Ídolo con cabeza de oro y pies de barro: la Iglesia.

por EMÉRITOAGUSTO.

Hoy, extrañamente, tengo un día bíblico.

He soñado, como el mítico rey Nabucodonosor. Se me ha representado la Iglesia como aquella ciclópea estatua, “ídolo de extraordinario brillo y aspecto terrible”, cuyos miembros estaban constituidos por heterogéneos componentes de valor progresivamente degradado: desde el reverenciado oro hasta el inmundo barro.

La onírica visión se me fusionó con la piadosa evocación de ese otro misterioso o místico cuerpo, expresión paulina, también constituido por diversidad de miembros y funciones: Dios, Jesucristo, la Jerarquía, el bajo clero, los religiosos, los fieles... ¿ y los infieles?.

(Creo que no he olvidado a nadie de los que conforman ese híbrido conglomerado eclesial. El que falte que levante la mano. No para descargarla sin piedad, sino para certificar su ausencia y así podamos subsanar el olvido...)

Y como en Nabuco, “éste era mi sueño cuando estaba en mi cama”. Contemplaba aquella descomunal estatua:



1.- Cabeza de oro: Dios.

Dios es un ente mediático. Su existencia radica en la publicidad. Cuestión de “clarividentes mediadores” que divulgaron su “descubrimiento personal”. Cada uno el suyo, claro.

Polifacético y multiforme ente.

Y ha llegado a constituirse como cultura de masas. El 98% de la población mundial afirma creer en esa fuerza superior. Se ha convertido en un “ídolo”. No en tanto“dios falso”, sino en cuanto “icono mediatizado”.

Como todos los “ídolos de masas”, está definido por tres peculiares características: “la longevidad, la ubicuidad y una idiosincrasia única”. Se trata de un ser eterno, omnipresente y capaz de satisfacer los deseos más profundos de los humanos y, a veces, identificarse con ellos. Hasta los científicos lo escudriñan entre los genes humanos.

A pesar de todo, dios no ha entrado todavía en la globalización, existen varios dioses en competencia. Seguro que a ese dios no le caben en su cabeza de oro las luchas humanas sobre sus seguridades religiosas.

Jesucristo: Personaje universal y controvertido. En él hacen coincidir dos personas, el Jesús y el Cristo. Se le considera “cabeza del cuerpo, que es la Iglesia”. Por tanto, también dios, cabeza de oro.

¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate. Es una cuestión muy insistente entre teólogos y creyentes incondicionales, o en el turno de preguntas tras congresos, conferencias académicas o de otro tipo. Claro que, para eso y para interpretar infaliblemente su doctrina, está la Iglesia católica.

Cristo, hijo de Dios. También los faraones y los emperadores romanos se proclamaron y fueron considerados “divinos”. Pero él es el “Rey de reyes y Señor de los señores”. A El, el imperio, el poder y la gloria.


2.- Pecho y brazos de plata: La Iglesia jerárquica.

Ella proclama infaliblemente el Reino de Dios. De sus pechos da de mamar, como afirma Pablo de Tarso, la leche de su infalible doctrina a millones de candorosas mentes infantiles, y tiende y extiende solemne y majestuosamente sus celestiales brazos ambicionando abarcar el universo mundo, para cerrarlos después en despótico abrazo de opresión. Inquisitorial Imperio Hierático.

3.- Caderas y vientre de bronce: el Bajo-Clero.

El reino del Bajo-Clero, devenido simple “mester”, menester o ministerio. Los ministros o ministriles del hierático gobierno. Obediencia, vasallaje, lealtad. Dispensadores profesionales del conocimiento sobrenatural. Casta privilegiada. Y a juzgar por los materiales de la estatua, degenerada casta sacerdotal. “Cuius regnum cathedra et venter est”.

4.- Piernas de hierro: Órdenes y Congregaciones

El reino de las órdenes y congregaciones. Metal menos “noble”, pero consistente, sólido. Reino carismático. Férrea estructura musculosa en el organigrama religioso. Concienzuda disciplina. Piernas que activan, impulsan, estimulan el cuerpo.

Dedicación a la Enseñanza (con FE-REticente a las gabelas jerárquicas); reino de la entrega a la misión incondicional: hospitales, lazaretos, casas de acogida, países del Ultimo Mundo... Y sin mirarse el ombligo; no son el vientre..., aunque también buscan llenar el buche.

5.- Pies, parte de hierro y parte de barro: creyentes y crédulos

El reino de los creyentes y crédulos. Unos, con fe de hierro, inamovible, firme, aunque quebradiza. Fieles fascinados con su fe y practicantes convencidos. Otros, componentes de esa masa amorfa de barro, inconsistente, manipulable, dúctil, maleable, sempiternamente crédula.

Pies sobre los que gravita y se sustenta el resto del cuerpo. Gracias a ellos, se apoya y camina. Su esfuerzo, servicio doméstico de la Iglesia, es un “mini-sterio”. Fieles de “a pie”; pero siempre “sentados” boquiabiertos para escuchar las orientaciones del “magis-terio”.

A unos les mueve la inercia; otros arrastran insensiblemente su “barro”, desprovisto de valor. Polvo eres...

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En en mi onírica visión observé una piedra donde estaban escritas como en graffitis unas enigmáticas palabras: razón, sapiencia, laicidad, HUMANISMO...

Y oí una arcana voz: “Esto, Nabuco, significa que así como la piedra destruirá los pies de barro del ídolo de tu sueño y se desmoronará, así caerá el Imperio...”

Y me estremecí sobresaltado, sin poder escuchar el final de la enigmática revelación..
¡Si estaba soñando o despierto sólo Dios lo sabe!

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