Hay que dejar de lado la indiferencia y la insolidaridad, y convertirnos en artesanos de esperanza Recordando a Pere Casaldáliga y soñando un mundo nuevo en vísperas del G20 y la COP26

Pere Casaldáliga
Pere Casaldáliga

“Humanizar la Humanidad” fueron las palabras del obispo Pere Casaldàliga, cuando en 2006 recibió el XVIII Premi Internacional Catalunya de manos del entonces presidente Pasqual Maragall

He recordado el discurso del profeta de la Amazonia con motivo de las cumbres del COP-26 y del G-20, que se celebrarán estos próximos días en Glasgow y en Roma respectivamente

En la línea de lo que decía el obispo Pere hace quince años, el papa Francisco ha dirigido un mensaje a los líderes políticos para que reconozcan “las asimetrías del mundo” y den soluciones a los problemas económicos que ahogan a los más pobres

“Humanizar la Humanidad”. Estas fueron las palabras del obispo Pere Casaldàliga, cuando en 2006 recibió el XVIII Premi Internacional Catalunya de manos del entonces presidente Pasqual Maragall. En su discurso, el obispo Pere, a la vez que expresaba su gratitud por este galardón, afirmó que el objetivo de su vida y de todas “nuestras causas, puedo formularlo en este postulado: Humanizar la Humanidad”. Ante este reto, el obispo de los pobres decía: “¿Es una utopía?”. Y él mismo respondía a su pregunta fundamentándose en el mensaje de Jesús de Nazaret: “El Evangelio es una utopía más grande”. Y por eso la reivindicaba afirmando: “La utopía es necesaria como el pan de cada día”. 

El obispo Pere denunciaba en su discurso delante del president Maragall, el “sistema de capitalismo neoliberal que nos imponen” y por eso decía que era “preciso reinventar una economía de convivencia”, como pedía Edgar Morin, en el acto de concesión de este mismo galardón, que este pensador recibió en 1994.

He recordado el discurso del obispo Casaldàliga, con motivo de las cumbres del COP-26 y del G-20, que se celebrarán estos próximos días en Glasgow y en Roma respectivamente. Precisamente, el papa Francisco, en la línea de lo que decía el obispo Pere hace quince años, ha dirigido un mensaje a los líderes que participarán en la cumbre del G-20, para recordarles que “la pandemia es un desafío al cambio”, y que esta crisis nos habría de llevar “a cambiar” y a no continuar viviendo como lo hacíamos antes de marzo del 2020. Por eso el papa pide a los líderes políticos que reconozcan “las asimetrías del mundo”, para dar soluciones a los problemas económicos que ahogan a los más pobres (Religión Digital, 22 de octubre de 2021).

Las religiones ante el COP26: "No todo está perdido"
Las religiones ante el COP26: "No todo está perdido"

En estos momentos, como decía el obispo Pere Casaldàliga en la concesión del XVIII Premi Internacional Catalunya, es necesario construir una “economía de reciprocidad”, que nos ayude a entender que “vivir es convivir, sin prepotencias, sin exclusiones”. El obispo Pere decía que el mundo se enfrentaba o bien a “un choque de civilizaciones o a una alianza de civilizaciones”. Y por eso pedía “humanizar la Humanidad”, una “misión de todos”. Y es que como soñaba el obispo de los pobres, “otro mundo es posible. Otro mundo es necesario”. Así descubriremos, como decía el obispo Pere, “por necesidad, que navegamos en el mismo barco”, como nos recordaba el papa Francisco en la oración en la plaza de San Pedro, totalmente vacía y bajo la lluvia, el 27 de marzo de 2020, en el inicio de la pandemia.

Ojalá entiendan las palabras del obispo Pere (y lo hagan posible) los líderes del COP-26 y del G-20, para de esta manera acabar con las guerras, el hambre y las desigualdades sociales.

También habríamos de recordar, que en la Vigilia Pascual del año pasado, el papa nos decía: “Esta noche conquistamos un derecho fundamental que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza. Una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”. Por eso el papa nos invitaba a no depositar “la esperanza debajo de una piedra”, ya que Jesús Resucitado “ilumina la oscuridad del sepulcro y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida”. 

A pesar del dolor, la enfermedad y la muerte de los seres más queridos que hemos perdido en esta pandemia, es preciso levantarnos de nuevo como nos pedía el papa, para “soñar, arriesgar y comprometernos para cambiar el mundo”. Y es que “el anuncio pascual es un anuncio de esperanza”, ya que “la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra”. 

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En la oración en la plaza de San Pedro, el 27 de marzo de 2.020, el papa nos animaba a “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. Esto es lo que hizo San Francisco de Asís, un joven rico que perdió una guerra y que, en la cárcel, se dio cuenta que la vida que había llevado hasta aquel momento no tenía sentido. Fue en el Evangelio cuando el “Poverello” encontró el camino de la felicidad y por eso, abandonó la vida de antes y se fue a vivir con los pobres. 

También San Benito, un joven de buena familia, proveniente de la provincia de Nursia, cursó estudios liberales en Roma. Pero desanimado por el ambiente de una sociedad decadente, abandonó la ciudad y se fue a una cueva, en Subiaco donde en un lugar solitario creó su desierto interior. 

San Francisco y San Benito (y tantos otros hombres y mujeres, como el obispo Pere Casaldàliga), descubrieron un día que la vida solo tenía sentido si vivían enraizados en la esperanza, si soñaban una fraternidad universal, si arriesgaban todo lo que poseían, si hacían realidad la utopía del Evangelio, si se comprometían a cambiar el mundo, como nos pedía el papa. 

Desgraciadamente hasta ahora, como nos recordaba Francisco en la oración de la tarde del 27 de marzo de 2.020, “nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”. Y por eso, anestesiados por la indiferencia, “no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, ni hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta, gravemente enfermo”. Por nuestro egoísmo nos hemos encerrado en nosotros mismos, ignorando el llanto de los desvalidos y clamor de la tierra, herida por nuestra insensibilidad. 

Pedro Casaldáliga
Pedro Casaldáliga

Después de esta pandemia habríamos de cambiar de vida, para dejar de lado la indiferencia y la insolidaridad, y convertirnos en artesanos de esperanza, ya que como nos dice el papa, “en Jesús Resucitado, la vida ha vencido a la muerte” y por eso “la fe pascual alimenta nuestra esperanza”.  

Ahora toca levantarnos de nuevo, pero no para vivir como antes del 20 de marzo del año pasado, sino para vivir una nueva vida, como fue nueva la vida de Jesús Resucitado. Una vida más fraterna, más humana y más solidaria y así “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa” y “para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. Y los líderes que participarán próximamente en las cumbres del G-20 y del COP-26, habrían de hacer todo lo posible para hacer realidad la utopía (que pedía el obispo Pere), de construir un mundo nuevo, más fraterno y más solidario.      

Primero, Religión Digital

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