Lo que sufre alguna gente!

Los hay que sufren muchísimo si desde aquí se critica a sacerdotes u obispos de determinada línea. No les duele nada la crítica a la institución clerical o episcopal. Si los criticados son de otra ideología no experimentan el menor dolor. Jamás protestan de ello. Y en no pocas ocasiones participan ellos mismos en la degollina. Pero, ay como se toque a uno de los suyos. Menudo sufrimiento.
Sufrimiento que no es carnal. No lloran por lo que les ocurre a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos, a amigos entrañables. Sufren, en su inmensa mayoría, por personas que no les dicen nada, a las que no conocen. Simplemente desde El País o cualquier otro medio afín les dicen: han atacado a uno de los nuestros. Pues, se lo creen y a sufrir. Enrique de Castro, Baeza y Pepe Díaz eran unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría de los cabreados con la Iglesia, desde ella muy pocos y otros tantos desde fuera.
Por lo que no sufren es viendo lo mermadas de sus huestes. La nula presencia en Entrevías se creen que es un triunfo. Y si alguno de ellos dice que había varios miles hasta se lo llegan a creer. Aunque hubieran estado allí más solos que la una. Pero como alguien se lo ponga de manifiesto, ¡cuánta maldad!. ¡Y cuánto sufrimiento!
Quienes no tienen la menor caridad con el Papa, con su obispo, con la imnensa mayoría de los sacerdotes y de los católicos sufren muchísimo por nuestra falta de caridad. Que nos va a llevar a un infierno en el que no creen y que sólo traen a colación a ver si nos asustan. Pues se pueden ahorrar esa huera verborrea. Que sólo nos produce risa. Y por doble motivo. El primero por ver como ellos, tan piadosos nunca, apelan a nuestra piedad. Pensando que así pueden engañarnos. Y el segundo al comprobar lo perdidos que se tienen que encontrar recurriendo a esos truquillos de niños.
Y en ese sufrimiento universal en el que están inmersos ya se disgustan por cualquier estupidez. Acabo de leer a un comentarista que está muy triste porque se haya dudado del gran espíritu democrático de Peces Barba. Ya es gusto por sufrir. A mí, y supongo que al 99% y más de los católicos, si algún día leemos que Rajoy o Pepiño Blanco son poco demócratas, que Acebes o Zapatero poco inteligentes, o Carod Rovira o Gallardón poco simpáticos, nos quedamos tan frescos. Lo compartiremos o no pero no experimentamos el menor sufrimiento. Y esa noche dormimos tan tranquilos. Pues hay gente que no. Que sufre muchísimo si se critica a Peces Barba.O si no se demuestra afecto por Cuadernos para el Diálogo.
Son ganas de pasarlo mal. Dicen que sarna con gusto no pica. Pero es mentira. Los hay que se pasan la vida rascándose. Y sufriendo. Con lo fácil que es vivir a gustísimo en el seno de nuestra Santa Madre Iglesia. No les voy a recomendar nada. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Yo, desde mi poquísima caridad, no sufro nada. Me regocija verles tan desesperados. Tan solos. Tan patéticos.