La familia, bien ¿Y la suya?

Por EMÉRITOAGUSTO
La familia bien...

Pues, la verdad, a mí no me parece mal que se monten concentraciones o manifestaciones o mítines en defensa de la familia. ¿Cómo no voy a proteger a la familia? ¿Quién puede ser tan desnaturalizado que no la defienda?

Pero ante esta “rouqueña” convocatoria en concreto, me pregunto: ¿De qué familia se trata? ¿Qué modelo de familia vamos a proteger, patrocinar o respaldar? Y ahí ya surge mi duda metódica. Porque el lema elegido para la campaña es “La familia, gracia de Dios”. El año pasado por estas fechas, también se convocaba a las masas católicas bajo el lema “Por la familia cristiana” y el resultado fue un mitin soflamático nacionalcatólico.

La familia ha existido y existirá siempre, otra cosa son las circunstancias de cada tiempo y lugar.

En este siglo XXI, vivimos una realidad que no se puede negar salvo ceguera y ofuscación. La familia nuclear clásica sigue siendo mayoritaria, ciertamente; pero ya no es la única con prestigio social. Ha perdido su hegemonía desde el punto de vista de la práctica y del pláceme social.

Uniones de hecho o legalizadas, bebés fuera del matrimonio, segundos emparejamientos, hogares monoparentales, hijos adoptados, parejas homosexuales...; realidades que conviven tranquilamente con la familia clásica.

La transformación se veía venir. No ha habido en España otra institución que haya sufrido una evolución tan profunda en los últimos 25 años como la familia. Hoy día, la considerada familia tradicional, a mucho tardar, caduca cuando los hijos se independizan formando una nueva familia o cuando se disuelve por decisión libre de quienes la fundaron.

Ya no se trata solamente de “crear una familia” como espacio de supervivencia, sino más bien como una “elección libre y personal” en la búsqueda de la felicidad y cuyo vínculo fundamental es el afectivo. Por eso, como los sentimientos son perecederos, las familias son ahora mucho más inestables.

Y bajo este principio, se ha producido una eclosión de distintos tipos de familia, con un enriquecimiento y unos índices de normalidad y tolerancia social enormes.

Aunque parezca una hipérbole, muchos padres, unidos en santo matrimonio hace décadas, han casado a sus hijos mayores por la Iglesia, a los medianos por el juzgado y a los pequeños por ningún sitio porque se han ido de casa para vivir con su pareja sin papeles.

Ven venir (y llegar) las separaciones; cuidan a los hijos de sus hijas trabajadoras, van a menos bautizos y comuniones… A muchos no les gusta lo que ven. Pero ahí está la realidad.

Aparecen también nuevas formas de parentesco desiguales a la concepción clásica de lazos de sangre o conyugales. ¿Qué relación existe entre hijos de uniones anteriores o posteriores que no son hermanos ni hermanastros y, sin embargo, conviven como tales? ¿Es esto parentesco, es familia? Se trata de una “familia distinta”.


...¿Y la suya?

Por tanto, la presente convocatoria y su lema no proclaman los derechos de la familia, sino la inmutabilidad y subsistencia de la que consideran familia católica apostólica romana. Y así se convierte en una descalificación de otros contextos familiares. Y se ignora la realidad de tantos católicos que viven y sienten la familia con acentos distintos a la jerarquía, pero acordes con los valores del Evangelio.

El lema de la convocatoria reza así: “La familia, gracia de Dios”. ¿Seguro, señores obispos? La primera idílica familia por gracia de Dios fue la de Adán y Eva. Y mira qué pronto se tiraron los trastos a la cabeza. ¿Y sus hijos? ¿Todo por gracia de Dios? Bueno, menos mal que resultó ser un mito. Y Abraham, Isaac, Jacob, David, Salomón, los “elegidos por gracia de Dios”… ¿también Dios bendijo sus matrimonios polígamos o adúlteros? ¿Qué gracia hace Dios a un niño que nace en una familia de drogadictos o maltratadores? Dios ha creado a todos los hombres iguales; pero unos nacen en egregias cunas y otros en jergones chabolistas. Por gracia de Dios.

Y es que el matrimonio es una institución inmensamente anterior al cristianismo. Y no era institución hasta que se "instituyó" legalmente. Por eso, (esto sí que lo afirmo rotundamente) no puede ser de "institución divina" porque en los inicios era una mera "formalidad humana" para perpetuar la especie.

- El matrimonio cristiano no es la “única forma” de constituir una familia. Supongo que Dios también “bendecirá” los matrimonios de otras religiones, incluso los civiles, mientras el vínculo de la unión sea el amor. Los valores cristianos no son los únicos “valores éticos” indefectibles e inmutables. ¿El amor no es el vínculo esencial de un matrimonio, sea del tipo que sea? ¿Es que los que se casan civilmente no se casan por amor?

- El matrimonio cristiano, de por sí, no “inmuniza” contra las desavenencias y los “malos tratos”, mientras no exista el respeto mutuo. ¡Cuántas mujeres maltratadas han vivido amordazadas por “consejo eclesiástico” salido de los confesionarios! La llamada familia cristiana también está en crisis, mientras no se armonicen la exigencia de la fe y el sentido cristiano de la convivencia. ¿Los matrimonios bendecidos por Dios no se divorcian? No, la fe no es garantía.


El caso es que la convocatoria nace ya viciada y hasta emponzoñada; llega precedida de polémica interna y externa.

El señor Rouco, como nuevo Caifás, sumo sacerdote, ávido de influir en la sociedad española, convoca al sanedrín episcopal para que conduzcan su grey a los pastos de la Plaza de Colón.

Nueva “cruzada”. Cruce de espadas con el gobierno de la nación y cruce de cruces con cierta parte alícuota de la Jerarquía. Hasta algún eximio bloguero, nada sospechoso de heterodoxias, muestra su “asombro ante el penoso espectáculo que está dando la jerarquía con motivo del acto del 28 de diciembre.” ¿Cómo queda la familia episcopal? ¿Ha sido un divorcio civil-izado? (Lo de “izado” es por las banderas)

Por eso, señor Rouco y kikos vasallos tributarios, les certifico que La familia bien, ¿y la suya?
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