Ya no entiendo nada: Monseñor Vilaplana, obispo de Huelva.

¡Vaya Monteirada! Don José Vilaplana, queridísimo obispo de Santander, es trasladado a Huelva. ¡Vaya ascenso! ¡Vaya bofetada!

Se había hablado de monseñor Vilaplana para Barcelona, Zaragoza y Pamplona. Se dijo también que sería el sucesor de monseñor García-Gasco en Valencia. Y el parto de los montes. ¡Huelva!

La diócesis santanderina tiene aproximadamente cien mil católicos más que la onubense. Entre quinientos y seiscientos mil la del norte y entre cuatrocientos y quinientos mil la andaluza. Es Santander, además, capital de Comunidad autónoma. Pues, a Huelva.

¿Nos lo podría explicar alguien? Porque los católicos creo que tenemos algún derecho a saber. Noguer se va enfermo y no quiero hoy referirme a su persona. Sólo diré que no me entristece nada su marcha. Un voto menos para lo peor.

A Huelva le ha tocado en cambio la lotería. Le llega una buena persona y un buen obispo. Con la carrera tal vez concluida. No es mayor, tiene sesenta y un años, pero las próximas promociones, Pamplona y Valencia, se le han cerrado. Habría que esperar a que en el 2009 Don Carlos Amigo cumpla los setenta y cinco años, con sucesión en el 2011 o el 2012. O a que el cardenal Rouco los cumpla en el 2011, con sustitución en el 2013 o el 2014. En el primer caso tendría monseñor Vilaplana sesenta y seis o sesenta y siete años y en el segundo, sesenta y ocho o sesenta y nueve.

Siempre pensé que casi todos los arzobispados, salvo Burgos, le venían grandes. Pero nunca creí que lo fueran a mandar a Huelva. No puedo darle la enhorabuena, monseñor, porque no hay de que. Pero no me cabe la menor duda de que va a ser un excelente y queridísimo obispo de Huelva.
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