Ética humanista (1)
Hablábamos antiyer de "ética sin religión" y al punto salta en la mente una leve alarma : es un titular inadecuado, por el hecho de que segrega o discrimina. No es un pensamiento propio de quien pretende unir voluntades y superar fronteras. La religión es un aspecto del hombre que no se puede ni ignorar ni suprimir de un plumazo, excluyendo creencias y prácticas que son patrimonio de gran parte de la humanidad. Sería mejor hablar de superación o, cuando menos, de desacoplamiento.
El propósito de cualquier ética no debe ser excluir sino integrar. Los que verdaderamente se excluyen del resto de los humanos son los que creen en deidades y misterios, dioses que imponen una moralidad "ad hoc", con reglas determinadas y precisas. Ése es el quid de la cuestión: añaden algo que no es natural, las creencias en seres indemostrados, a lo que podríamos denominar "persona normal".
En todo caso el propósito de "ética sin religión" sería sustraer la ética de la religión para hacerla ocupar el lugar que le corresponde, el hombre.
Dejando excusas aparte, nos vamos a referir aquí de forma sucinta a valores y principios extractados de los documentos que han elaborado las distintas conferencias humanistas o han hecho explícitos autores como Paul Kurtz y otros. Por otra parte, bucear en la historia del pensamiento y en la filosofía del pasado nos acerca a movimientos que hoy denominaríamos humanistas, como el estoicismo e incluso el neoplatonismo. Un ejemplo: Séneca en sus "Cartas morales a Lucilio" es fuente inagotable de ética "humanista".
Concordia universal: los hombres han de fomentar como base de su relación universal la bondad y el amor. Ha de ser una predisposición fruto de una evolución que supere diferencias, que busque siempre el bien, que supere egoísmos individuales o nacionales. Las relaciones entre personas y estados jamás han de suponer perjuicio mutuo.
Fraternidad. Es consecuencia del apartado anterior. Todos los seres humanos son iguales, pertenecen a la misma especie, tienen la misma dignidad. A todos mueven los mismos deseos y sufren los mismos males. No es más importante la pérdida de un hijo para una madre parisina que para una nigeriana ni vale más la vida de un neoyorkino que la de un irakí. Es preciso superar razas, creencias y adscripciones nacionales. Esta declaración de fraternidad universal supone, asimismo, el respeto a su capacidad de decidir por sí mismo, su libertad; incluso su adscripción a creencias; y, sobre todo, el respeto a valores que son universales, como los así llamados "derechos humanos" reconocidos en la legislación.
Verdad y conocimiento. El humanismo ha de partir, necesariamente, de lo que es el hombre y, específicamente, de lo que le diferencia del resto de los seres vivos. Integrado en la naturaleza y separado de ella por su facultad específica, la capacidad de pensar. El hombre, cuya facultad más elevada es su racionalidad, busca siempre la verdad. El conocimiento es como una aspiración natural que supera los corsés estrechos impuestos por culturas y religiones. Aspiración del hombre es el, desarrollar el discernimiento de uno mismo y la comprensión del mundo. Es el modo único de que progrese la humanidad.
Espiritualidad. El hombre piensa, imagina, se emociona... Es puro convencionalismo verbal llamar a todos estos procesos de la mente "espiritualidad". No ha de entenderse en el sentido restrictivo que le dan las religiones. De ella surgen la ética, la filosofía, las letras, las artes plásticas, incluso las creencias. La espiritualidad es el motor que le hace al hombre sentirse parte, a veces dueño, del Universo. La espiritualidad otorga sentido de la vida, no como vector finalista sino esencialista: el hombre es para sí, no para "otros" (llámense Dios, Causa Universal, Esencia del Universo, Patria, Ideal...). La espiritualidad --insistimos, por privar al término de su acepción religiosa, en que éste es pura convención verbal-- es la que genera tanto los valores que mueven el mundo como el progreso material, intelectual y moral.
Integración en la naturaleza. Implica un respeto escrupuloso por el medio natural en que vivimos y, en general, por la vida. Es una idea que en numerosas ocasiones hemos traído a cuento: el hombre es el resultado final de una evolución, pero eso no implica que el resto de los seres vivos hayan de desaparecer porque están a disposición del hombre. El hombre ha de poner coto a la depredación que ha llevado a cabo hasta ahora. Hace días supe que en un lugar tan reducido y tan apartado de nuestro continente como Nueva Zelanda desde la llegada de los humanos, se estima que se extinguieron 51especies de aves, 3 de ranas, 3 de lagartos, un pez de agua dulce, 4 especies de plantas, un murciélago y varias especies de invertebrados. ¿Qué está sucediendo con las selvas de Brasil, de Sumatra y lugares similares? La voracidad humana debe tener un límite. Es un atentado contra la vida que afectará a la especie humana.
