Pascua del enfermo: La esperanza y la paz son buena terapia en la enfermedad

enfermo

  1. ¿Pascua del enfermo?

        Parece un cierto contrasentido celebrar la Pascua del enfermo. Si algo no es vida, es la enfermedad.

        Pero nos ayuda y consuela mucho que Jesús pasara su vida sanando los corazones afligidos, curando enfermos, transmitiendo ánimo y esperanza

        Procuremos algún alivio al dolor y al sufrimiento humano.

  1. La enfermedad.

        Los seres humanos somos débiles, (somos barro).

Quizás nos haga bien recordarnos a nosotros mismos que la palabra “enfermo” viene del latín y significa: “el que no está firme”. Los seres humanos somos frágiles y, en ocasiones o en momentos más o menos largos de nuestra vida,  “no estamos firmes” ni física ni psíquicamente.

        La otra palabra que empleamos para nuestra condición de enfermos es la de “paciente”, que viene del griego: pathos: padecer. De ahí viene paciente, paciencia, saber padecer.

        En todo caso, somos poco más que barro.

Cuando nos encontramos sanos, vivimos en una cierta armonía y bienestar, en un cierto equilibrio.

La enfermedad es un ataque a la vida, que nos puede sobrevenir por muchos caminos y nos puede herir en la dimensión física, en nuestra psicología y en nuestro espíritu.

        Decía S. Freud que la vida es al mismo tiempo: “placer y muerte”: una búsqueda del bienestar, de la salud, y un encuentro cotidiano con el sufrimiento, la enfermedad, la muerte…

La enfermedad seria / grave nos embarga de una gran debilidad. El sufrimiento y el dolor hacen su tarea, disminuyen las capacidades, y todo ello nos puede sumir en una incertidumbre y preocupación, quizás angustia. ¿Qué será de mí?

Aunque los medios de comunicación no se hicieron cargo de ello y el mundo eclesiástico ni se enteró. Esta situación de gran preocupación la vivió y la expresó- todavía hace dos meses, más o menos, el papa Francisco cuando se preguntaba: ¿qué será de mí?

Cercana ya la Semana Santa y en plena convalecencia alguien le pregunto al papa Francisco: ¿cómo va a vivir la Semana Santa? El papa le contestó con su sentimiento sufriente: “Como pueda… como pueda”.

  1. Afrontar la enfermedad.

03.1 Es natural que en un primer momento ante una enfermedad grave brote el sentimiento de rebeldía, de agresión contra todos, contra Dios incluido. La rebeldía es una respuesta a la enfermedad. Es muy humano rebelarse contra la enfermedad. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora?

        La rebeldía de Job es muy comprensible: Job planta cara a Dios y exclama maldito el día en que nací…

        Esta rebeldía ante Dios es muy humana y muy cristiana.

        Puede que esta sea una primera actitud ante la enfermedad.

  • 2 Nuestra respuesta más normal y habitual ante la enfermedad suele ser la médica. Acudimos al médico, al ambulatorio, al hospital.

El diálogo entre el médico y el paciente es una conversación de tipo científico: síntomas, diagnóstico, pronóstico, tratamiento, pauta a seguir, etc. Es lo que hay que hacer.

  • 3 Pero no todo en la enfermedad es dolor físico, ni tratamiento médico. Hay que aliviar el dolor, pero en la enfermedad viene agazapada la incertidumbre, una seria preocupación, miedo, angustia, porque en la enfermedad grave viene el problema de la muerte. Tal vez nos agobia el presentimiento de que, quizás, sea la última enfermedad. ¿Podríamos decir que la vida es una enfermedad mortal?

Siempre, pero en ciertas situaciones el tratamiento de la enfermedad ha de ser humanista (humano).

  • 4 En la enfermedad necesitamos de otra ayuda humana, humanista y cristiana: comprensión, bondad, transmitir esperanza, mirar al horizonte absoluto…

Hoy en día, en nuestra civilización y estilo de vida la respuesta que damos a estas cosas es la eutanasia. ¡No!

Hay que aliviar el sufrimiento, el dolor, la angustia todo lo posible, sin duda alguna, y -decía Karl Rahner- aunque ello pueda acortar la vida algún tiempo. Pero la eutanasia no es la terapia de la enfermedad ni de la persona.

La enfermedad no termina en la muerte, sino en la esperanza.

La religión, la comunidad, el pueblo han sabido tratar al enfermo con esperanza, bondad.

  1. Dos breves anotaciones cristianas ante la enfermedad.

        Las dos lecturas de hoy pueden ayudarnos un poco a vivir la enfermedad.

a      La 1ª lectura del Apocalipsis (un poco extraña para  nuestra mentalidad): vi la Nueva Jerusalén que bajaba del cielo

Apocalipsis literalmente significa “revelación” “descubrir”. Apocalíptico es un género literario utilizado con alguna frecuencia en la Biblia. El “vidente”, que es quien escribe, ve y describe la realidad por medio de llamativas y radicales imágenes sobre todo en la cuestión del final de la existencia humana y de la historia. Emplea símbolos, colores, metales, números, fuertes antítesis, etc

b      El evangelio de Juan: La paz os dejo, mi paz os doy

        El futuro absoluto (lo que nosotros solemos llamar cielo, paraíso, casa del Padre, etc.) el Apocalipsis lo denomina la “nueva Jerusalén”.

        La nueva ciudad, la Jerusalén celestial baja del cielo: de Dios. No es obra nuestra. El ser humano no se salva a sí mismo. Nuestra vida, los años de nuestra vida, nuestra enfermedad terminan en Dios, en la Jerusalén celestial.

        La nueva ciudad rodeada por una muralla de doce puertas significa las doce tribus de Israel: toda la humanidad. Todos estamos llamados a la salud, a la salvación.

        Curiosamente, -hemos escuchado- que en la Nueva Jerusalén no hay santuarios ni templos, porque viviremos con Dios y con JesuCristo. Nos veremos libres de muchos “yugos” de corte religioso y seremos en Dios con Cristo

Nos dice también el Apocalipsis que en la “nueva Jerusalén” tampoco hay sol ni luna, es decir no hay tiempo, (el tiempo se regula por el día, la noche, ctc.). Cuando salimos del tiempo entramos en la eternidad.

        Y habremos llegado a la paz de Cristo: la paz os dijo, mi paz os doy.

        En nuestras angustias, miedos, enfermedades hallamos paz en el Señor.

  1. Salud: Salvación.

        La expresión “salud” es la misma que “salvación”.

        Cuando estamos enfermos añoramos la salud y la salvación. La salud -más o menos-. es un asunto médico, pero es más que eso, porque se trata de aliviar la angustia, la desesperanza, la conciencia. Necesitamos paz en los momentos de hundimiento personal.

        Jesús pasó su vida entre nosotros haciendo el bien, curando enfermos: fue un “buen samaritano”. Jesús es la cercanía salvífica de Dios a los débiles, a pobres, a los enfermos.

        Sentirnos acogidos por el Buen Samaritano alivia mucho en la enfermedad y en la vida; infunde mucha paz y consuelo.

        Seamos buenos samaritanos.

La paz os dejo mi paz os doy

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