San José, culto a lo fantasioso.


Masiá y Jon Sobrino, ayer; Alfred Loisey, profesor de hebreo y de Sagradas Escrituras en el Instituto Católico de París, en 1889. No cuadran sus "elucubraciones" (herejías)con la verdad a creer. Éste último por pensar un poco, por deducir y por poner de relieve las discordancias evangélicas respecto al nacimiento virginal de Jesús y por ende el papel de José en el mismo:

“...para descartar los relatos del nacimiento milagroso y de la concepción virginal, basta con comprobar que fueron ignorados por Marcos, [Juan] y Pablo y que el de Mateo y Lucas no concuerdan entre sí, presentando ambos todos los caracteres de una pura invención”.

Lucas y Mateo no hacen sino retrotraernos a Jueces 13 –concepción milagrosa de Sansón--, a I Samuel 1 –nacimiento milagroso de Samuel-- e incluso a Génesis 21 1-4 –concepción de Isaac-- para venir a decir que Jesús, como mesías, debía tener un nacimiento excepcional, ya “predicho” o “pre-anunciado” en la Biblia y similar al nacimiento de muchos otros semidioses del panteón antiguo.

Puestos a extractar esencias, los hitos fundamentales de la vida de Jesús son tres o cuatro nada más: su concepción espiritual virginal --de paso ya sabemos que el E.S. es masculino--, su vida pública condensada en el "sermón de la montaña", su muerte y su resurrección. Porque para reclamar posteriores divinidades, el origen es tan importante como la deriva vital posterior. Todos los evangelios narran estos hechos por esenciales...

¿Todos? ¡No! Del papel de José en su –digámoslo— mitológica concepción no hablan ni Marcos ni Juan. ¿Cómo? ¿No fue tan importante la Anunciación? ¿No es una señal de divinidad? ¿Por qué? Bien poco es aventurar una única razón: éstos consideraban ese relato como fantasioso. Es más, conociendo otros relatos vecinos, la concepción divina la consideraron mitológica e indigna de figurar en su “eu anguelion”.

Aparte de relatos similares en la Biblia, ¿cómo no ver en en Mateo y Lucas una reproducción del relato tebano de la concepción milagrosa del faraón Amenofis III? ¿O de la leyenda babilónica, en que Gilgamesh nace de de la hija virgen del rey Sákharos, fecundada por el dios Shamash que llegó a ella en forma de “rayos del sol”? Y muchos otros más.

En todas las religiones hay una nacimiento milagroso sin intervención de hombre.

Y aquí está la figura de José, casi hasta grotesca. Sólo sirvió para ocultar una anomalía matrimonial, algo que podría parecer “vergonzoso” ante el pueblo, que en definitiva no es sino el flagrante adulterio de Dios, porque si María estaba prometida a José, no debía meterse por medio un tercer elemento extraño a este matrimonio. ¿O no lo prescribió así Yahvé por boca de Moisés y los profetas?

Y luego se extrañan de que “la gente”, “el vulgo”, “la plebe” ironice sobre estos temas, haga chistes fáciles, se sonría... cuando la Jerarquía Dogmática es la que propala “verdades” que son pedruscos para la mente y, a la hora de explicar el asunto, pasa de puntillas por estos temas. El asunto principal lo obvian y hablan de José "después de". Y presuponen y amontonan y cavilan y verbalizan e inventan...

Es lo de siempre, la eterna confrontación que se dice entre "ciencia" y "religión". Éste es uno de esos casos. Pero considerada la ciencia, en otros aspectos expresión sublimada del pensamiento normal del hombre, como el sentido común del hombre que piensa por sí mismo, sin dictados inducidos, sin creencias coactivas.

Desde la perspectiva humana que nos guía, uno no puede dejar de gritar contra sinrazones como la que hoy se celebra. Es menester poner aquí una gota de racionalidad a tanta creencia desorbitada... Lo antinatural no cabe en la naturaleza. Lo sobrenatural, por sobrepasar a la naturaleza, no merece nuestra consideración. Y si todo esto se mira por el ojo de lo ridículo, menos todavía. ¿O se trata de celebrar cuentos? Pues sí, en este caso se celebran cuentos, por más que algunos traten de salvar el tinglado hablando de celebrar "paradigmas".

El caso de José es kafkiano, inverosímil, inconcebible, quimérico, churrigueresco, fabuloso, delirante y cuantos sinónimos se puedan añadir. Bueno, una palabra más paradigmática: mitológico. Quieren los Evangelios hacer tragar el bulo de la anunciación de Jesús, pero no cuela.

Claro, se trata de creer. Pues si hay que creer, se cree, pero los “credenda” podrían tener más congruencia y no ser tan sesgados. Abierta la puerta o la espita de la credulidad, ahí entra o sale todo. Si se ha de creer que un hecho tan normal, tan natural --como es la unión de dos células para que comience la vida-- es “malo” o “no es natural” o es “inconfesable”, y de ahí la figura de José para ocultarlo, ¿por qué no haberlo obviado y hacerle aparecer de repente a Jesús por las puertas del desierto? Y todos tan contentos.

¿O se trata de que cuanto más inverosímil sea lo que se ha de creer más fuerza tendrá la fe? ¿Por qué tragar sólo ese nacimiento de origen tan raro, al que además trataron de ocultar por el “qué dirán”? Dios podía haber hecho un milagro de menor entidad... Pues no, agachen los crédulos la cabeza y asientan, porque sí, aunque sientan que les están dando gato por liebre.

Ah, claro... se trata de no ser menos que las leyendas que circulaban por los alrededores del castro de Nazareth.
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