El propósito de cualquier ética no debe ser excluir sino integrar. Los que verdaderamente se excluyen del resto de los humanos son los que creen en deidades y misterios, dioses que imponen una moralidad "ad hoc", con reglas determinadas y precisas. Ése es el quid de la cuestión: añaden algo que no es natural, las creencias en seres indemostrados, a lo que podríamos denominar "persona normal".
En todo caso el propósito de "ética sin religión" sería sustraer la ética de la religión para hacerla ocupar el lugar que le corresponde, el hombre.
Dejando excusas aparte, nos vamos a referir aquí de forma sucinta a valores y principios extractados de los documentos que han elaborado las distintas conferencias humanistas o han hecho explícitos autores como Paul Kurtz y otros. Por otra parte, bucear en la historia del pensamiento y en la filosofía del pasado nos acerca a movimientos que hoy denominaríamos humanistas, como el estoicismo e incluso el neoplatonismo. Un ejemplo: Séneca en sus "Cartas morales a Lucilio" es fuente inagotable de ética "humanista".
Concordia universal: los hombres han de fomentar como base de su relación universal la bondad y el amor. Ha de ser una predisposición fruto de una evolución que supere diferencias, que busque siempre el bien, que supere egoísmos individuales o nacionales. Las relaciones entre personas y estados jamás han de suponer perjuicio mutuo.
Fraternidad. Es consecuencia del apartado anterior. Todos los seres humanos son iguales, pertenecen a la misma especie, tienen la misma dignidad. A todos mueven los mismos deseos y sufren los mismos males. No es más importante la pérdida de un hijo para una madre parisina que para una nigeriana ni vale más la vida de un neoyorkino que la de un irakí. Es preciso superar razas, creencias y adscripciones nacionales. Esta declaración de fraternidad universal supone, asimismo, el respeto a su capacidad de decidir por sí mismo, su libertad; incluso su adscripción a creencias; y, sobre todo, el respeto a valores que son universales, como los así llamados "derechos humanos" reconocidos en la legislación.
Verdad y conocimiento. El humanismo ha de partir, necesariamente, de lo que es el hombre y, específicamente, de lo que le diferencia del resto de los seres vivos. Integrado en la naturaleza y separado de ella por su facultad específica, la capacidad de pensar. El hombre, cuya facultad más elevada es su racionalidad, busca siempre la verdad. El conocimiento es como una aspiración natural que supera los corsés estrechos impuestos por culturas y religiones. Aspiración del hombre es el, desarrollar el discernimiento de uno mismo y la comprensión del mundo. Es el modo único de que progrese la humanidad.
Espiritualidad. El hombre piensa, imagina, se emociona... Es puro convencionalismo verbal llamar a todos estos procesos de la mente "espiritualidad". No ha de entenderse en el sentido restrictivo que le dan las religiones. De ella surgen la ética, la filosofía, las letras, las artes plásticas, incluso las creencias. La espiritualidad es el motor que le hace al hombre sentirse parte, a veces dueño, del Universo. La espiritualidad otorga sentido de la vida, no como vector finalista sino esencialista: el hombre es para sí, no para "otros" (llámense Dios, Causa Universal, Esencia del Universo, Patria, Ideal...). La espiritualidad --insistimos, por privar al término de su acepción religiosa, en que éste es pura convención verbal-- es la que genera tanto los valores que mueven el mundo como el progreso material, intelectual y moral.
Integración en la naturaleza. Implica un respeto escrupuloso por el medio natural en que vivimos y, en general, por la vida. Es una idea que en numerosas ocasiones hemos traído a cuento: el hombre es el resultado final de una evolución, pero eso no implica que el resto de los seres vivos hayan de desaparecer porque están a disposición del hombre. El hombre ha de poner coto a la depredación que ha llevado a cabo hasta ahora. Hace días supe que en un lugar tan reducido y tan apartado de nuestro continente como Nueva Zelanda desde la llegada de los humanos, se estima que se extinguieron 51especies de aves, 3 de ranas, 3 de lagartos, un pez de agua dulce, 4 especies de plantas, un murciélago y varias especies de invertebrados. ¿Qué está sucediendo con las selvas de Brasil, de Sumatra y lugares similares? La voracidad humana debe tener un límite. Es un atentado contra la vida que afectará a la especie humana.