Sobre la experiencia religiosa de la que tanto hablan... y tan poco dicen.
Pero, en fin, transijamos en que la creencia se funda, mantiene, se robustece... por la experiencia del creer.
El hombre, para entender, necesita conceptos, necesita verbalizaciones de la idea, concreciones del pensamiento... Nada se conoce si no es a través del verbo ni nadie puede transmitir experiencias sino a través de la palabra.
¿Alguien podría explicar, cuando tal experiencia "padece", "sufre" o fruye, en qué consiste? ¿Por qué se da? ¿De dónde nace? ¿En qué es distinta de otras similares? Cuando digo "alguien", la referencia obligada es persona con suficientes conocimientos de Psicología, Teología, Filosofía, Historia... para aportar verdades que se sustenten en sí mismas.
Sí, hay un vasto legado literario referido a tal experiencia. Pero esta experiencia, que según dicen se torna "vivencia", nada aporta ni ha aportado al conocimiento sustancial de la misma, en nada diferente a cualquier experiencia estética, por ejemplo.
¿Por qué decimos esto? Porque todo se reduce a sentimiento, emoción, afecto, ternura, sensiblería, lenguaje simbólico, un hablar en el fondo y en la forma humano... Cuando no se produce la afasia total ("ni ojo vio ni oído oyó").
De la verdadera entidad de cómo Dios "asienta sus reales en la mente", nada. Dan por supuesto que viene de Dios y en esto acaba su investigación.
De ahí que, entre las muchas explicaciones, muchos nos quedemos con otra visión de este "hecho sobrenatural algo más de "andar por casa"". Visión quizá más rastrera pero más psicológica, y por lo tanto quizá más cierta:
--insatisfacción vital: este mundo, el mundo pequeño en el que vivo, no me satisface;
--revolver palabras pías: a fuerza de "profundizar" en lecturas y rezos, se siente el regusto de encontrar nuevos "sentidos";
--malestar familiar o incluso ruptura: manera fácil de encontrar asideros impalpables que "pueden" servir;
--frustración en otros campos de la vida, generalmente laborales;
--deseos de salir de un marasmo mental provocado por la misma situación vital en que se han encerrado, querer imitar, hacerse valer...
¿Va por ahí la experiencia religiosa?