El domingo de la Pascua, el papa Francisco se refirió a la situación dramática que se vive en Venezuela. Lo hizo a base del análisis del episcopado venezolano, publicado días anteriores.

Importa recordar que el episcopado venezolano, desde la llegada de Hugo Chávez, en 1998, con su proyecto de la revolución bolivariana, se había declarado claramente en contra y de Chávez y de la revolución socialista del siglo XXI. Basta recordar la participación del cardenal Antonio Ignacio Velasco García, cardenal de Caracas, que firmo, junto a los otros golpistas, el decreto Carmona.

El pueblo y los del ejercito que se quedaron fieles a Chávez y a la revolución se levantaron y volvieron a tomar el control de Miraflores y a obtener la liberación del presidente Hugo Chávez. Los golpistas se dieron a fuga.

Diez y seis anos después ese golpe fracasado, los mismos de aquellos anos quieren siempre volver a recuperar los poderes del Estado por la vía de una intervención militar bajo mando de Washington. La vía democrática no les interesa porque la mayoría del pueblo esta con el gobierno. Lo mismo sucede con el ejercito que se mantiene fiel al pueblo y al estado. La oposición esta dividida. Queda el episcopado para llevar por adelante las campanas de desacreditación del gobierno, usando como temas principales la crisis humanitaria y el carácter totalitarismo del gobierno. Por supuesto, el gobierno es el único responsable de todos los problemas que vive Venezuela.

Ayer, domingo de la Pascua, el padre jesuita, Numa Molina, cura en Caracas, ha sido el invitado del periodista José Vicente. Hablaron, entre otras cosas, del papel de la Iglesia y del episcopado en lo que sucede en Venezuela. Un punto de vista que debe llegar hasta el papa Francisco.


La verdad es lo que nos hara libres

Oscar Fortin