Concomitancias espurias de carnaval y cuaresma.

Si hay una época del año litúrgico que más debe a tradiciones ancestrales griegas, romanas o de Europa septentrional es este tiempo de Carnaval, Cuaresma y Semana Santa.  Celebraciones que, a su vez, todas ellas son legatarias de los cambios que se producen en la naturaleza en las fechas que siguen y de las labores agrícolas que de este tiempo dependen.

La mayor parte de las religiones paganas, por no decir todas, dependían de los cambios de la naturaleza, celebrados con fiestas “campesionas” al comienzo del año agrícola. Podemos señalar dos tiempos en el año agrícola, uno el de la labranza, antes de la primavera, y otro antes del otoño, la recolección. Son tiempos “fuertes”, lo mismo que lo son en el cristianismo.

El año agrícola en su primer momento comenzaba, y comienza, a primeros de febrero con la “labranza”; viene luego la “siembra”, a mediados de este mes, y concluye con el “crecimiento” de las semillas, que es la resurrección, hacia el mes de marzo, 50 días después (28 días de febrero más 22 de marzo).  El momento cumbre, el 22 de marzo, equinoccio de primavera.

En el mundo anglosajón, la Pascua se denimina Easter; en cristiano, Pascua o paso, rememoración de la salida de Egipto. El origen de "easter" está en las diosas antiguas: Ishtar o Istar, Astarté, Astoreth.  En Grecia y Roma este tiempo es el fundamento de las religiones mistéricas, la gnosis, el hombre nuevo que surge, la resurrección.

Las fiestas de esta época no tenían sólo la finalidad de celebrar algo; también buscaban que los dioses fueran propicios, que los vientos fueran suaves, que viniera la lluvia benéfica, que cesaran las heladas…  

Por hacer un paralelismo entre lo que “se celebraba” y lo que luego “celebraron”, encontramos que el comienzo del año agrícola coincide más o menos con el carnaval cristiano. Lo curioso es que tanto la labranza como la siembra presuponían fiestas con representación de obras teatrales, tragedias y dramas; cantos cómico satíricos; actos orgiásticos que llegaban a lo más procaz. ¿Qué otra cosa son los carnavales actuales que pueden llegar a superar las celebraciones del pasado?

Se ha querido derivar la palabra “carnaval” de la prohibición de comer carne en cuaresma (carnem levare). Más consistencia parecen tener otras versiones, como la que deriva de la diosa de las habas y del tocino Carna, explicada por Ovidio (ver Mitología cristiana. Philippe Walter).

Recordemos que el Carnaval comenzaba el jueves anterior –il giovedi grasso de los italianos o el jueves lardero de Castilla--, que presuponía un consumo de comidas contundentes, con una comilona el martes siguiente, para poder pasar el desierto cuaresmal. Si alguien quiere pasar un rato musical divertido, escuche, con texto delante, "Festino del Giovedi Grasso" de Adriano Banchieri.   

En referencia a determinadas fiestas navales –cursus navalis— que también se celebraban en estas fechas, algunos hacen derivar la palabra de “carro naval”, carnaval.  Lo cierto es que las celebraciones romanas de estas fechas, si se conocen, tienen más consistencia  que las sustituciones religiosas que impuso el cristianismo.

Otra de las celebraciones europeas importantes que hace relación con el equinoccio de primavera es la de la diosa Ostarinda u Ostara. Dice mi diccionario Espasa (tomo 40):

“Divinidad germana cuya existencia sólo menciona Beda, quien afirma que de su nombre deriva el nombre del mes de Abril. Era la diosas del sol que se renueva en primavera”.

Con relación a las fechas en que el cristianismo situó la Pascua, el paso, la resurrección, y por lo tanto el Carnaval y la Cuaresma, no olvidemos la dependencia que la nueva religión tiene de la religión judía. Y ésta de la luna llena entre el 22 de marzo y el 25 de abril, este año el 9 de abril. De ahí la variabilidad anual de estas celebraciones.

Por añadir la “mica salis” imprescindible en el guiso que hacemos de la credulidad, ¿trajo algo distinto el cristianismo con su propuesta de dios salvador, si todo el tinglado crédulo las más de las veces es copia o sustitución de creencias y celebraciones anteriores.

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