Religiosidad Irreligiosidad

Es malo para unos, bueno para otros y para los más hasta llega a ser menos malo. El hecho es que, dentro de la Iglesia –sobre todo española- se registran en la actualidad ideas y comportamientos que confiesan a las claras la intensidad y extensión existente tanto en su concepción como expresión de al menos dos Iglesias, con diferencias ciertamente espectaculares y para muchos, hasta escandalosas. Una Iglesia pensada y vivida por unos – al estilo “Opus”, “legionarios”, “kikos” y asimilados, por citar algunos ejemplos-, y otra que la sienten y viven con baremos distintos, apenas si llegan a encontrarse en la práctica de la comunión eclesial exigida.

. Por diversidad de circunstancias, es ya hasta previsible fijar el tiempo exacto en el que, así las cosas, los templos quedarán vacíos o semivacíos aun en los actos de culto, con preferente mención para las celebraciones de la Eucaristía. Estas las justifican hoy en gran proporción las fiestas populares con asistencia de las autoridades, y los acontecimientos familiares y sociales como bautizos, Primeras Comuniones, bodas y funerales, con explícita mención al dato de que no pocos de estos acontecimientos alcanzaron ya carácter civil. “Primeras Comuniones por lo civil” es ya expresión con contenido no solo anecdótico.

. Elementos y acontecimientos que tradicionalmente se consideraban “religiosos”, y con los que se midieron y valoraron en exclusiva o fundamentalmente, la “catolicidad” de los pueblos y colectividades, patentizan a grito limpio que la realidad está siendo ya otra y que el ritmo de “desacramentalización” transita por todos los caminos “de prisa y corriendo”. Con números a la vista, y predicciones científicas asépticas, resultaría hasta sensato predecir la aplicación que el día de mañana ha de conferírseles a algunos edificios o espacios “religiosos”.

. Aun cuando en teoría se predique y adoctrine hasta dogmáticamente que son muy variadas las versiones existentes de vivir y sentir la Iglesia en conformidad con los evangelios, el hecho es que, entre las “corrientes” definitivamente “piadosas” y las menos “piadosas”, es tal la distancia, que da la impresión de que de alguna de ellas – o de las dos- dejó Cristo Jesús de definir a la Iglesia. “Religión-Iglesia” igual a “ceremonia, rito, liturgia, campanas, procesiones y símbolos”, y “Religión- Iglesia” igual a “ejemplo de vida, actividad y entrega comprometida con el prójimo, integración con unos y otros, consideración y respeto, caridad y justicia por encima de todo, nada o casi nada de hábitos, mitras, “papamóviles” y otras referencias jerárquicas”, el abismo en la concepción y vivencia de lo religioso es tal, que para muchos es inasumible una u otra.

. Sin exageración alguna, en ideas y en la práctica, a los miembros-adictos a una y otra Iglesia apenas si la comunión –“común unión”- les sirve de vínculo, por lo que el sentido radical de la pertenencia a la misma precisa de revisión y de penitencia con urgencia misionera. Hay cristianos- cristianos “católicos, apostólicos y romanos” de las dos esferas, que se desconocen entre sí, y que pretenden vivir, y viven, su fe separadamente unos de otros, mucho más que pudieran estarlo de los miembros de otras confesiones, - o sectas-, y aún de algunos que se dicen increyentes y ateos.

. Entre los católicos aludidos “de distintas tendencias”, abundan las descalificaciones “en el nombre de Dios” , los rezos por la salvación de sus almas y las denuncias a la jerarquía, con consecuencias a veces escandalosas y injustas. Y es que, desde la creencia de la omnímoda posesión de la verdad “religiosa”, sin que esta corra el riesgo de ser discutida ni en esta vida ni en la otra, a lo largo de la historia se suministraron datos y detalles de comportamientos hasta irracionales, fácilmente repetibles en cualquier circunstancia de lugar y de tiempo.

. No abrir los ojos a la realidad de la Iglesia hoy en España, con ínclita inclinación jerárquica a favor de una de las dos “tendencias” – siempre la “religiosa- piadosa”- equivale a construir pilares de algo parecido a una Cruzada, con la sublime ventaja en esta ocasión de que, por el momento, y gracias al desarrollo civilizado del “brazo secular”, los procedimientos inquisitoriales son inviables.

Quiera Dios que, por encima de todo, con religiosidad y cultura, los principios evangélicos, el sentido común, y los propios miembros de la Iglesia, en su pluralidad de opciones –todas queridas por Cristo Jesús- contribuyan a fundamentar la alegría y la paz, sin más intención que la de favorecer al Reino de Dios.
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