José Mantero

Yo he escrito no poco contra José Mantero, sacerdote suspendido a divinis por su militancia y actividad homosexual.

Desde que inicié el Blog en el que hoy cuelgo este post no volví a mencionarle. Es como si hubiera una regla, que no existe pero que todo el mundo respeta, de no agredirnos los que, por generosidad de Periodistas Digital, y más concretamente de Religión Digital, disponemos de estos espacios para exponer nuestras opiniones. Muchas veces tan encontradas.

Me parece perfecta la norma inexistente y yo la respeté con toda escrupulosidad. No así algunos comentaristas que opinaban y en no pocas ocasiones insultaban. Pero en eso los Blogger ya no tenemos responsabilidad. Y creo que el mío tampoco se caracterizó por significarse quienes en él escribían sus comentarios entre los que se ocupaban del que escribía el señor Mantero.

Dan por hecho que se ha cansado y que abandona estas páginas. He esperado bastantes días una confirmación por su parte de la noticia pero sólo me he encontrado su no comparecencia. Cosa que normalmente hacía a diario y cuando, por algún motivo, tenía que ausentarse, lo advertía.

Me siento, pues, desligado del silencio ante el colega de Blog que hasta hoy he guardado.

Comenzaré manifestando mi opinión ante la homosexualidad. Que sólo digo que es la mía. No que es buena ni mala. Ni que tenga que compartirse. Yo lamento que haya homosexuales. Y lo lamento por ellos. Reconozco el hecho pero me parece que, por condiciones de la naturaleza en muchos casos, por vicio en algunos otros, viven una situación que no me parece normal. Y que en no pocas ocasiones les acarrea dolor y tristeza. Claro que eso ocurre también muchas veces en relaciones heterosexuales. Pero también creo que en muchísimos casos porque estas últimas no se han vivido como Dios manda. Y también creo que las homosexuales no son lo que Dios manda.

Yo pienso así. Acepto por supuesto que otros piensen de otra manera. Pero reclamo que se respete mi modo de pensar. Sobre todo porque es cosa mía y no pretendo imponérsela a nadie.

Dicho esto, añadiré que respeto también el modo que cada cual elija para vivir. Es cosa suya. Yo me he tropezado con pocos homosexuales en mi vida. Que ya es larga. Pero, a los que me encontré, jamás les hice un feo, ni les dirigí el menor insulto, ni les exigí, pedí, recomendé o insinué que cambiaran de conducta.

Sentado este preámbulo, vayamos al caso de José Mantero. Hay tres cosas que no me gustaron nada. Primero, que para presentarse a exponer sus tesis se vistiera de cura, cosa que creo no hacía cuando ejercía de cura católico. Segundo, que titulara su Blog La casulla de San Ildefonso. Y tercero que figurara entre los Blogs religiosos.

Creo que como persona y como homosexual tiene todo el derecho a tener un Blog y defender desde él sus opiniones. Pero pienso que debería estar en otro lugar. Como si alguien quiere mantener uno sobre vudú o sobre cienciología.

Yendo al Blog ya en concreto reconozco que escribe muy bien, tal vez algo barroco para mi gusto, y que tiene una más que notable cultura.

Pero enseguida se encontró con dos tremendas dificultades. La primera fue que el tema se agota enseguida. Ya había dicho todo lo que podía decir. No le quedaba más que repetirse y repetirse. Sobre lo mismo. Y eso acaba con cualquier Blog. Tuvo que recurrir a experiencias de grupos minúsculos y absolutamente marginales que también se agotaron inmediatamente. Se puede contar una vez o dos un matrimonio gay al que sus protagonistas quisieron dar un matiz seudocatólico. Con cura o falso cura masculino o femenino. Pero ya el cuarto era igual al primero, al segundo y al tercero y el quinto aburría hasta las ovejas.

La segunda, y capital, fueron los continuados insultos a su persona que eran el pan nuestro de cada día en su Blog. Tenía tres incondicionales, siempre los mismos y que decían las mismas cosas, y una caterva de insultadores. Allí no había diálogo. Sólo exabruptos. Ciertamente impresentables. Hasta el punto que tuvo que prescindir de los comentarios. Con lo que supongo que los lectores, también por esto además de por lo ya dicho anteriormente, debieron caer en picado.

Yo, personalmente, me alegro por la desaparición del Blog. Y que haya sido por decisión del autor y no por ninguna censura. Le deseo al señor Mantero felicidad personal. Y pido a Dios que algún día le vuelva a lo que pienso sería su verdadera felicidad. Reintegrarse al sacerdocio. Pero eso es una oración mía y puedo rezar por lo que me dé la gana. Sólo faltaría.

Y pedirle a él, desde este artículo que creo ha sido muy respetuoso con su persona, que, de seguir en su línea, en lo que está en su derecho, nos ahorre la farsa de presentarse vestido de sacerdote católico. Porque en eso sí que voy a ser beligerante.
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