Don Casimiro López Llorente, nuevo obispo de Segorbe-Castellón.

No han acertado las quinielas. El nuevo obispo levantino ha sido el de Zamora, Don Casimiro López Llorente.

Es un castellano viejo, nacido en Burgo de Osma el 10 de noviembre de 1950, por lo que en ese mes cumplirá cincuenta y seis años. Uno de nuestros obispos más jóvenes. Y buen obispo. Tal vez demasiado callado. Zamora apenas ha tenido tiempo de acostumbrarse a él pues cinco años son pocos.

Pienso que a Piris se la han terminado sus espectativas. Si le llevaran a Valencia sería un inmenso error. Yo, entre el menorquino y el zamorano me quedo sin duda con este último. Pero que nadie piense, para bien o para mal, que va a ser otro Reig. Sus características psicológicas son muy distintas. Don Casimiro va a pasar mucho más desapercibido. Y esta diócesis, probablemente, será su final. También estoy seguro de que lo hará bien.

Pues, mis mejores deseos para Don Casimiro, adiós a Piris y que el señor nuncio no tenga a Zamora muchos meses en situación de sede vacante. Aunque, dado su amor al trabajo, podemos imaginarnos lo peor.

Y sigue, monseñor Monteiro, barajando. Nombre, de una vez, obispos nuevos. Que esa savia hace falta en nuestra Conferencia episcopal. Con obispos como el de Huesca y Jaca, el de Tarazona, el auxiliar de Getafe, tendrá banquillo para nuevos nonbramientos. Si a Don Atilano le lleva a Ciudad Rodrigo, a Algora a Ciudad Real, a Don Rafael Palmero a Orihuela-Alicante o a Cases a Canarias no resuelve usted nada. Sólo retrasa la solución. Y el nombramiento de Don Casimiro va en esa línea suya, absurda e inoperante. Y me apresuro a repetir que a Segorbe-Castellón les llega un buen obispo.

Que lo hace, mi respetado monseñor portugués, tan mal, o peor, que el actual entrenador del Real Madrid.
Volver arriba