La última Romaxe

Estaba yo preocupado por las Romaxes de mi tierra. ¿Habrían desaparecido? El silencio del señor arzobispo de Santiago tal vez se debiera a que ya no se celebraban. Pero también pudiera ocurrir que, siendo tantos los anticuerpos que yo produzco, este año, para darme en los morros, fueran cientos de miles los asistentes a eso que no sé bien como calificar.

Pues como uno tiene corresponsales hasta en el infierno ya tenemos crónica del evento. De alguien que estuvo allí. Yo no estuve por lo que el testimonio no es mío. Pero no tengo ningún motivo para dudar de la veracidad de quien tiene la amabilidad de contármelo. Y se lo agradezco mucho.


"Me acuerdo de los tiempos en que se podían contar 12000 personas, con mucha asistencia de gente joven, de alegría festiva y emoción religiosa. He notado que este último año la asistencia ha disminuido, siendo casi nula la asistencia de juventud. En está última se podrían contar 3000 personas a diferencia de las 12000 de otros años. En un autobús de Ferrol fueron 56 personas, todas de avanzada edad, medio inválidas, a las que he tenido que ayudar a bajar del autobús por sus dificultades físicas.
Todo esto indica que el final de la Romaxe está cercano. Este año también se ha notado la falta de asistencia de clero. En la celebración litúrgica han participado uno de los curas de Entrevías y Torres Queiruga.
La fiesta del final de la tarde ha quedado suprimida por la falta de juventud, Pues las personas asistentes debido a su edad avanzada y discapacidades físicas no estaban de humor para el baile de la rumbolla".

Pues todo se les va. Cada vez son menos y más viejos. Eso, con tres mil ancianos, ya no es nada. Casi comprendo al arzobispo de Santiago dejándoles que se mueran solos. Y digo casi porque nunca me acostumbraré al sacrilegio, en Mazaricos o Entrevías. Caso de que se produzcan. Que muchas apariencias indican que sí.

Yo estoy más que dispuesto a aceptar la inteligencia de Don Julián Barrio o de Don Antonio María Rouco. Seguro que es muchísima. Y que están convencidos de que estos epifenómenos se mueren solos y en poco tiempo. Todo parece darles la razón sobre lo acertados que estaban y lo inteligentes que eran. Pero yo, tan primario, tan poco conocedor de estrategias y novedades teológicas, me sigo horrorizando ante cualquier sacrilegio.

Porque sigo creyendo, tal vez equivocadamente, que en el pan y el vino está Cristo. Real y verdaderamente presente. Y me da la impresión, seguramente equivocada, que a mis arzobispos eso les trae sin cuidado. Por lo que permiten. Por lo que no evitan.

Parece que en la Romaxe de este año casi no ha habido curas. El miedo guarda la viña. Pues, qué bien. Les hemos asustado. Eso también, como tantas otras cosas de esa línea, se extingue.

Pues bendito sea Dios. Y gracias al corresponsal.
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