Los obispos trepas.

Tal vez exista alguno de esa condición pero creo que hay que salir al paso de lo que no es más que una burda campaña contra la Iglesia, otra más, empeñada como siempre por quienes odian a la Iglesia. Bien porque no quieran ninguna o porque se hayan inventado otra distinta de la católica.
Son trepas los obispos nombrados o `promocionados simplemente por el hecho de serlo. Y naturalmente actúan como estómagos agradecidos a quien les elevó a la mitra buscando además nuevos ascensos. Y como eso es una consideración general no se salva ninguno de los que están en el candelero. Sólo son buenos los que están en el ostracismo.
Lo que pasa es que esa consideración sólo sirve, según estos genios tan católicos, para hoy. Porque según tal criterio los buenos de hoy fueron los trepas de ayer. Y el cardenal Rouco de estos días fue no hace tantos el cardenal Tarancón. Y cuidado que el de Burriana tenía estómagos agradecidos. O con él o nada. Pero es que nada de nada. Que se lo digan a Guerra Campos, a Temiño, a Mansilla, a Franco (el obispo), a Castán...
Ya el mimo Tarancón sería acabado ejemplo de trepa desde el mismo día en que se decidió a trepar cambiando la apuesta falangista, que me pareció un inmenso error, por la aperturista. El olvidado obispo de Solsona se encontró en en 1964 de arzobispo de Oviedo, en 1969 de arzobispo de Toledo, ese mismo año era creado cardenal, y en 1971 era trasladado al arzobispado de la capital de España. Con lo que debería ser la medalla de oro en la olimpiada del trepismo.
¿Y qué decir de sus chicos? ¿Eran trepas y estómagos agradecidos? Díaz Merchán nombrado obispo de Guadix a los 36 años en 1965 y nombrado arzobispo de Oviedo en 1969 cuando acababa de cumplir los cuarenta. Parece otro campeón de la escalada. O Dorado, nombrado obispo de Guadix a los 38 años en 1970 y tres años después trasladado a Cádiz. O Yanes, obispo auxiliar a los 42 (1970) y que desde ese puesto saltó al arzobispado de Zaragoza en 1977 Y... Esos no eran trepas. Sólo los de hoy. Por la sencilla razón de que no les gustan a quienes les fastidia la Iglesia. Pues lo importante, y lo que vale, es que al Papa sí le gustan. Y a los católicos, también.
Los "maravillosos" obispos de entonces no resisten la menor comparación con los que hoy están llegando. Los de ahora están mucho mejor preparados, son mucho más eclesiales, están mucho más volcados con sus diócesis... Hasta son más simpáticos. Aunque lo último lo tienen muy fácil porque antipáticos como Yanes, Setién, Echarren y algún otro es difícil que salgan en muchos años. Los padecí a todos y creo que hablo con conocimiento de causa. Algunos, semiacémilas, la mayoría, de lo más corrientito. El "teólogo", como llamaban a Palenzuela, de lo más vulgar. Ya apenas queda alguno de aquellos pero Gabino, Yanes, Torija, Úbeda, Larrauri, Azagra, Sánchez, Setién, Osés, Torrella, Camprodón, Pont, Guix, Deig, Felipe Fernandez, Jesús Domínguez, Araujo, Uriarte... fueron como una plaga de Egipto para la Iglesia española. Y todavía siguen arrasadas muchas diócesis por las que pasaron.
Díganlo claro de una vez. No les gusta el Papa, la Iglesia y los obispos que el Papa nos está nombrando. Y recurren a eso. A mí como me encanta el Papa, amo a la Iglesia y me parecen excelentes los obispos que nos están llegando pues estoy feliz. Y es muy agradable vivir feliz. Lo siento por los sufridores. Sí, esos que llaman trepas a los obispos. Pues a seguir sufriendo, chiquitos. Porque vienen más.