Esta calamidad episcopal, por fortuna ya retirado, aunque lamento su enfermedad, no se resigna al retiro y sigue haciendo penosas declaraciones.
Y así nos dice que ya ha hablado con su sucesor interino para animarle a que, como él, defienda la verdad y la justicia en el asunto penoso de los bienes de parroquias aragonesas que el obispado de Lérida cuando lo representaba Ciuraneta se niega a devolver.
O sea, que el Vaticano, con sus decisiones, es contrario a la verdad y a la justicia. En boca de un obispo no está mal.