Iglesia y Vida humana

En estos días, se habla mucho, particularmente en Argentina, de una ley permitiendo, a las mujeres embarazadas, interrumpir su embarazo en condiciones seguras y respetuosas. Tratándose de un foetus humano, los defensores de la “vida humana” toman la palabra para denunciar toda forma de aborto.  Se trata, nada menos, que de un asesinato. Dentro de ellos, hay la Iglesia católica.

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El objeto de mi reflexión es el fundamento de los que se oponen al aborto. Me he fijado que muchos de ellos, incluyendo la Iglesia católica, no se molestan tanto de la suerte de la vida humana cuando se trata de guerras que matan a millones de personas, niños, adultos, padres y madres de familia. La mayoría de los ejércitos occidentales, preparados para esas guerras, tienen su capellán para motivarlos al servir, en lo mejor, la Humanidad.   

Todo eso para decir que la guerra de la Iglesia en contra del aborto y de las mujeres que llegan a esa decisión no tiene su parecido con las guerras, decididas por gobiernos ambiciosos y conquistadores que siguen recibiendo las bendiciones de la Iglesia.

Es mas fácil hacer el debate sobre lo sagrado de la vida humana, tomando a la mujer embarazada que, por motivos personales, decide abortar. En la mayoría de los casos, se trata de una mujer joven, sin defensa, a menudo victimas de agresiones sexuales…

Si la Iglesia quiere hablar de la protección de la vida humana, tiene que poner en la mesa todos los elementos que ponen en peligro esa vida: las guerras, el uso de productos químicos en las culturas y en la alimentación, la falta de servicios de salud en las distintas regiones del mundo para que cada persona, en necesidad, tenga la atención necesaria.

Si hay que hacer una campana para salvar la vida humana de cualquier persona, habría que hacerla ante todo contra las guerras que matan mas que todo a las personas humanas. Hay que interpelar a gobiernos, imperios, poderes económicos y mas. Solo, después esas intervenciones podrá, la Iglesia,  hablar con credibilidad del aborto y de la manera de salvar tanto a la madre como al niño a nacer.

Para decir la verdad, no creo en el discurso de la Iglesia que se presenta como la defensora de los sin defensa. No creo en sus lagrimas tampoco en su dolor. Si fuera sincera y verdadera, lo haría con la misma energía, sino mucho mas, para defender las poblaciones y pueblos agredidos por un imperio que se pone por encima de las leyes y que se permite hambrientar a pueblos enteros para mejor conquistarlos y dominarlos. En ciertos casos, mas que evidentes, la Iglesia se hace cómplice de tales acciones al no denunciarlas. 

Por supuesto hay que hablar de la vida humana y defenderla por todos los medios que le permiten crecer y existir en condiciones de vida humana que no sea esclavitud, dominación, manipulación, sino respeto, libertad, amor y verdad.

Si la Iglesia católica quiere hablar de vida humana, que lo haga hablando de todas las condiciones que amenazan esa vida. No puede ser selectiva como le toca, a veces,  hacerlo en política.

Con todo mi respeto

Oscar Fortín

29 mayo 2019

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