Los Operarios Diocesanos

Algún comentarista echa de menos a los Operarios Diocesanos en el Seminario de Toledo. No creo esté acertado. Aunque no le guste la situación actual.

Aquel gran santo que fue mosén Domingo y Sol, apóstol de las vocaciones sacerdotales, tuvo dos intuiciones geniales que dieron inmenso fruto a la Iglesia española. La asociación de sacerdotes Operarios y el Colegio Español de Roma.

Pasaron los años y aquello hoy se ha diluido como un azucarillo en un vaso de agua. Los Operarios apenas existen y el Colegio de Roma es poco más que un hotel barato con capilla.

Se suicidaron. Pues a los suicidas la responsabilidad. Estoy escribiendo a vuelatecla y sin consultar textos. Me parece que a los Operarios los trajo a Toledo el cardenal Sancha tras el penoso pontificado en la sede primada de Monescillo que ya no estaba en sus cabales y cuyos seminaristas protagonizaron un escándalo mayúsculo. Si estoy equivocado alguien me corregirá.

Los Operarios y los Jesuitas fueron los grandes educadores de seminaristas. Excelentes. En Seminarios diocesanos y, sobre todo, en dos instituciones verdaderamente beneméritas. Comillas y el Colegio Español de Roma. Por ellas pasó lo mejor del clero español e innumerables obispos. Quiero decir muchísimos sacerdotes que después llegaron al episcopado.

Aquello se agotó. O lo mataron. Hoy Comillas, trasladada de su origen a la paramera del norte de Madrid, no es ni sombra de lo que fue. Y ya he dicho lo que pienso del Colegio Español.

Los Operarios de Toledo me parece recordar que fueron masacrados en 1936. Es imposible recordar a todos los mártires que ya han llegado a los altares. Creo que entre ellos está aquel santo varón que fue Ruiz de los Paños.

Pero el pasado es pasado. Por glorioso que fuere. Hoy me preocuparía mucho que un Seminario se encomendara a los Operarios actuales. Que apenas deben existir. Ancianos todos y me parece que desnortados todos. Creo que José María Javierre es, o fue, Operario. Pues como para encomendarle algo bueno. Aparte de que en su ancianidad sería imposible.

Creo que fue Don Francisco Álvarez quien prescindió de ellos en Toledo. Y si no fuera así también alguien me corregirá. Se limitó a prescindir de algo agotado. Que ellos mismos se empeñaron en acabar. Pues sean quienes entonen su responso.

No he sido benévolo con el actual rector del Seminario. Creo que es un buen sacerdote pero, como riveriano, poco abierto a otras opciones. Creo que el señor cardenal ya se ha dado cuenta de que su fobia a los extradiocesanos es suicida para el Seminario, para la diócesis y para el cardenal. Va a ser muy difícil convencerle, como buen riveriano, pero los de esa militancia son disciplinados. Y acatará.

Pues ojalá, sin Operarios, cosa ya imposible, y pese al rector, el Seminario de Toledo siga siendo paradigma de lo que debe ser un Seminario. El de Don Marcelo no debe morir. Y no puede ser tampoco uno más de los languidecientes Seminarios españoles.

Son penosos los juguetes rotos. Lo que fue gloriosa excepción en España y en Europa, ejemplo a imitar en la restauración católica, no merece ser asesinado.
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