Centenario de su nombramiento como cardenal por Benedicto XVI El cardenal Vidal i Barraquer, el cardenal de la Paz

Cardenal Vidal i Barraquer,
Cardenal Vidal i Barraquer,

"Francesc d’Assís Vidal i Barraquer, un hombre intuitivo y de una gran bondad y uno de los obispos más brillantes de la Iglesia en la primera mitad del siglo XX"

"El cardenal Vidal i Barraquer defendió la libertad de la Iglesia durante la dictadura de Primo de Rivera y el catalán como lengua para la predicación y la catequesis"

"Por lo que se refiere a la Carta Colectiva, del 1 de julio de 1937, escrita por el cardenal Isidre Gomà, donde el episcopado español apoyaba el alzamiento militar de Franco, Vidal i Barraquer no la firmó"

"A pesar que Franco presionó al Vaticano para que Vidal i Barraquer renunciara a la sede de San Fructuoso, el cardenal de la Paz no lo hizo, ni tampoco la Santa Sede pidió al cardenal Vidal i Barraquer que dejara el arzobispado de Tarragona"

"El cardenal Vidal i Barraquer murió en el exilio, en Friburgo, en 1943, ya que el franquismo no permitió que en vida pudiese volver a Tarragona"

Este domingo 7 de marzo, se cumplen 100 años del día que el papa Benedicto XV “creó” (una expresión muy curiosa) cardenal, al arzobispo de Tarragona, Francesc d’Assís Vidal i Barraquer, un hombre intuitivo y de una gran bondad y uno de los obispos más brillantes de la Iglesia en la primera mitad del siglo XX.
Por su actitud dialogante y a favor de la paz y del diálogo, el cardenal Vidal i Barraquer se convirtió en una víctima más del régimen franquista, por el hecho que el arzobispo de Tarragona, desde el exilio, no quiso firmar la Carta Colectiva de los obispos españoles para apoyar a Franco.

Vidal i Barraquer, que nació en Cambrils en 1868, hizo sus primeros estudios con los jesuitas de Manresa (1883-1886) y estudió Derecho en la Universidad de Barcelona. Comenzó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Barcelona y los acabó en la Universidad Pontificia de Tarragona. Fue ordenado presbítero en 1899 en Tarragona y después se doctoró en Derecho Civil. Fue canónigo, arcipreste, vicario capitular y vicario general de la diócesis de Tarragona. El 10 de noviembre de 1913 fue preconizado obispo administrador apostólico de Solsona y consagrado obispo en Tarragona el 26 de abril de 1914. Tomó posesión de Solsona el 23 de mayo de 1914, año que fue elegido senador por los obispos de la Tarraconense.

Como recoge mossèn Ramon Corts en su magnífica y documentada obra, “La Qüestió catalana en l’arxiu secret vaticà”, la cuestión del catalanismo “va unida siempre a la personalidad de Francesc d’Assís Vidal i Barraquer”, hasta “el extremo de hacer peligrar su candidatura a Tarragona”. El catalanismo de Vidal i Barraquer, como afirma el Dr. Corts i Blay, era un “catalanismo religioso”, que lo llevaba a defender “la lengua materna en la pastoral como un derecho de los fieles a ser evangelizados en la propia lengua”. Por eso el nuncio Ragonesi, que quería contener el catalanismo, “a fin de preservar la “unidad nacional de España”, afirmaba” que Vidal i Barraquer era “anticatalanista”.

El arzobispo Vidal i Barraquer, el president Macià y el obispo Irurita
El arzobispo Vidal i Barraquer, el president Macià y el obispo Irurita

Vidal i Barraquer fue preconizado arzobispo de Tarragona el 7 de mayo de 1919, y hizo su entrada en la catedral primada el 21 de diciembre de aquel mismo año. Como dice mossèn Corts, “la toma de posesión fue apoteósica”. Pero de un acto tan magnífico, aparecieron nuevas denuncias de catalanismo sobre Vidal i Barraquer. El motivo, como dice el Dr. Corts en su obra mencionada anteriormente, “fue que el nuevo arzobispo pronunció unas palabras “en nuestra lengua catalana” al pueblo reunido en la catedral, después de haber utilizado la latina para dirigirse al capítulo y la castellana, a las autoridades”. Debido a esto, “a la Nunciatura Apostólica llegaron denuncias sobre el discurso del nuevo arzobispo pronunciado en catalán”.

