Arquetipos de Aragón

Somos igual que nuestra tierra:
suaves como la arcilla, duros del roquedal
(J.A. Labordeta).


Los arquetipos son las figuras míticas o legendarias, tradicionales, en el caso de Aragón la Virgen del Pilar, San Jorge y el dragón, Pedro Saputo. El Pilar representa un trasfondo matriarcal-religioso, San Jorge en lucha con el dragón negro o goyesco un fondo heroico-patriarcal, y el Pedro Saputo el moderno antihéroe de Braulio Foz.

Junto a los arquetipos se sitúan los prototipos, figuras modélicas aragonesas, como el Papa Luna o Fernando el Católico, Miguel Servet o Ramón y Cajal, Baltasar Gracián, Francisco de Goya o Luis Buñuel. Los hermanos Labordeta, José Antonio y Miguel, serían los prototipos contemporáneos del aragonés castizo y crítico respectivamente.

Tras los arquetipos y los prototipos aragoneses están los tipos vivos o vivientes, con sus caracteres típicos. La caracteriología clásica aragonesa es individual e incluso individualista, pero se deja observar un rasgo patriarcal y autoafirmativo, en medio de cierta extroversión más obvia en el sur que en el norte, en el llano que en la montaña.

Con ello entramos en el capítulo de los tópicos, los cuales son tipismos o lugares comunes. Obviamente hay de todo en las tierras de Aragón, pero se advierte el contraste señalado entre norte y sur, arriba y abajo, montaña y llano. Ahora bien, este contraste parece anidado en la propia psicología típico/tópica del aragonés, a la vez suyo o terco y abierto o noblote, brusco y sentido, abrupto y dúctil.

El mudéjar sería un buen símbolo de esta característica aragonesa, seca o tosca por fuera e irrigada o emotiva por dentro. También la Jota funciona como un símbolo aragonés del grito sordo y el susurro adentro (recuérdese a Miguel Fleta). Finalmente es el Tambor el símbolo que expresa la rudeza aragonesa y su refinamiento artístico.

La bandera de Aragón, con su colorido rojo y amarillo, recoge bien el contraste entre el color de la sangre y el fuego, junto al color pálido introvertido o introversor de la energía psíquica. Por su parte, en el escudo de Aragón comparecen los rasgos contrastados de nuestra Autonomía, situada entre la conquista exterior o mediterránea y la reconquista interior o española.

Los viejos arquetipos de Aragón han sido siempre duros y tersos, fuertes y recios, pero hay un fructífero ablandamiento cuasi femenino de semejante estructura patriarcal, gracias a la interacción conjugada en la modernidad de la educación y la cultura, de la democratización y la urbanización, de la realización hidrológica y la imaginación del agua: desde el canal de Aragón y Cataluña al canal de los Monegros, desde Joaquín Costa a la reciente Expo del agua en Zaragoza.
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