Las clarisas de Lerma.

Cuando entramos en la iglesia de las clarisas estas estaban rezando ante el Santísimo expuesto. Muchísimas monjas. Que pronto se retiraron. En una procesión interminable. Conté nada menos que dieciséis tocas blancas de novicias. Sólo las novicias son más que las dominicas del convento de San Blas. Y la mayoría de las monjas jovencísimas. Lo contrario de lo que te ocurre en cualquier convento. Que ves a un noventa por ciento de ancianas y a una o dos jóvenes, cuando las hay.
Al principio las monjas hacían sus oraciones en el presbiterio. No cabían. Con lo que ahora ocupan más de la mitad de la iglesia, mitad a la que no tienen acceso los fieles pues está cortado por una plancha de madera.
Después nos apuntamos a una visita guiada, organizada por la oficina de turismo. El guía excelente. Lo que se ha mejorado en España en ese aspecto. Agradable, instruido, ameno... Nos abrió la colegiata, templo cuasi catedralicio, donde pudimos volver a admirar la estatua orante del arzobispo Sandoval y Rojas, tío del famoso duque de Lerma, que es de una belleza extraordinaria. No desmerece de las de Pompeyo Leoni de El Escorial. También vimos, por primera vez, una preciosa mesa taraceada de piedras semipreciosas regalo de un papa al duque. Está en la sacristía de la colegiata.
En ella dos cuadros del duque. Uno de juventud y otro ya en su ocaso. En el primero viste como un noble de la época. En el segundo, de cardenal. "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado".
Parece mentira que en veinte años el valido de Felipe III pudiera levantar todo lo que todavía se puede admirar hoy en Lerma. El espléndodo palacio, seis iglesia con sus respectivos conventos, la colegiata, plazas, ermitas, pasadizos, industrias...
Volvimos a entrar en la iglesia de las clarisas y nos iluminó el relicario que tiene un bellísimo yacente de Gregorio Fernández. Y allí nos dijo que las monjas eran ciento veintisiete, en su inmensa mayoría menores de cuarenta años. Que entre ellas había médicos, farmacéuticos, abogados... Y que ni una sola era extranjera. Que tenían peticiones en lista de espera porque en el convento estaban como sardinas en lata y ya no cabía una más.
Pues curioso fenómeno el que está ocurriendo en más de una congregación religiosa: las de Sigena, las del Sagrado Corazón de Galapagar, las clarisas de Lerma, las hijas de Teresa de Calcuta, las Hermanitas de la Cruz, las carmelitas "maravillosas"... Curiosamente todas austeras, todas de hábito, todas de oración. Sí, ya sé que hay otras también austeras, también de hábito y oración que no tienen vocaciones. Ciertísimo. Pero las hay que sí. De las secularizadas, ninguna.