Las propuestas y las pospuestas.

Hay voces llegadas de la progresía en nuestro evolucionado cuerpo místico que claman por otro tipo de religiosidad, por una nueva espiritualidad, por un cristianismo vivido, por un Jesús profeta, por un Cristo de la salvación por la fe interna, por el Dios que vive en el corazón...

Yo lo que veo, cuando tengo oportunidad de visionar desde mi estrado ritos y ceremonias, son viejos bisbiseando oraciones, familiares avejentados que a determinada hora se ponen a rezar el rosario, gentes que con el corazón caído y el espíritu renqueante se postran de rodillas cuando toca, ancianos de la vida para los que el domingo es un día especialísimo porque hay misa... Sí, también hay jóvenes, desde luego. Éstos merecen otra consideración.

Ésa es la gran masa ¡practicante! ¡Menudo porvenir! Un confesor ocurrente decía: ¡Cuando c... vendrá a confesarse alguna de éstas con un pecado decente! Ni siquiera tienen fuerza para pecar.

No salva a la religión el grupúsculo que canturrea, que organiza grupos de meditación, que siente el Espíritu Santo con una intensidad fuera de lo común, que se reúne, medita, dilucida, escribe... todo y siempre sobre lo mismo, que va dando bandazos en la vida, del confesor piadosísimo al canónigo místico y de la monja buenísima al hermano dicharachero.

Volver arriba