Discrepo de "Iglesia pobre y para los pobres".

Podría resumir lo que sigue con este simple enunciado: "La Iglesia no es una sociedad de socorros mutuos". Hoy se diría "no es una ONG". Claro que la diferencia de la Iglesia respecto a cualquier ONG, cuando al "servicio social" se dedica, estriba en afirmar que "lo hace en nombre y para gloria de Dios". Diferencia sutil que a los ojos humanos no dice absolutamente nada.

Aquellos que han dedicado su vida a los pobres son queridos por lo que hacen, no por lo que representan ni por su afán misionero.

Desde sus inicios, fuente los evangelios, los pobres han sido una preocupación constante y un venero de doctrina salvadora. Podríamos hacer comentarios de uno y otro signo de las citas de referencia, que no son pocas, pero siempre serían malinterpretados.

Mt. 5, 3-6. Bienaventurados los pobres [con el añadido posterior de "de espíritu" para no dejar fuera a los ricos sobrevenidos] porque de ellos es el reino de los cielos. Burda falacia. No es un automatismo de consecuencias necesarias. Entre los pobres abundan las mentes ruines, los deseos de venganza, la lascivia más grosera, la ira y el rencor sirviendo de base para relatos tan sabrosos como "Viridiana".

Mt.19, 16. "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos". Interpretación literal: la aguja se refiere a los vanos en la muralla de Jerusalén... y, con esfuerzo, el camello-rico bien puede pasar. Interpretación lateral: dentro del templo todos somos pobres; fuera es otra historia. Interpretación liberal: las palabras de Jesucristo hay que interpretarlas, los ricos también son personas y también han sido salvados por la cruz, Dios ha venido a salvar a los hombres, a todos. Así que... no es para tanto.


Mt. 26, 11. "A los pobres siempre los tendréis entre vosotros", continuación del despilfarro "magdaleno". Deducción lógica: la Iglesia, cuerpo de Cristo, puede ser ungida con costosos perfumes --templos suntuosos, obras de arte, donaciones, etc. etc.-- porque ella no entra en el saco de la paobreza.

Mc. 1, 15. He venido a predicar el evangelio a los pobres. Bien sabía Jesucristo quién era el mejor recipiendario de sus soflamas y sofismas crédulos. El pobre, por analfabeto, se deja llevar fácilmente de la palabra fácil.

Lc. 6, 24. "Ay de vosotros, ricos, que habéis recibido ya el consuelo en este mundo" Sí, les es difícil, pero no imposible: realizando generosas donaciones a la Iglesia, ésta les procura la indulgencia necesaria para incluir en su modus vivendi la salvación.

Lc. 12, 20. "Vosotros buscad su reino, y todo eso se os dará por añadidura. Vended vuestros bienes y dadlos en limosnas..."

Lc. 18, 24. ¡Qué difícilmente entran en el reino de Dios los que tienen riquezas!

Alguna cita me dejo pero mi índice bíblico no tiene más. Lector habrá que aportará nuevas.

Ya hemos comentado en otras ocasiones y en este mismo foro que tal doctrina, amén de impracticable, es socialmente perversa e individualmente degenerante. El hombre ha de trabajar por transformar el mundo y buscar aquí la felicidad (y sin bienes materiales, bien que mínimos, no es posible) recibiendo un salario justo por su labor. Algo tan elemental no se deduce del Evangelio (Claro que las interpretaciones de los teólogos dejan las cosas en su sitio).

A la vista de las palabras "expresas" del Fundador del Tinglado, el ideal para salvarse debiera ser trocarse en pobres. Pero pobres... pobres. No pobres de espíritu ni gaitas ni sucedáneos. Hala, todos a pedir, a ser como las aves del campo... ¡Y los pobres pedigüeños a la puerte del templo sin enterarse!

Pero ¿cómo y por qué esa preocupación por los pobres ya desde los inicios?

Dos motivos se nos ocurren. El uno, el afán y la facilidad proselitista: es más fácil "convencer" a un pobre con un trozo de queso y con una acogida en el grupo --importante la socialización procurada por el credo-- que a un rico con soflamas, que no aviene bien, por otra parte, a encuadrarse entre los desarrapados. La inmensa capa social de pobres del Imperio Romano fue el trampolín, la cama elástica, desde la que lanzarse a la conquista del poder político. La doctrina fundante fue el pretexto o vino después.

Por la facilidad de convencer al pobre, generalmente iletrado, analfabeto. Placebos de salvación: ya que en este mundo... Es otro de los motivos fáciles para encandilar a los pobres (y a los perseguidos y a los enjuiciados injustamente y los proscritos).

Por otra parte, el pobre perenne y salvado, siempre es agradecido. Si no tiene peculio que donar a la Iglesia, se tiene a sí mismo, que, dado el caso, bien puede "echar una mano" para la construcción de Santa María del Mar o podría convertirse en soldado y mártir por defender a su Iglesia salvadora. En nuestros días y en regímenes democráticos, el voto de un fiel vale tanto como el del infiel. Y, además, muchos bultos llenan las plazas. A falta de cañones, los de Cisneros, los Roucos de hoy bien pueden exclamar desde el baldquino "colonial": "Estos son mis poderes". De hecho ya lo hace.

Preciso es desmontar una falacia que continuamente esgrimen quienes ejercen el oficio de apologistas: la Iglesia trabaja por los pobres, ahí están los misioneros, las escuelas, los centros asistenciales, el trabajo educativo, los comedores sociales, etc. etc. No se puede negar, desde luego, pero...

Contestación primera: ¿es ésa la labor primordial de la Iglesia?

Contestación segunda: ¿en base a eso se salva lo otro, desde el lujo y dispendio que a la vista está hasta la desidia en que muchos de sus miembros viven.

Otra contestación: Y ¿quiénes se han preocupado de los pobres? Los que voluntariamente o por prescripción superior han convivido o vivido entre ellos. ¿Eso lo propicia la religión? Sí, la religión empuja y da ánimos para preocuparse por la "salvación de los pobres", pero ¡para hacerles salir de su situación! Contrasentido.

Otra contestación añadida: ¿qué porcentaje de sacerdotes, frailes, fieles en general, se dedica a ello? ¿Y los otros? Tal proporción no es significativa.

Última: ¿no perciben emolumentos esos centros educativos, geriátricos o sanitarios que esgrimen como panacea de preocupación por los pobres?

¡Ay, advenedizo Francisco, qué difícil lo tienes! Seguro que en el ánimo de muchos cardenales una idea ronda con la seguridad de que se hará realidad: "Ya se le pasarán estas fiebres cuando vea que no tiene tiempo material para dedicarse a lo que sea con los pobres o cuando lo engatusemos con multitudes aclamantes". No se nos alcanza algo más que recitar las consabidas soflamas en pro de los pobres.

¿Y por qué se le pasará la fiebre? Por inoculación del virus vaticano: por una parte el estamento supremo de la Iglesia --Curia que le dicen-- vive acodado con los ricos de este mundo y, por otra, impregnado de riqueza. Ellos mismos son ricos, viven en la opulencia, tienen su guardia de seguridad, su propio estado, lo tienen todo solucionado, pasean sus castos pies acostumbrados a algo que deslumbra al pagano turista cuando por las logias vaticanas accede a la Sixtina. ¿Cómo prescindir de todo eso? Y sin embargo se proclaman "pobres de espíritu"

Admirado Francisco, no bastan las intenciones ni las buenas palabras... aunque dispones de un tiempo de cortesía antes de someterte al juicio popular. Mínimo tres o cuatro años.
Volver arriba