El arzobispo de Tarragona explicó al nuncio porqué había hablado en catalán. Como dice mossèn Corts, “es como si el arzobispo Vidal i Barraquer quisiese decirle al nuncio: el catalanismo es ya, de hecho, una sensibilidad muy extensa y la Iglesia no puede ignorar esta realidad; las actitudes contrarias no harán sino alejarla de la sociedad y de sus gobernantes”. Como recoge mossèn Corts, las palabras de Vidal i Barraquer en su toma de posesión, por las cuales fue acusado de catalanista, fueron recogidas en la crónica hecha por el doctor Boada: “Empezó diciendo (Vidal i Barraquer) que estaba completamente identificado con el pueblo; que hablaba como él, que sentía lo mismo que él, que su corazón latía al compás de los corazones de todos los del pueblo”.

Vidal i Barraquer fue creado cardenal en el consistorio del 7 de marzo de 1921, hoy hace 100 años, con el título de Santa Sabina

Vidal i Barraquer con el president Macià
Vidal i Barraquer con el president Macià

El cardenal Vidal i Barraquer defendió la libertad de la Iglesia durante la dictadura de Primo de Rivera y el catalán como lengua para la predicación y la catequesis.

A pesar de los intentos de la Dictadura de apartar al cardenal Vidal i Barraquer a otras diócesis de fuera de Cataluña, el cardenal de Tarragona no aceptó ser promovido para ser obispo de Cádiz, Toledo y Zaragoza. Tampoco quiso ser destinado a Roma como cardenal de Curia, ya que no quería dejar Cataluña.

Cuando se proclamó la República, Vidal i Barraquer exhortó a los católicos a aceptar el nuevo régimen, a crear un clima de concordia y a abstenerse de cualquier tipo de violencia. Los obispos españoles más dialogantes, entre ellos Vidal i Barraquer, intentaron, por medio del nuncio Tedeschini, que fuese posible una pacífica convivencia con el gobierno republicano. Otros obispos, por el contrario, estaban más en una línea de hostilidad y de confrontación con la República.

En el interesante trabajo de mossèn Casimir Martí, “Magisterio colegial del episcopado español sobre las relaciones Iglesia-Comunidad política en España a partir de 1931”, podemos ver de una manera muy clara la línea de conciliación del cardenal Vidal i Barraquer con el gobierno de la República, sobre todo por lo que se refiere a la declaración colectiva del 20 de diciembre de 1931.

Este texto, fue precedido por dos documentos del magisterio episcopal, como recoge mossèn Casimir Martí en su trabajo mencionado anteriormente.

Francesc d’Assís Vidal i Barraquer

El primero de estos documentos es de 3 de junio de 1931 y que es una revisión de la pastoral del cardenal Segura. Por eso el texto presentado por el cardenal Pedro Segura en la reunión de Metropolitanos, celebrada el 9 de mayo, fue retocado y corregido por los participantes en la reunión. De ésta manera, aprobado este documento, los Metropolitanos evitaron hacer suya la pastoral que había publicado el cardenal Segura con fecha de 1 de mayo, “tan mal recibida e interpretada por el Gobierno”, como afirmaba el cardenal Vidal i Barraquer. Como dice mossèn Casimir Martí, “esta primera reacción colegial del episcopado español contiene una llamada a la unidad de los católicos, sea cual fuese el partido al que pertenecían”.

El segundo documento episcopal colectivo al que se refiere mossèn Casimir Martí apareció el 25 de julio de 1931. Era un texto que también preparó el cardenal Pedro Segura, donde se hacia una reflexión sobre el anteproyecto de Constitución de la República y se denunciaba lo que tenía de contrario a la doctrina de la Iglesia. El cardenal Segura, por carta, pedía a todos los prelados que habrían de subscribir el documento, que de no recibir respuesta telegráfica negativa, él interpretaría que se producía la conformidad con su texto.
Sobre el documento del cardenal Segura, el nuncio Tedeschini se refería por carta a Vidal i Barraquer, al “deplorable efecto de desprestigio en que la Iglesia había caído con el equivocado documento llamado, por verdadera ironía, colectivo, mientras todo el mundo sabe que es obra de uno solo”.

