La Candelaria... ¡mitos, ritos y refritos! (2)


Las fiestas romanas daban culto, como decimos, al dios Pan, también llamado Luperco o Fauno. Los jóvenes --los luperci--, vestidos con pieles de cabra y provistos de antorchas, bailaban y azotaban con palos la tierra y la vegetación, rituales por los que aseguraban la fertilización de la naturaleza.

Esto lo hacían dos semanas después del uno de febrero, en las Kalendas, cuando la diosa Juno ataviada con cuernos de cabra, escudo y lanza, recibía de manos de las vírgenes panes de centeno. Era el tiempo de la purificación que anunciaba o propiciaba, con ritos, la fertilidad de la tierra.

III.- Los celtas, por su parte, celebraban la festividad de la Ambiwolka, en gaélico irlandés, Imbolc. Se veneraba y glorificaba a la reina Brigit la "excelsa", la "alta", latinizada como "Brigantia") una de las advocaciones de la Diosa Única Trivalente (como otras fueron Danu, Arduina, Epona, etc), diosa de la fertilidad. Entre otros contenidos, está la celebración del momento en que las ovejas comienzan a tener leche.

Ambiwolka era la época de las purificaciones y del fuego sagrado que purifica la tierra, propiciando la fertilidad y el despertar del sol en primavera luego del frío y gris invierno. Era además la época de los nacimientos de los corderos de primavera, en que las ovejas producían leche. La diosa Brigantia era también protectora de los rebaños.
Durante esta fiesta, celebraban los Druidas (en céltico antiguo "drwid significa "los muy letrados") los ritos adivinatorios, y se hacían las pruebas de matrimonio.

En Irlanda, por ejemplo, Imbolc se celebraba en Teltown, condado central de Meta, donde tenían lugar las bodas, que podían romperse al año siguiente por consentimiento tanto de los hombres como de las mujeres.

Aunque los últimos vestigios del mundo celta, tal como fue conocido en la antigüedad, desaparecieron hacia el año 1.100 d. C., la fiesta de Ambiwolka o Imbolc se mantuvo viviendo en su correspondiente cristiana de la Candelaria.

Entre las leyendas asociadas a esta fecha tenemos la de la Manekine, La fille aux mains coupées, automutilada para no consentir el incesto que pretendía el rey su padre.

Manekine, la mujer ave, huye el día de la Candelaria en un barco sin piloto con su hijo, el niño perro. Lo del barco es también un elemento constante en en multitud de leyendas europeas que hablan de barcos fantasmas (la estatua de la virgen en tiempo del rey Dagoberto, la leyenda de Guigemar, la de Raguidel, San Tropez, Santiago de Compostela) y de animales que acompañan (perros, gallos, pájaros, el lobo).

La Iglesia católica, de una manera u otra, asumió el carácter sacralizado de éstas para celebrar la fiesta de la purificación de la Virgen, justo cuarenta días después del nacimiento de Cristo en el solsticio invernal. Es una fiesta en la que la luz tiene su protagonismo, de ahí también el nombre de la Candelaria.

Durante la Edad Media las gentes hacían procesiones por los caminos y campos con los cirios encendidos y bendecidos en las iglesias, que adquirían poder sagrado contra el demonio y las brujas.


Esta vieja costumbre, condenada en Inglaterra durante la reforma luterana, aún permaneció durante mucho tiempo, y las procesiones y bendiciones de las candelas siguen celebrándose dentro de las iglesias. Tanto es así que en algunos pueblos las velas de la Candelaria aún se encienden durante las noches de tormenta para proteger casas y cosechas de los rayos.

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