Mi Visión Personal del Lavatorio de Pies
Esta nota es fruto de una brillante intuición de un gran amigo, laico comprometido con Jesús y su evangelio, en el mundo y desde el mundo. Me sugirió que el lavatorio de los pies no debe mirarse solo como como un acto de humildad y amor, sino además como una acción militante. Añadió que ese espíritu militante de Jesús hemos de practicarlo en el contexto crítico de nuestro mundo. En cuanto quedé desocupado, redacté una breve nota.
Aquella nota quedó guardada hasta el día de hoy, en el que me decido a completarla. Me sitúo, pues, ante el jueves santo. Y parto de que la vida de Jesús es una síntesis de amor y lucha, con alegría, poesía y buen humor. Cuando lo ve todo perdido, se hunde, pero se levanta rápidamente. La alegría y el buen humor no son elementos secundarios de su militancia, sino componentes fundamentales. Jesús milita y hace el bien, estando él mismo en buen estado de ánimo.
Cuando Pedro se planta y le dice que de ningún modo le permitirá lavarle los pies, Jesús se pone firme y le da una respuesta dura. ‘O aceptas esto o dejas de pertenecer a mi grupo’. Pedro ama tanto a Jesús, que acepta, aunque no comprende nada.
¿Qué es lo que está en juego? Un determinado mesianismo, el de Jesús, que Pedro no ve, frente al otro mesianismo, que es el que Pedro ha mamado toda su vida y espera que Jesús realice. La vida apostólica de Jesús es una lucha continua por sembrar en el mundo sus valores y su forma de vida, su concepción del ser humano y de la sociedad. En el lavatorio, Jesús quiere introducir en las cabezas de su equipo su visión mesiánica sobre el ser humano y la sociedad, caracterizada por el no-dominio, la humildad y el igualitarismo. Estaba en juego el futuro de su obra.
La reacción de Jesús ante la postura de Pedro es la que ha tenido a lo largo de toda su vida: la poesía del maravilloso mundo creado por su Padre y la poesía de la no menos maravillosa sociedad fraterna, en la que el lobo se recostará con el cordero. Y como Pedro, que es el principal líder, no ve lo que Él quiere, lo conmina al SÍ o al NO: o aceptas o hemos terminado. La dureza de su postura se explica desde su utopía militante.
La reacción de Pedro, con la disposición de que le laven todo entero, es una reacción asustada, pero que todavía no comprende. Él no se opone a esa sociedad de lobos y corderos hermanados -¡cómo no la va a querer!; se opone a que el Mesías sea el hermano humilde de toda la gente, hasta hacerse el último y el esclavo de ella, en vez de ser el rey glorioso que aniquile a sus enemigos y ponga a Israel en cabeza del mundo entero. Jesús ve que él y todos los líderes tienen que pasar por ese camino de humildad, amor y lucha, tanto en la Iglesia como en la sociedad; en esta última, con la debida adaptación, puesto que estamos en una sociedad desigual y anti-fraternal. Con esa motivación –que es amor en acción- lucha en todas las ocasiones y en todos los frentes, para defender y promover el modelo que él mismo encarnaba.
¿Qué implica este amor militante para nuestra crisis actual? Varios puntos, que me limito a enunciar y poco más.
En primer lugar, un mayor sentido ético en lo pequeño y en lo grande; en la vida personal y en el comportamiento social. Esto abarca no solo el cumplimiento de las obligaciones sociales, sino además la creación de un clima ético estimulante, donde puedan llevar una vida digna los hermanos más pequeños, los diferentes y las minorías. La última crisis económica ¿no ha venido precedida de una tremenda crisis ética?
En segundo lugar, quiere que tomemos conciencia renovada de que vamos en el mismo barco y somos más que hermanas: cada ser humano es para mí carne de mi carne y sangre de mi sangre.
La aceptación de nuestra limitación y debilidad, que nos lleva a hacer lo que no queremos. Lo que escribió Pablo en un texto dramático (Rm 7,14 ss) y dijo bellamente un poeta latino: Video meliora, proboque, deteriora sequor. Veo lo bueno y lo apruebo, pero tomo el camino del mal. Esta limitación nos empuja a no quedarnos solo en buenos sentimientos, cuando hablamos de presbiterado de servicio y también Iglesia de servicio. Esto lo dice cualquier ente empresarial y económico, incluso los que explotan a la gente: cincuenta años al servicio de nuestro pueblo. Hace falta crear estructuras de servicio y una legislación que lo exija.
Finalmente, Jesús nos invita a descubrir que la militancia social es parte de su seguimiento. Ser cristiano consiste en seguir a Jesús y proseguir su causa. Esto es más urgente hoy en día, ante un sistema internacional que impide el desarrollo de la gran mayoría, provocando el hambre y la muerte. Frente a este desastre, Jesús proclama la bienaventuranza de la pobreza digna y solidaria; y nos pide a los cristianos militancia organizada.