Tedeschini alababa, en cambio, el texto que los obispos de Cataluña habían dirigido a las Cortes el 19 de agosto, en el cual se evitaba cualquier alusión y crítica a los artículos del anteproyecto de Constitución y se adoptaba un tono moderado.

Nuncio Tedeschini
Nuncio Tedeschini

Vidal i Barraquer escribía al nuncio Tedeschini (15 de junio de 1931): “a pesar de nuestras protestas y disconformidades con diversos actos del Gobierno, por ahora, con éste conservamos harmonía y afectos recíprocos”. Y es que Vidal i Barraquer refiriéndose al documento del 25 de julio, había escrito: “Encuentro a faltar el bálsamo de suavidad y mansedumbre”.

La política conciliadora del cardenal Vidal i Barraquer, como recoge mossèn Casimir Martí en su extraordinaria obra, se contraponía a “una excesiva confianza en los procedimientos clamorosos y de obstrucción radical”, que se abrían “en algunos elementos católicos y religiosos”, como expresaba Vidal i Barraquer en una carta dirigida a los otros Metropolitanos, el 15 de septiembre de 1931.

Por eso la declaración colectiva del 20 de diciembre de 1931, recoge la actitud serena y digna del episcopado ante el sesgo que, en materia religiosa y eclesiástica, tomaron los acuerdos de las Cortes en el debate sobre la Constitución. Así, los obispos decían que “los católicos acatarán el poder civil en la forma que de hecho exista y, dentro de la legalidad constituida, practicarán todos los derechos y deberes del buen ciudadano”.

Refugiado en el monasterio de Poblet durante los primeros días del alzamiento fascista, el gobierno de la Generalitat facilitó que el cardenal Vidal i Barraquer pudiese embarcarse para salir de Cataluña y trasladarse a Italia, donde residió, primero en la cartuja de Farneta y posteriormente, cuando los alemanes invadieron Italia, en Suiza.

Por lo que se refiere a la Carta Colectiva, del 1 de julio de 1937, escrita por el cardenal Isidre Gomà, donde el episcopado español apoyaba el alzamiento militar de Franco, Vidal i Barraquer no la firmó, ya que él creía que los obispos no podían tomar partido a favor del régimen franquista. Como dice mossèn Casimir Martí, los objetivos del documento del 1 de julio de 1937, están en continuidad con las gestiones llevadas a término por el cardenal Gomà, en diciembre de 1936, para conseguir la conciliación de la Santa Sede con el “Movimiento Nacional”.

Como afirma mossèn Martí, tomar posición de parte litigante era precisamente lo que el cardenal Vidal i Barraquer quería evitar. El arzobispo de Tarragona persistió en su idea que los obispos habrían habido de permanecer fieles a los compromisos contraídos con el régimen republicano, sin dejarse influir por sugerencias de personas extrañas a la jerarquía, en materias que solo habían de decidir los obispos. De esta manera, como dice mossèn Martí, el episcopado se habría colocado en una posición de independencia, que habría podido habilitar a la Iglesia para ejercer una misión de paz en medio del pueblo español. Por eso el cardenal Vidal i Barraquer no firmó la Carta Colectiva y debido a eso, el franquismo acusó a Vidal i Barraquer de separatista, masón y enemigo de España.

A pesar que Franco presionó al Vaticano para que Vidal i Barraquer renunciara a la sede de San Fructuoso, el cardenal de la Paz no lo hizo, ni tampoco la Santa Sede pidió al cardenal Vidal i Barraquer que dejara el arzobispado de Tarragona. Además, en vida del cardenal, la Santa Sede no nombró un nuevo arzobispo de Tarragona

El cardenal Vidal i Barraquer murió en el exilio, en Friburgo, en 1943, ya que el franquismo no permitió que en vida pudiese volver a Tarragona. Finalmente, en 1978 sus restos pudieron volver a Cataluña, siendo trasladadas a la catedral primada de Tarragona.

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