LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA/ 3

La originalidad es un don de los dioses (K.R. Popper)

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K. R. Popper en su propuesta de vuelta a los presocráticos (cfr. “Retorno a los presocráticos”, en Conjeturas y refutaciones) hace una lectura de los mismos desde la perspectiva de su racionalismo crítico y en confrontación con el mito inductivista de Bacon, aceptado por el (neo)positivismo, según el cual todas las teorías científicas derivan de la observación:

“no hay ningún camino que comience con la observación o la experimentación. En el desarrollo de la ciencia, las observaciones y los experimentos cumplen la función de argumentos críticos”.


De hecho, el ápeiron de Anaximandro, los números de Pitágoras, el lógos de Heráclito o los átomos de Demócrito no son observables.

Para Popper el método de la ciencia es un camino que parte de problemas, inventa conjeturas audaces o hipótesis y concluye en refutaciones. También en contra del positivismo, el mito no carece de sentido, sino que, como la metafísica, es un intento de comprender el mundo, pero sujeto a refutación por otras alternativas teóricas.

Los primeros filósofos, los milesios, dan sin duda el paso del mito al lógos porque adoptan una actitud crítica ante los mitos. Pero no se preguntan quién hizo el mundo (diferencia con el libro del Génesis), sino de qué material está hecho y cuál es su estructura racional.

El secreto valioso de los presocráticos está en que ellos son los creadores de la tradición racional de la discusión crítica, no sólo entre diversas escuelas, sino también dentro de la misma escuela, tradición que preparó el racionalismo ético de Sócrates, es decir, la búsqueda de la verdad a través del diálogo o discusión crítica, convertida en una forma de vida.

Fue la escuela jónica, según Popper, la creadora de esta tradición racionalista, un fenómeno histórico único,
vinculado con la asombrosa libertad y creatividad de la filosofía griega…. Fue una innovación trascendental. Significó una ruptura con la tradición dogmática que sólo admite una doctrina de escuela y su reemplazo por una tradición que admite una pluralidad de doctrinas, todas las cuales tratan de acercarse a la verdad, por medio de la discusión crítica”.


Para explicar el cosmos, las escuelas presocráticas proponen conjeturas atrevidas, que son aproximaciones a la verdad, no verdades definitivas (dogmas), las cuales son criticadas por otras escuelas. Esta tradición creó la actitud racional o científica, base de la civilización occidental.

Se perdió durante algunos siglos debido al dominio de la epistéme como conocimiento seguro en Platón y Aristóteles y fue recuperada en la ciencia moderna por Galileo.

Popper cita y alaba textos de Jenófanes para defender el carácter conjetural y limitado del conocimiento:
“no ha habido ni habrá hombre alguno que posea un conocimiento cierto de los dioses o de todas las cosas de las que hablo. Pues, aunque por azar, alguien dijera la verdad definitiva, él mismo no lo sabría, pues sobre todas las cosas no hay más que opinión (dókos)” (D. K. fr. 34).


Popper contrapone esta tradición de discusión crítica, surgida de forma original con los primeros filósofos griegos, a las tradiciones dogmáticas que se encuentran en casi todas las civilizaciones, donde la transmisión doctrinal no permite la discusión crítica:
“su tarea es impartir una doctrina definida y conservarla pura e inalterada. La tarea de una escuela es transmitir la tradición, la doctrina de su fundador, de su primer maestro, a la generación siguiente; y para este fin, lo más importante es mantener la doctrina intacta. Una escuela de esta especie nunca admite una idea nueva. Las ideas nuevas son herejías y conducen a cismas; si un miembro de la escuela trata de modificar la doctrina, es expulsado por herético”.


En las tradiciones dogmáticas no cabe la discusión libre y racional, sino que
“se defiende la doctrina con reafirmaciones, dogmas y condenaciones, no con argumentos. El gran ejemplo de una escuela de este tipo entre las escuelas filosóficas griegas es la fundada en Italia por Pitágoras. Comparada con la escuela jónica o con la eleática, tenía el carácter de una orden religiosa, con una regla de vida característica y una doctrina secreta”.


Dentro de la filosofía griega, pues, la escuela pitagórica es una excepción. En esta secta se yuxtaponen ideas científicas, filosóficas y religiosas, pero la ciencia y la filosofía están sometidas a los dogmas y creencias religiosas (origen divino del alma, inmortalidad, reencarnación, purificación y escatología final).

Pero el mejor ejemplo de transmisión de una tradición dogmática, donde no se admite la crítica ni la libertad de pensamiento, es la historia de la religión cristiana con la imposición de la doctrina ortodoxa, la persecución de herejes ya desde el Nuevo Testamento, y con sus anatemas y cismas posteriores. Dentro del judaísmo, el ejemplo más ilustre es la expulsión de la sinagoga del filósofo Spinoza.

La interpretación de Popper sobre los presocráticos pone de manifiesto la antítesis entre la tradición racional, crítica y de pensamiento libre, propia de la filosofía griega, y la tradición dogmática de la religión cristiana, que depende de la fe en las verdades reveladas en libros sagrados.

La originalidad de la filosofía griega se funda, por el contrario, en la investigación libre y autónoma, en la discusión crítica de todas las ideas y en la argumentación racional, lo que es incompatible con verdades reveladas aceptadas por fe, que según los teólogos es un don divino.
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