CANDELARIA
De cómo los ritos cristianos se hicieron con el santo y seña de otros anteriores.
| Pablo HERAS ALONSO.
Se nos pasó la fecha, pero “La Candelaria”, es una festividad lo suficientemente importante como para olvidarla así como así. fiesta muy enraizada en el pueblo y que todavía se celebra con solemnidades añadidas en algunas localidades rurales de nuestro suelo patrio.
Es otra fiesta “sustitutoria”, fiesta “manta” que pretende tapar celebraciones previas tildadas de paganas.
Para comprender mejor el sentido de tal fiesta es menester tener presentes los cuatro componentes que la integran.
- El hecho climatológico: Febrero es el mes central del invierno, en él quiebran sus rigores, los días son más largos, la naturaleza quiere volver a renacer. Éste es el sustrato real de las celebraciones comunes a tantas y tan diversas culturas.
- Las celebraciones romanas, que a su vez provienen de otras celebraciones que no es el caso rememorar: las Lupercalia
- La mitología celta. Festividad de Imbolc. Reune en torno a esta fecha numerosas leyendas coincidentes en numerosos rasgos.
- El sustrato judío de la “purificación” de la mujer que ha tenido un hijo [Nota: He aquí un claro ejemplo de "credulidad consentida" y de pugna entre credulidad y racionalidad/sentido común. ¿Por qué una mujer que ha dado a luz es impura? ¿De qué tiene que purificarse?]
El día de la Candelaria o de la Purificación de la Virgen María, el 2 de febrero, fue instituida por el Papa Gelasio I (492-496) Es también la “fiesta del fuego” o de la luz. La purificación puerperal y de las candelas viene a ser el antídoto cristiano de la fertilidad pagana y de las antorchas lupercales.
A efectos de concordancia de fechas, no olvidemos que el Nacimiento de Cristo también se conmemoró durante un tiempo el día 6 de Enero y que en el mes de febrero se celebran otras dos festividades de origen pagano, San Valentín y los Carnavales.
La fecha del nacimiento de Jesús, como se sabe, es una fecha acomodaticia, es decir, se la hizo coincidir con el 25 para sustituir festividades romanas. Por la misma razón la Candelaria sería también fecha arbitraria, pero muy a propósito se hicieron coincidir con celebraciones precedentes.
La tradición u obligación ritual judía prescribía llevar una vela al templo y “purificarse”. “La mujer cuando pariere varón será inmunda siete días… Y treinta y tres días estará en las sangres de su purgación… Durante ese tiempo, la mujer no tocará ninguna cosa santa ni vendrá al santuario. (Lev, 12)
Los romanos celebraban las Lupercalia a mediados del mes de febrero donde se honraba a la loba que amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Como en el caso de la diosa Brigit –1 de Febrero-- hay un elemento constante, la leche nutricia. Eran las fiestas del fuego y de la fertilidad en honor de Pan (o Fauno, o Luperco, la Loba, etc).
Las fiestas romanas daban culto, como decimos, al dios Pan, también llamado Luperco o Fauno. Los jóvenes --los luperci--, vestidos con pieles de cabra y provistos de antorchas, bailaban y azotaban con palos la tierra y la vegetación, rituales por los que aseguraban la fertilización de la naturaleza.
Esto lo hacían dos semanas después del uno de febrero, en las Kalendas, cuando la diosa Juno ataviada con cuernos de cabra, escudo y lanza, recibía de manos de las vírgenes, panes de centeno. Era el tiempo de la purificación que anunciaba o propiciaba, con ritos, la fertilidad de la tierra.
Los celtas, por su parte, celebraban la festividad de la Ambiwolka, en gaélico irlandés, Imbolc. Se veneraba y glorificaba a la reina Brigit la "excelsa", la "alta", latinizada como "Brigantia") una de las advocaciones de la Diosa Única Trivalente (como otras fueron Danu, Arduina, Epona, etc), diosa de la fertilidad. Entre otros contenidos, está la celebración del momento en que las ovejas comienzan a tener leche.
Ambiwolka era la época de las purificaciones y del fuego sagrado que purifica la tierra, propiciando la fertilidad y el despertar del sol en primavera luego del frío y gris invierno. Era además la época de los nacimientos de los corderos de primavera, en que las ovejas producían leche. La diosa Brigantia era también protectora de los rebaños. Durante esta fiesta, celebraban los Druidas (en céltico antiguo "drwid significa "los muy letrados") los ritos adivinatorios, y se hacían las pruebas de matrimonio.
En Irlanda, por ejemplo, Imbolc se celebraba en Teltown, condado central de Meta, donde tenían lugar las bodas, que podían romperse al año siguiente por consentimiento tanto de los hombres como de las mujeres.
Aunque los últimos vestigios del mundo celta, tal como fue conocido en la antigüedad, desaparecieron hacia el año 1.100 d. C., la fiesta de Ambiwolka o Imbolc se mantuvo viviendo en su correspondiente cristiana de la Candelaria.
Entre las leyendas asociadas a esta fecha tenemos la de la Manekine, La fille aux mains coupées, automutilada para no consentir el incesto que pretendía el rey su padre.
Manekine, la mujer ave, huye el día de la Candelaria en un barco sin piloto con su hijo, el niño perro. Lo del barco es también un elemento constante en multitud de leyendas europeas que hablan de barcos fantasmas (la estatua de la virgen en tiempo del rey Dagoberto, la leyenda de Guigemar, la de Raguidel, San Tropez, Santiago de Compostela) y de animales que acompañan (perros, gallos, pájaros, el lobo).
La Iglesia católica, de una manera u otra, asumió el carácter sacralizado de éstas para celebrar la fiesta de la Purificación de la Virgen, justo cuarenta días después del nacimiento de Cristo en el solsticio invernal. Es una fiesta en la que la luz tiene su protagonismo, de ahí también el nombre de la Candelaria.
Durante la Edad Media las gentes hacían procesiones por los caminos y campos con los cirios encendidos y bendecidos en las iglesias, que adquirían poder sagrado contra el demonio y las brujas. Esta vieja costumbre, condenada en Inglaterra durante la reforma luterana, aún permaneció durante mucho tiempo, y las procesiones y bendiciones de las candelas siguen celebrándose dentro de las iglesias. Tanto es así que en algunos pueblos las velas de la Candelaria aún se encienden durante las noches de tormenta para proteger casas y cosechas de los rayos.