Manos Unidas edita un libro con motivo de su aniversario Cincuenta historias de solidaridad

(José Carlos Rodríguez Soto).- Si aún no se han decidido sobre qué regalo de Navidad van a hacer a algún amigo o familiar, me permito darles un consejo convencidísimo de que acertarán: si viven en Madrid vayan a la sede de Manos Unidas (calle Barquillo, 38) y compren el excelente libro "Cincuenta Historias de Solidaridad". Recién salido de la imprenta, ofrece cincuenta historias, acompañadas de excelentes fotografías, sobre cincuenta hombres y mujeres que muestran lo mejor del buen hacer de la Iglesia con los más desfavorecidos en lugares como Kenia, Malawi, Angola, India, Filipinas, Brasil, Guatemala o Perú. Es lo mejor que ha podido hacer Manos Unidas -galardonada con el premio Príncipe de Asturias a la Concordia de este año- para celebrar su 50 aniversario: rendir un homenaje a las personas en las que se apoyan para llevar a cabo su labor en la geografía de la pobreza.

Religiosas, laicos, obispos, sacerdotes... Por estas páginas desfilan historias personales, que son las que convencen y enganchan en un mundo como el nuestro donde el desencanto de las ideas no ha dado paso a la desilusión con las personas genuinas que son un ejemplo de entrega a los más pobres.

Me gusta el libro por muchas otras razones. Sus páginas están escritas por periodistas dedicados a la información religiosa, de Ecclesia y de Vida Nueva, de Religión Digital y de Mundo Cristiano, de Mundo Negro y de la COPE, de la revista 21 y de Onda Cero... incluso por profesionales de la información que no se dedican a este campo pero que expresan su admiración por aquellos cuyas semblanzas han plasmado.

Y me gusta también porque uno se encuentra aquí con personas de Iglesia de sensibilidades muy distintas -desde Pedro Casaldáliga hasta otros de corte más conservador. Y es que en la Iglesia hay sitio para todos y todas, y la señal por la que se les conoce como discípulos del Maestro es el amor que tienen por los otros, amor que les llevó a todos ellos a dejar un día su país de origen y deshacerse por quienes más sufren.

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