El Corpus en Toledo.

Es una bellísima imagen de un pasado que ojalá vuelva a ser realidad en el mundo. El Dios, oculto en el sagrario por amor a los hombres, un día al año deja la iglesia y recorre las calles del pueblo. Abandona los muros del templo, la paredes del sagrario, la oración musitada, para recibir la adoración social de un pueblo que le reconoce como Dios.
Porque aquello, aunque es ciertamente adoración individual, es sobre todo adoración social. Cofradías, asociaciones, autoridades civiles y militares, seminaristas, clero regular y secular, religiosas, niños que han hecho la primera comunión, el cabildo catedralicio, el cardenal arzobispo, infinidad de señoras con la mantilla española... Allí estaba toda la sociedad con Cristo Sacramentado. Capítulos de labradores, de la nobleza, de mozárabes, de doctores... Un soberbio espectáculo de color al que hoy sólo le faltó el sol. Pero sobre todo un magnífico espectáculo de amor.
Bien sé que para la Sagrada Forma todo es poco. Pero aun así me parece imposible para la poquedad humana ofrecer un trono más digno que el que los toledanos le han dado en la bellísima custodia de Arfe.
Lo que vi, desde mi rincón de la calle, me pareció todo muy digno. Eché de menos el aroma del romero y del espliego que en mi anterior asistencia casi mareaba con su fragancia. No estaba la carrera alfombrada de esas plantas olorosas que al ser pisadas ofrecían a Dios lo mejor que tenían. Quedaban algunos restos de la procesión del jueves -el cardenal Cañizares ha tenido la excelente idea de que en el Toledo del Corpus ese jueves siga relumbrando más que el sol-, que en algún momento todavía permitían percibir un instante de olor. Como si quisieran darse del todo, hasta que no les quedara nada, a Jesús Sacramentado.
El público que presenciaba la procesión sumamente respetuoso. Los turistas asombrados y también con una conducta ejemplar. El sacerdote que hablaba por la megafonía muy bien en todo lo que dijo. Yo sólo le pondría una pega. Cuando la custodia llegó a Zocodover pidió un aplauso a la gente. Que naturalmente le respondió. Yo creo que a la Sagrada Forma no hay que recibirla con aplausos sino de rodillas. Pero salvemos el despiste por la buena intención.
No voy a decir que chocante, porque se repite con mucha frecuencia, pero pienso que de muy mal gusto, algunos de los atuendos de los niños de primera comunión. Creo que una de las poquísimas cosas buenas del posconcilio fue poner de moda una sencilla túnica blanca en los niños que comulgaban por primera vez. Que, además de ser más económica, igualaba a ricos y pobres en un día en el que son todos iguales recibiendo a Jesús. Pues en Toledo eso no se lleva. Niños de marinero, que me parece muy bien, de almirantes, que ya creo pretencioso, de uniformes de opereta... Por primera vez he visto a algunos con uniforme de gala del ejército. Y a otro que parecía vestido de piloto de Iberia. Cualquier día una madre decide que su niño vaya de torero o de jugador del Real Madrid.
He dicho que iban muchas señoras vestidas de negro y con la mantilla española. Muy elegantes todas y no pocas muy guapas. Casi la totalidad llevaba un rosario en las manos. Ojalá no sea el del Corpus el único día que lo tengan entre sus dedos.
Y no me gustó que de negro riguroso, y con peineta y mantilla, figuraran en la procesión bastantes niñas. No digo jovencitas que me parece muy bien que se vayan acostumbrando a ir en una procesión y que aunque sólo sea un día se encuentren muy guapas tan bien vestidas. Me refiero a niñas de seis u ocho años. Y alguna tal vez con menos. Estupendo que sus madres las lleven. Y las vistan con sus mejores galas. Si además les explican que ese día, para Dios, hay que ir con lo mejor que se tenga, más aplauso. Pero de niñas. No disfrazadas.
Por último me sorprendió que la banda de música, al pasar por donde estábamos mi mujer y yo, se arrancara con la Salve marinera. Que me parece preciosa y muy apropiada para la procesión del Carmen pero no en la del Corpus.
No se tomen estos comentarios más que como lo que son. Cosas que se me han venido a la mente recordando una hermosísima procesión que no desmerece en nada por ello. Y que recomiendo a todos. Id a adorar a Cristo en las calles de Toledo. Seguro que no os arrepentiréis de haberlo hecho.