Aquí me quedo, con un recuerdo cariñoso al amigo que me hizo aquella breve sugerencia. La hora del laicado no es solo la hora del laicado intraeclesial; es también, y con tanta o más fuerza, la hora del laicado social.
Patxi Loidi, 31 de marzo de 2017
Aquella nota quedó guardada hasta el día de hoy, en el que me decido a completarla. Me sitúo, pues, ante el jueves santo. Y parto de que la vida de Jesús es una síntesis de amor y lucha, con alegría, poesía y buen humor. Cuando lo ve todo perdido, se hunde, pero se levanta rápidamente. La alegría y el buen humor no son elementos secundarios de su militancia, sino componentes fundamentales. Jesús milita y hace el bien, estando él mismo en buen estado de ánimo.
Cuando Pedro se planta y le dice que de ningún modo le permitirá lavarle los pies, Jesús se pone firme y le da una respuesta dura. ‘O aceptas esto o dejas de pertenecer a mi grupo’. Pedro ama tanto a Jesús, que acepta, aunque no comprende nada.
¿Qué es lo que está en juego? Un determinado mesianismo, el de Jesús, que Pedro no ve, frente al otro mesianismo, que es el que Pedro ha mamado toda su vida y espera que Jesús realice. La vida apostólica de Jesús es una lucha continua por sembrar en el mundo sus valores y su forma de vida, su concepción del ser humano y de la sociedad. En el lavatorio, Jesús quiere introducir en las cabezas de su equipo su visión mesiánica sobre el ser humano y la sociedad, caracterizada por el no-dominio, la humildad y el igualitarismo. Estaba en juego el futuro de su obra.
La reacción de Jesús ante la postura de Pedro es la que ha tenido a lo largo de toda su vida: la poesía del maravilloso mundo creado por su Padre y la poesía de la no menos maravillosa sociedad fraterna, en la que el lobo se recostará con el cordero. Y como Pedro, que es el principal líder, no ve lo que Él quiere, lo conmina al SÍ o al NO: o aceptas o hemos terminado. La dureza de su postura se explica desde su utopía militante.
La reacción de Pedro, con la disposición de que le laven todo entero, es una reacción asustada, pero que todavía no comprende. Él no se opone a esa sociedad de lobos y corderos hermanados -¡cómo no la va a querer!; se opone a que el Mesías sea el hermano humilde de toda la gente, hasta hacerse el último y el esclavo de ella, en vez de ser el rey glorioso que aniquile a sus enemigos y ponga a Israel en cabeza del mundo entero. Jesús ve que él y todos los líderes tienen que pasar por ese camino de humildad, amor y lucha, tanto en la Iglesia como en la sociedad; en esta última, con la debida adaptación, puesto que estamos en una sociedad desigual y anti-fraternal. Con esa motivación –que es amor en acción- lucha en todas las ocasiones y en todos los frentes, para defender y promover el modelo que él mismo encarnaba.
¿Qué implica este amor militante para nuestra crisis actual? Varios puntos, que me limito a enunciar y poco más.
En primer lugar, un mayor sentido ético en lo pequeño y en lo grande; en la vida personal y en el comportamiento social. Esto abarca no solo el cumplimiento de las obligaciones sociales, sino además la creación de un clima ético estimulante, donde puedan llevar una vida digna los hermanos más pequeños, los diferentes y las minorías. La última crisis económica ¿no ha venido precedida de una tremenda crisis ética?
En segundo lugar, quiere que tomemos conciencia renovada de que vamos en el mismo barco y somos más que hermanas: cada ser humano es para mí carne de mi carne y sangre de mi sangre.
La aceptación de nuestra limitación y debilidad, que nos lleva a hacer lo que no queremos. Lo que escribió Pablo en un texto dramático (Rm 7,14 ss) y dijo bellamente un poeta latino: Video meliora, proboque, deteriora sequor. Veo lo bueno y lo apruebo, pero tomo el camino del mal. Esta limitación nos empuja a no quedarnos solo en buenos sentimientos, cuando hablamos de presbiterado de servicio y también Iglesia de servicio. Esto lo dice cualquier ente empresarial y económico, incluso los que explotan a la gente: cincuenta años al servicio de nuestro pueblo. Hace falta crear estructuras de servicio y una legislación que lo exija.
Finalmente, Jesús nos invita a descubrir que la militancia social es parte de su seguimiento. Ser cristiano consiste en seguir a Jesús y proseguir su causa. Esto es más urgente hoy en día, ante un sistema internacional que impide el desarrollo de la gran mayoría, provocando el hambre y la muerte. Frente a este desastre, Jesús proclama la bienaventuranza de la pobreza digna y solidaria; y nos pide a los cristianos militancia organizada.
Aquí me quedo, con un recuerdo cariñoso al amigo que me hizo aquella breve sugerencia. La hora del laicado no es solo la hora del laicado intraeclesial; es también, y con tanta o más fuerza, la hora del laicado social.
Patxi Loidi, 31 de marzo de 2017