente a una mujer pecadora pública y deja en evidencia al fariseo, porque este, como era costumbre al entrar en casa, no le da agua a Jesús para lavar los pies, ni toalla para secarlos, ni el beso de saludo, ni aceite para ungir la cabeza, y en cambio, le dice Jesús a él: esta mujer está lavando mies pies con sus lágrimas, secándolos con sus cabellos, no para de besármelos y los unge con perfume. Tu no hiciste nada de eso. Se le perdonan sus muchos pecados porque ha amado mucho. (Ver Lucas 7,36-50).





. Pero lo más representativo, significativo y concluyente de todo, es esto: La Resurrección de Jesús es el hecho cumbre de su vida, el que más destacaron sus seguidores, que a partir de ahí los llevó a llamarle “Señor”, título dedicado solo a Dios. Pues bien, Jesús se aparece primero a una mujer (María Magdalena). Es ella la primera en recibir el BAUTISMO, la iluminación, de Jesús Resucitado. Es ella la primera que anuncia a los/as demás que ha resucitado. Luego reciben la noticia, ella otra vez, junto con María de Santiago y Salomé y otras compañeras con el encargo de comunicarlo a los discípulos. Ver Mateo 28,9-10; Marcos 16,9-14; Juan 20,11-18. Pues bien, el hecho cumbre de la vida de Jesús es manifestado, primero a las mujeres, y además son ellas las encargadas de comunicarlo a los demás discípulos de Jesús, y en concreto a los Apóstoles. Ante esto, ¿qué pasa ya desde hace siglos y hoy con la mujer en la Iglesia? Es algo increíble e injustificable.



26.-Creo en el Dios de Jesús porque es el Dios del amor, pues por amor se comprometió hasta dar la vida por nosotros: Juan 15,9-14.



27.-Creo en el Dios de Jesús cuya ley es el amor, al que llama mandamiento nuevo porque fue el primero en la historia en promulgarlo, y lo hace por cuatro veces seguidas:



Juan 13,34a: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros”.

Juan 13,34b-35: “Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros: en esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor unos a oros”.

Juan 15,12: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Juan 15,17: “Lo que os mando es que os améis los unos a los otros”.



Conclusión: Ese es el Dios de Jesús en quien creo, un Dios que solo puede amar, solo sabe amar, solo quiere amar, sencillamente porque ese Dios de Jesús es Amor, como así lo entendió su discípulo Juan, que escribe: “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”...”Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”... Si alguno dice: ‘amo a Dios y aborrece a su hermano', es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve, porque hemos recibido de El este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (Ver 1ª Juan 4,7-21) .

Donde hay amor de verdad hay justicia, igualdad, fraternidad, solidaridad, vida, paz, alegría, esperanza, ilusión, comprensión, ternura, serenidad, calma, afecto, entrega, unión, colaboración, generosidad, paciencia, delicadeza, limpieza, luz, ecología, felicidad... Es el Reino de Dios vivido y promulgado por Jesús, cuyo desarrollo a lo largo de la historia está en las manos del hombre, de cada uno de nosotros, personal y colectivamente caminando hacia su plenitud cósmica.



Un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino
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