Nuestra Santa Madre la “IGLESIA CAÓTICA” (2/2)

por EMÉRITOAGUSTO

JUZGAR:

¿Cómo se ven estas diversas situaciones? ¿Cómo afectan a la Iglesia (a mí, que soy Iglesia mientras no se demuestre lo contrario)?

Pues, unos cierran los ojos y otros los abren como platos.

Juzguemos estas actitudes con el evangelio (el único “código” que no contiene error): “que los ciegos (los que no ven claro) vean la luz; y los que dicen que ven clarísimamente vean que están ciegos” (Jn. 9, 29)

La institución llamada Iglesia, sociedad perfectamente estructurada, con su código de elaboradas leyes sublimes (no “impecables”, por los efectos), sus competentes “jerarcas y ministros”, sus sumisos súbditos obedientes..., aplica de forma drástica, y también justa, la “legislación vigente” (la ley es la ley):

- “España es una unidad de destino en lo universal”. Una unidad invisible, pero indivisible. La unidad de la Nación es “sagrada”, una cuestión moral (casi dogmática)

- La Conferencia Episcopal patrocina, incita y anima la “objeción de conciencia”, pero no admite “opinión discrepante” en su seno.

- El Vaticano acoge y autoriza a los excomulgados “lefevrianos” y revive y suscita la misa “en latín y de culo”. Sin embargo, en reciente “reflexión”, se reafirma en el celibato obligatorio. (Para este viaje no se necesitaban alforjas.)

- Los ordenados que optan por el matrimonio, son apartados de su “ministerio” (¿ya no son “dignos” por amar a una mujer; dan mal ejemplo?); quienes manifiestan abiertamente su sexualidad, por ser sinceros consigo mismos y con su condición, ante los que se ocultan medrosamente, son recusados y acusados.

- Por ley divina, el matrimonio es insoluble e indisoluble. Los divorciados que vuelven a casarse “no podrán acceder a la comunión eucarística” (¿es lo mismo que “están excomulgados”?); sin embargo, a los católicos que se declaran “no practicantes” se les permite acceder fácilmente a ciertos sacramentos “socialmente censables” (para la estadística).


Etecé, etecé, etecé.

Y todo esto ante los ojos desorbitados, “escleróticos”, de un buen número de impacientes y desazonados miembros de la Iglesia.

ACTUAR:


¿Qué hacer? ¿Qué debo hacer yo, que soy Iglesia mientras no se demuestre lo contrario?

Pues hablando conmigo mismo, o sea pensando, he llegado a una solución infalible: “operarme de cataratas”; y, al mismo tiempo, corregirme la “miopía”; la técnica del láser hace “milagros”.

Pero, aún así, me pregunto a mí mismo: “¿Y en esta Nuestra Santa Madre la Iglesia Caótica, debo operarme de miopía solamente yo, que también soy Iglesia mientras no se demuestre lo contrario?”

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