Otra monja rarita.

Estamos en la sequía veraniega de noticias. Pero no quiero faltar a la cita. ¿De qué os hablo? Pues de lo que acabo de ver en TV2

En primer lugar de una entrevista a una monja que ejerce su trabajo en Ecuador. Y que ahora está de vacaciones en España. Un par de minutos dudé en si era un hombre amariconado o una mujer masculina. De aspecto. Era una mujer masculina.

En lo que le oí, que era el final de la entrevista,nos dijo que los españoles éramos unos tristes, en nuestras celebraciones de la Eucaristía y que allí eran muy alegres. Sería a pesar de su aspecto, que era tristísimo.

Pues, reverenda madre, o querida hermana, o tía, lo que quieras. Que a mí me da igual. Me da la impresión que yo, y los que conozco como católicos, somos mucho menos tristes que tú. Y no tenemos esa cara de amargada que muestras. Y también me da la impresión de que nuestro espantoso catolicismo fue el que te hizo monja. Y, gracias a él, los ecuatorianitos de no sé donde, pueden disfrutar, ¿disfrutar?, de tu encantadora presencia. Empiezo a entender el odio de un Evo Morales o de un Ollanta Humala. Sonríe, madre, o hermana, o hija, o lo que tu quieras. No cuesta dinero. Y la Buena Nueva propicia la sonrisa.

Después vi la misa domnical celebrada en el convento franciscano de San Juan de los Reyes de Toledo. Muy dignamente celebrada. Y me fijé en las asistentas. Sólo encontré a una, entre muchas, con un aspecto tan amargado como el tuyo. Tal vez a las dos ese día os dolieran las muelas. O tal vez también la toledana pensara que la Eucaristía era un pestiño insoportable. Pues, que la Pachamama te ampare.
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