Adán mata a Dios.


Dios consiente que el hombre tenga tales libertades y parece no darse cuenta de las consecuencias. Consiente quizá a la fuerza... ¡porque así quiso que fuera el hombre: él lo hizo! ¿No les parece que así tiene que ser si Dios no es un ser contradictorio?

¡Qué sublime tontería la que mantienen teólogos y pastoralistas! Adán símbolo de la humanidad suspirando por un paraíso al que sólo el camino de la cruz conduce.

Ni siquiera como sustrato literario de algún mitologema novedoso, que no lo es, se puede admirar.

Afirmamos, reiteramos y diremos cuantas veces sean necesarias, que todas las figuras “antiguas” no deben verse como figuras reales en su sentido literal, como entes de carne y hueso, sino como símbolos: estamos de acuerdo con aquellos teólogos que explican las cosas en este sentido.

¡Pero tenemos que entrar a saco contra tales “cuentos” cuando los mismos se presentan a los fieles "ad pedem líterae", o sea, de forma literal!. Y es que ésta es la realidad con la que nos encontramos en la práctica diaria... o semanal! Se leen textos y no se explica el contexto. Incluso hasta se explican aumentando más la sinrazón del símbolo. Convierten el símbolo en realidad. Total, la gente se lo cree todo.

Sí, lo he visto, lo he oído: los cuentos del A.T. se siguen recitando --y haciéndolos entender-- de forma literal como si tal cosa.

En otros tiempos la interpretación simbólica o simbológica, llenaba los sermones de Agustín de Hipona, de Gregorio Magno, de Buenaventura... retorciendo de tal manera las Escrituras que uno no sabía ya lo que realmente estaba leyendo.

Recuerdo con fruición aquel sermón de Gregorio Magno explicando el porqué de los 154 peces que cayeron en las redes de los pescadores post-resucitados. Entre divisiones, subdivisiones, sumas y restas en tal número se encerraba la esencia misma de la historia de la salvación. ¡Y pasan por ser Padres de la Iglesia... y Doctores!

Pero con el cambio de los tiempos, de las ideas, de las contradicciones, de la cultura... el esoterismo de otros tiempos, visto el producto conseguido, ha reconducido al literalismo. ¿Para qué interpretar si la gente lo que quiere son cuentos?

Pues volvemos al comienzo: ya sabíamos que el literalismo no tenía salida ninguna. El Adán extraparadisíaco le zumba a Dios en los oídos.
Volver arriba