Infiernos y purgatorios dogmáticos.

El dogma del Infierno fue proclamado el año 1123; la creencia en el Purgatorio data del siglo XIII y fue dogma en Trento en 1545.

Ambas creencias han sido gran negocio y rentable invento para la Iglesia Católica: estipendio por los difuntos; aniversarios; dádivas para acelerar su estancia en el Purgatorio; indulgencias para no pasar por ese trance; misas gregorianas...

Cuando se leen testamentos de siglos pasados donde dejan dinero para que se celebren las misas que haya menester, se comprende el nulo interés en privarse la Iglesia de tales fuentes, de tal "maná" que surge de la tierra… y nunca mejor dicho.

¿Podría un fiel razonante pararse a pensar en el engaño?

¡No existen tales lugares ni menos a pesar de descripciones inadmisibles como tan detalladas –páginas y páginas— de su existencia, argumentos, situación, de lo que sucede, quiénes van, cómo salen, intensidad de las penas, clases de penas... !

Lo cierto es que la conclusión que saca cualquier espíritu timorato que lea tales descripciones es "creer", "practicar", "no pecar en exceso"... y todo "por si acaso".
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