Llego el 2018: Nueva oportunidad para ser mejores

Llega el 2018 y con él un nuevo horizonte para vivir. No porque mágicamente el paso de una noche cambie las cosas pero si porque psicológicamente el calendario nos marca finales y comienzos y esto nos invita a tener perspectivas distintas, a creer que es posible un nuevo comienzo. ¿Qué podemos proyectar para este nuevo año? A nivel externo dependemos de muchas variables que no están absolutamente en nuestras manos y, por tanto, no podemos cambiar fácilmente. Pero eso no significa que no seamos participantes activos de todos los procesos sociales, culturales, económicos o religiosos que traiga el nuevo año. La vida cristiana no es ajena a la historia que vivimos y nuestra fe “encarnada” no puede menos que comprometerse y responsabilizarse de cada momento que se nos presente. A nivel interno tenemos mucha más responsabilidad porque está en nuestras manos hacer de nosotros mismos las mejores personas que podamos. Cultivar valores positivos: optimismo, alegría, confianza, ánimo, todo aquello que mira con positividad la vida y saca los mejores resultados de todo lo que vivimos. Cultivar también las relaciones humanas con toda la dificultad que entrañan. Todos querríamos tener las mejores relaciones con la mayor cantidad de personas y, sin embargo, eso no siempre es posible porque la relación es de dos y se necesita el mutuo consentimiento. Pero nadie impide que se mire a todos con benevolencia y compasión y que se valore lo positivo que todo ser humano tiene. La disposición al diálogo, siempre abre puertas y posibilita encuentros. Buscar liberarnos de nuestros egoísmos y búsquedas personales. Alegrarnos por tantos dones recibidos y saber superar las dificultades pendientes. Contemplar la naturaleza y agradecer su belleza. Dejarnos invadir por el misterio de la creación y disponernos a cuidarla como verdadera casa común sin la cual no es posible la existencia. Un nuevo año es una nueva oportunidad para ser mejores. Que sepamos aprovecharla.
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